viernes, 12 de septiembre de 2014

La ilusión de Podemos I: el acercamiento

A lo largo de los tres escritos que dedico al tema no pretendo otra cosa que dar mi particular visión de Podemos, de lo positivo y de lo discutible, de lo que me gusta y de lo que no, con la intención de animar a quien lo lea a participar en el grupo y, a quien le apetezca, a comentar y debatir en este mismo espacio.
Veo muy poco la televisión; mejor dicho, prácticamente nada. Apenas unos pocos minutos cada noche después de ver el correspondiente episodio de la serie que tenga entre manos me acerco a los canales del “vino tinto” party para mantener las ideas a punto y calentitas, También un día a la semana suelo comer viendo las tertulias de Cuatro y La Sexta, Excepcionalmente, algún sábado me entretengo un rato con los “debates” de La Sexta.
Esta seguramente innecesaria introducción viene a cuento porque, a partir de un determinado momento, y a pesar del poco tiempo dedicado a la pequeña pantalla,  se me fue haciendo casi omnipresente un personaje que en un primer momento me chocó por dos razones principales: tenía coleta y no llevaba la tradicional corbata que adorna a los sesudos contertulios, pero, sobre todo, era enormemente respetuoso con los turnos de palabra lo que ya era el colmo de la novedad. Además, a medida que fui conociendo su discurso me fui convenciendo de que allí había alguien que tenía cosas que decir que se salían de las tan trilladas tanto por la derecha como por la izquierda. Daba datos bastante concluyentes, no se arredraba ante ningún comentario en contra por grosero que fuera (y los había bastante salidos de tono), tenía claro lo que quería transmitir y sabía perfectamente cómo lograrlo: con tranquilidad, de forma pedagógica y, obviamente, a veces también un tanto demagógica y machacona.
Evidentemente, estoy refiriéndome a Pablo Iglesias. Ese fue mi primer contacto con Podemos.
En las elecciones europeas voté a ERC porque pensaba que era lo que más podía molestar a La Casta, término que ya había incorporado a mi lenguaje habitual. En la misma noche electoral hubo un detalle que me llamó especialmente la atención: fue cuando el propio Iglesias al valorar los buenos resultados obtenidos por Podemos hacía referencia a que siendo muy buenos no cumplían los verdaderos deseos que eran los de ganar. Pensé que estaba surgiendo algo diferente  como creo que, visto ya desde hoy, así es.
Se ha escrito bastante intentando explicar el éxito electoral de esa nueva formación política, sin sedes, sin apenas financiación, con solo un par de portavoces mínimamente conocidos y con un mensaje que, como comentaré más adelante, no tenía demasiado en cuenta la realidad. En mi opinión la palabra que define al porqué de ese éxito es HARTAZGO. Mucha gente está harta de muchas cosas que si tuviera que resumir centraría en: la falta de democracia real y el alejamiento total de los políticos de la gente, de sus intereses y preocupaciones; la enorme cantidad de casos de corrupción ante los cuales los partidos cierran permanentemente los ojos hasta que no les queda más remedio que decir o hacer algo, siempre poco; el hecho de que al final los costes de la crisis se están cargando casi en su totalidad sobre las espaldas de los de siempre a través de la elevada cifra del paro, de las disminuciones salariales y los grandes recortes del aún poco desarrollado estado del bienestar, etc. En definitiva, y tal y como teorizan desde Podemos, el régimen fruto de la transición está agotado y hay que transformarlo de arriba abajo.
Para ello no sirven desde luego los partidos que tanto han tenido que ver en su formación y consolidación o, como en el caso de IU, que tienen vicios importantes de funcionamiento interno, además de haber demostrado su poca relevancia incluso cuando el PSOE les dejaba allanado el camino con sus sucesivos fracasos electorales.
El cambio necesario es de tal profundidad y magnitud que hacen falta nuevos instrumentos y nuevas gentes a ser posible no provenientes del régimen anterior, no contaminadas, ilusionadas y, sobre todo, con otra idea de la democracia.
Hace unas semanas Podemos abrió la posibilidad de inscribirse en la Asamblea Ciudadana sin ningún requisito y con el derecho a participar en las votaciones que en ella se planteen. Ya son más de 100.000 los inscritos entre los que me cuento.
Hace unas semanas hice una entrada en el blog en la que expresaba mi arrepentimiento por pasadas militancias y apoyos. Espero no tener que hacer otra dentro de una cierto tiempo.

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