miércoles, 24 de septiembre de 2014

ANDAMIO

Lo que no es Podemos
 
Noto desde hace tiempo una gran preocupación en los medios y entre muchos comentaristas por definir a Podemos. (No incluyo aquí a los partidos políticos de, en el lenguaje de Podemos, La Casta ya que estos simplemente utilizan los calificativos para descalificar.). Seguramente esta preocupación surge por las dificultades que tienen para entender el fenómeno del surgimiento con tal fuerza de alguien que cuestiona tantas cosas hasta ahora perfectamente establecidas e inamovibles. Por ello, se han empleado expresiones muy diversas para calificar.
Voy a intentar analizar algunas de ellas para ver qué hay de verdad.
 
Es un grupo antisistema. Es una de las más queridas por determinados medios de la derecha más extrema, aquella que, precisamente, estaría más encantada con un cierto cambio de sistema. Es relativamente fácil ver que nada más alejado de la realidad que considerar a Podemos como antisistema. A veces hablan de cambio de régimen en referencia al creado por la constitución de 1978, pero incluso cuando hablan de capitalismo, no lo hacen planteando su sustitución inmediata. Además, se presentan a las elecciones, plantean reformas que por profundas que sean, no implican un cambio radical. Hasta ahora se había empleado esa expresión de antisistema para los grupos violentos principalmente opuestos a la globalización, o para determinados grupos de “okupas”. Aplicárselo a Podemos es o no entender nada del fenómeno o, en el peor de los casos, utilizarlo meramente como elemento denigrador.
En más de una ocasión he escuchado y leído de alguno de sus portavoces que el programa de Podemos son los Derechos Humanos. Lo que no parece muy antisistema.
Es cierto que en Podemos puede haber, y habrá, personas e incluso algún grupo antisistema, lo mismo que, por ejemplo, en el PP hay personas parafascistas y no por ello se califica así al partido.
 
Es un grupo de izquierda radical. Evidentemente, una vez más,  se utiliza como arma arrojadiza y, en este caso, se hace en multitud de ocasiones. Una partido o grupo de izquierda radical plantearía cosas como: hacer la Revolución (así con mayúsculas) y no simples reformas, no se presentaría a las elecciones, en su programa estarían entre las primeras medidas a tomar la nacionalización de la banca y los monopolios, considerarían a su grupo como la vanguardia del proletariado y en su funcionamiento interno tendría un carácter muy centralizado, etc. Como se puede apreciar nada que ver con las medidas que se plantean en Podemos ni, mucho menos, con el funcionamiento actual y el que se está discutiendo de cara al futuro en Podemos.
Claro que hay medidas bastante radicales en comparación con las que en este momento plantean otros grupos como puedan ser: la revisión y auditoría de la deuda, la salida de la OTAN o varias de las propuestas económicas, pero hay mucha diferencia entre eso y lo que pueda plantear la verdadera izquierda radical.
Evidentemente, como en el caso anterior, hay personas y grupos de la izquierda radical dentro de Podemos, como hay gente de la extrema derecha dentro del PP y no por eso se le califica así.
 
Es un grupo marxista. No se oye demasiado esta calificación porque no es tan descalificadora como las anteriores y las que luego comentaré. Varios de sus portavoces conocidos vienen de esa tradición y sus lecturas van en esa dirección (Perry Anderson, David Harvey, Gramsci,…). Ahora bien, son muchos los intelectuales de distintas especialidades que se reconocen deudores de muchos aspectos de la tradición marxista en la medida en que tiene elementos que ayudan a la comprensión de la realidad, sin embargo, no quiere decir que hagan suyo ni todo el aparato teórico ni, sobre todo, algunas de las consecuencia prácticas que se derivan. No deja de ser significativo en este sentido que en Podemos en lugar de hablar de “clase” se hable de “gente”(creo que este tipo de cosas es una de las que más han provocado el rechazo de alguien como Willy Toledo).
Recoger aportaciones del marxismo, sí; seguir de forma dogmática ese pensamiento, no.
 
