miércoles, 13 de mayo de 2015

¡Qué dos escritores tan grandes!




La verdad es que es el primer libro de estas características que leo. Nunca se me hubiera ocurrido pensar que algo así podía resultar interesante y, sin embargo, no solo ha sido interesante sino incluso apasionante y emocionante por momentos. Claro, que no se trata de una correspondencia cualquiera ya que ambos están entre mis autores favoritos y de los que más ha leído, no solo lo escrito por ellos sino también lo publicado sobre ellos. En el blog se puede apreciar algo de mi interés por ambos escritores.
En esta correspondencia predominan las cartas escritas por Roth ya que Zweig tuvo una vida más organizada y fue más capaz de conservar las cartas. Roth, cuya vida transcurrió mayoritariamente en habitaciones de hotel, conservó bastantes menos, pero, no obstante, son muy significativas muchas de las que se publican en este libro.
A un seguidor fiel, como es mi caso, de ambos autores, casi todo lo que cuentan y se puede entender  -hay, por ejemplo,  muchas referencias a problemas editoriales que, lógicamente, son difíciles de seguir-,  le interesa, pero si tuviera que destacar algunas cosas lo haría con las siguientes:
El respeto y la admiración de Roth hacia Zweig (este era trece años mayor)  que no le impedían, bien al contrario, hacer críticas como la que aparece en una carta de septiembre de 1930: “En general: usted siempre utiliza “que” en lugar de “como”, se sirve demasiado poco del punto y coma, une mediante técnica de frase aquello que solo está unido en el pensamiento (…) Comparaciones del campo de la cultura, analogías y demás, me parecen excesivas y no del todo logradas.” (p.43) Hay que decir que Zweig reconocía la enorme capacidad literaria de Roth y agradecía sus críticas.
Las penurias económicas de Roth y las constantes peticiones de dinero a todo el mundo incluido el propio Zweig que lleva a este a escribir, en abril de 1934,  en una carta a una común amiga: “Le había ofrecido hacerme cargo de él, si era capaz de decidirse  a hacer lo único que podía salvarlo: pasar cuatro semanas en un centro de desintoxicación, porque con su insensato vicio de beber se arruina física y moralmente, comete las mayores estupideces, se hace el aristócrata, regala magnánimamente el dinero que tanto le cuesta conseguir. En suma, sé por experiencia que no se debe poner a su disposición grandes sumas.” (p.346, los subrayados en el original).
Resulta difícil de entender cómo una persona que bebía tanto y tenía tantos apuros económicos, podía luego concentrarse y escribir libros tan conseguidos, interesantes y, muchos de ellos de gran belleza.
A mí en varios momentos me han llegado a producir cierta angustia las llamadas que hace Roth para que le ayude con referencias en varias de ellas a su posible muerte porque no puede más.
Respeto y admiración decía antes, y celos y permanentes declaraciones de amistad por parte de Roth. Por su parte, Zweig, también declara permanentemente esa amistad y le ayuda no solo de forma directa con dinero, sino facilitando los contactos con editoriales para que pueda publicar sus libros en otros países, contactos que no siempre fueron bien llevados por Roth.
En fin un libro del que se puede estar escribiendo mucho tiempo porque son muchas las cosas que muestra y sugiere. En todo caso, absolutamente esencial para todo lector de cualquiera de los dos autores.
 
Joseph Roth &Stefan Zweig, Ser amigo mío es funesto. Correspondencia (1927-1938)

No hay comentarios:

Publicar un comentario