viernes, 12 de agosto de 2016

Periodismo en estado puro



Vicente Romero ha escrito un libro magnífico, interesante, apasionante, emocionante, original, y un largo etcétera de calificativos que se le pueden poner todos ellos positivos.
A partir de una original y particular visión de los hoteles y habitaciones que ha tenido que utilizar en sus múltiples viajes, desde sus orígenes como joven reportero del diario Pueblo, Romero nos va contando historias de los diferentes conflictos en los que ha estado para contar lo que en ellos sucedía, y de otros lugares, Nueva York, Hong-Kong o Las Vegas por ejemplo, en los que no había conflictos pero sí cosas relevantes para contar.
Casi cualquier conflicto sucedido desde los años 70 del siglo pasado aparece por las páginas del libro, desde Vietnam a Iraq o Afganistán pasando por Argentina, Chechenia o Sierra Leona. No todos están tratados de la misma manera, en algunos casos prima la información sobre sus causas y desarrollo y en otros cobra más importancia el papel jugado por occidente y las actividades de las  ONGs o los misioneros; en unos se da prioridad a los horrores cometidos por los diferentes contendientes y en otros a la forma de tratarlos por parte de los medios de comunicación. Esto por lo que se refiere al núcleo central del libro.
Además, como complemento de cada uno de sus 25 capítulos el autor introduce sus propias reflexiones tanto sobre el periodismo (en unos textos que son de lo que más me ha gustado del libro) como sobre distintos aspectos del ser humano, de la política y de la vida en general contando también curiosas anécdotas algunas de las cuales me han hecho sonreír e incluso reír a carcajadas.
No se trata de una autobiografía al uso, sino de contar sus vivencias en el ejercicio de esa profesión que, aunque hoy esté en trance de desaparición, ha sido una de las más bellas e importantes en el siglo XX y lo que llevamos del XXI.
Leyendo los diferentes capítulos he ido rememorando en unos casos o informándome por primera vez en otros de los principales acontecimientos que han tenido lugar a lo largo y ancho del mundo. Su lectura me ha provocado todo tipo de sensaciones y sentimientos desde la emoción hasta el nudo en la garganta a la indignación; de la ternura al horror hasta el punto de tener que cerrar el libro en más de una ocasión para respirar a fondo porque, aunque estoy acostumbrado a las lecturas fuertes, algunas de las cosas que cuenta de Argentina, Ruanda o Sierra Leona entre otros,  son realmente estremecedoras y difíciles de soportar.
De un libro tan extenso, 590 páginas, son muchas las cosas que se pueden destacar, pero a mí me gustaría hacerlo que alguna que, sin ser seguramente de las más importantes, sí que me han llamado especialmente la atención: la fuerte crítica que hace de algunos funcionarios de agencias internacionales como ACNUR o CICR por su papel poco digno y poco comprometido en muchas ocasiones; en un sentido radicalmente  distinto habla de los misioneros y monjas y del gran bien que están haciendo sobre todo algunos países africanos (un matiz importante: el autor se declara ateo); teniendo en cuenta que se trata de un periodista muy conocido y con mucha presencia televisiva, quiero destacar cómo siempre menciona con nombres y apellidos a sus compañeros cámara y productor; finalmente, su compromiso personal (y político) pues tiene afirmaciones como las siguientes:

“Parece que no nos interese o no seamos capaces de quebrar el silencio sobre lo que se cuece en los consejos de administración de las grandes corporaciones económicas, cuyos intereses impulsan las luchas más sangrientas y representan apuestas millonarias sobre la suerte de conflictos que, en el terreno, se dirimen con las armas y se cobran la vida de soldados y civiles. Los grandes criminales, los mayores déspotas, los dirigentes más despiadados se mueven con enorme discreción, tratando de mantenerse en las sombras. Pero sus órdenes resultan tan evidentes como las cotizaciones bursátiles de las empresas para las que trabajan, expolian y asesinan.” (p.414)

“Los medios educan al público en la creencia de que en determinadas zonas del mundo la vida vale menos. En ellas hace falta que se produzcan miles de muertes o infinidad de atropellos sangrientos para que una atrocidad llegue a ser noticia y merezca una columna en un periódico o un minuto en alguno de los noticiarios de radio o televisión.” (p.491)

Conocía poco a Vicente Romero. Veo muy poco la televisión aunque cada vez que ha coincidido Romero en la pantalla me he quedado a ver el programa; siempre me ha parecido un periodista especial. Desde ahora, es algo más, una persona también muy especial.
Recomiendo este libro muy encarecidamente; es de lo mejor que he leído en los últimos tiempos y, además y sobre todo, es uno de esos libros que nos pueden ayudar a mejorar.


Vicente Romero, Habitaciones de soledad y miedo. Corresponsal de guerra, de Vietnam a Siria

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