Es un grupo bolivariano. Este es uno de los adjetivos preferidos para la descalificación. Ante el hecho evidente y reconocido por ellos de que alguno de los principales portavoces de Podemos hicieron labores de asesoramiento para el gobierno de Hugo Chávez, se coge el rábano por las hojas y se afirma que pretenden reproducir aquí lo hecho en Venezuela. Obviamente, quienes eso afirman saben perfectamente que no es así entre otras muchas razones porque son situaciones tan inmensamente diferentes que, en el caso de desearlo, tampoco sería posible. Aquí no se plantean ni las misiones de alfabetización, ni las sanitarias, ni las milicias, ni la presencia de médicos cubanos, ni…Ni tan siquiera se habla de socialismo, pero eso sería hablar de lo que es y ahora “no toca”.
En el fondo lo que está en juego aquí es la visión que desde determinados sectores en España tienen no solo de lo que está pasando en Venezuela sino en gran parte de Sudamérica. Que desde hace más de diez años, y después del domino neoliberal de los ochenta y noventa, en muchos países se hayan conformado gobiernos de izquierdas con políticas diferentes y con algunos éxitos, es algo que no pueden soportar quienes desde aquí siempre están dando lecciones a “esos tercermundistas”. (Incluyo entre los “maestros” a multitud de miembros del PSOE).
Claro que hay aspectos criticables en las medidas que se están tomando, pero lo que se hace es una descalificación total.
 
Es un grupo populista. Aquí finalmente llegamos a la favorita de todos y, desde luego, a la más utilizada desde la llegada de Pedro Sánchez a la dirección del PSOE. Eso sí, sin que por ningún lado se intente explicar qué se quiere dar a entender con el uso de un término tan complejo y que ha dado lugar a grandes debates entre intelectuales desde hace mucho.
Utilizando informaciones de un artículo de José Ignacio Torreblanca en El País, se podrían señalar algunas cosas que caracterizarían al populismo: 1. Un liderazgo carismático con relación directa y paternalista con el pueblo; 2. Hablar en nombre del pueblo no reconociendo mediaciones institucionales; 3. Buscar refundar el statu quo dominante; 4. Tener intercambio clientelar con los seguidores.
¿Alguien que siga mínimamente las intervenciones de cualquiera de los portavoces de Podemos ve reflejadas en sus palabras e ideas estas características?
Plantear medidas económicas no muy realistas en la actual situación, podría tacharse de demagógico y electoralista, pero no de populista. Y puestos a hacer demagogia, qué decir de la anunciada “reforma” fiscal del gobierno.
Calificar de La Casta a lo que consideran la oligarquía político-financiera que está gobernando desde hace más de treinta años este país puede ser discutible en términos científico y políticos, pero no es populismo porque se pretende combatirla electoralmente, esto es, a través y a partir de las instituciones democráticas.
Si en España ha habido o hay alguna forma de clientelismo, habría que fijarse en los partidos que gobiernan y han gobernado.
Y lo más importante, ¿dónde está el paternalismo en un grupo que plantea que las decisiones tiene que venir de abajo a arriba, que se moviliza por ahora a través de asambleas, que tiene como lema, me guste más o menos que eso no importa, “el empoderamiento de la gente”?
 
En fin, ni antisistema, ni izquierda radical, ni marxista, ni bolivariano, ni populista. Sin embargo, entre sus miembros hay antisistema, bolivarianos,…, claro, como no puede ser de otra forma en un grupo muy heterogéneo  que se está estructurando y definiendo en estos momentos. Por ahora solo hay borradores e inicios de debate, pero no parece que tras lo que se termine aprobando se pueda calificar de cualquiera de las formas que he venido comentando.
Podemos preocupa y da un cierto miedo porque moviliza a gente que estaba totalmente decepcionada y alejada del sistema tal y como funciona en España, porque está atrayendo a otros  que militaban en otras formaciones, porque sus actuales portavoces no pueden ser descalificados por sus actuaciones anteriores (y eso en el país del “ventilador” y del “y tú más”, desconcierta a muchos), porque en definitiva supone una crítica total a cómo está funcionado el país y sus élites dirigentes que está obteniendo cada vez mayor apoyo como se muestra encuesta tras encuesta. Por todo esto, es necesario descalificarlo utilizando para ello todos los medios que sean posibles aunque resulten tan zafios y mentirosos como los comentados en este escrito.
 

 

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