miércoles, 15 de julio de 2015

La Hungría de los cincuenta




 
 “Iba a cumplir los cuarenta y siete años y no había llegado a nada. Por su trabajo nadie podía envidiarlo. Su sueldo estaba por debajo de la media. Nunca recibía primas. Los planes estaban determinados de manera que fuese imposible cumplirlos. (Trabaja en una oficina de planificación). Por su piso nadie podía envidiarlo, pues apenas cabían en él ellos tres. Por su mujer, tampoco, ni mucho menos. Y por su hijo menos aún, era feo, tonto y abúlico ¿Qué finalidad tenía involucrarle en una conspiración? “(p.201)
Así presenta Spiró, aunque muy avanzada la novela,  a su protagonista Gyula Fátray, al que se refiere la mayoría de las veces como “nuestro héroe” con una fuerte carga irónica ya que no es algo que precisamente le caracterice.
Buen retrato de la Hungría de los cincuenta partiendo de la “revolución” del 56, que coge a Fátray operándose de hemorroides, y continuando con el régimen de János Kádár instaurado por los soviéticos. A lo largo de toda la novela van aflorando las críticas a dicho régimen: los fallos de la planificación, los bajos salarios, la escasa  productividad, el mantenimiento de la diferencias de clase (por ejemplo, en el comedor de la fábrica), la falta de libertad cultural y, por encima de todas, la presencia constante de la burocracia. En este sentido me han parecido las mejores páginas del libro aquellas en las que “nuestro héroe” asume verdaderamente una tarea heroica: conseguir un certificado de que estaba hospitalizado en el momento de la revolución. Situación típicamente kafkiana que Spiró relata de forma magistral.
Libro bien escrito, en un estilo claramente realista y planteando situaciones perfectamente creíbles, pero al que yo creo que le falta algo de emoción y de fuerza en los personajes principales. En cualquier caso, otra buena muestra de esa literatura húngara que es quizá la que más me está gustando de la que voy conociendo de la Europa central y oriental.
Un buen ejemplo de la crítica que hace del sistema podría ser el siguiente texto:
“Se quedó mirando las chabolas. No se había logrado erradicar la pobreza. Había creído que mientras él viviese lo conseguirían, pero no. En este país la mayoría de la gente sería siempre pobre, y los ricos, que vivían a cuatro pasos, jamás se darían por enterados. Así había sido durante el capitalismo, y así sería en el socialismo. Daba lo mismo cómo se llamase el feudalismo y la esclavitud, si se llamaba privado o estatal. Este país era una colonia, ora de Occidente ora del Este.” (p.251)
 
György Spiró, Exposición de primavera

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