jueves, 6 de octubre de 2016

Testimonio judío del gulag



Vaya por delante mi agradecimiento a esas editoriales “pequeñas” que, como es el caso de Eutelequia, se atreven a publicar libros no habituales en nuestras librerías y que además, como en este caso en su colección Círculo d’Escritores, lo hacen en ediciones prologadas y muy bien anotadas por el traductor. Este pasado verano he leído la Trilogía siberiana de V.Zazubrin de la misma colección y ya  me pareció una buena aportación.
En este caso, al autor es un judío polaco que vivió un tiempo en la soviética Provincia Judía Autónoma de Birobidzhán  creada en 1934 que, aunque fue objeto de las purgas de 1936, siguió funcionando unos años más. En 1944 Emiot es enviado a la provincia por el Comité Antifascista Judío. En 1948 será condenado por nacionalismo a diez años en un campo de trabajo correccional del que será liberado en 1955. De ahí pasados dos años se irá a Polonia y, finalmente, emigrará a Estados Unidos.
El libro recoge fundamentalmente la estancia previa en la cárcel y los años en el campo de trabajo. El interés principal radica en que muestra y retrata muy bien la situación de los judíos en esas circunstancias, de hecho la inmensa mayoría de los personajes que salen en el texto lo son. El problema que tiene el libro es que, para quien haya leído ya algunos textos sobre el gulag, no ofrece apenas novedades y, además, está relatado todo de una forma un tanto fría o al menos a mí me lo ha parecido quizá porque he leído testimonios muy perturbadores.
No obstante, muestra la deshumanización que se producía y así pone en boca de Broderson, escritor y poeta como el autor lo siguiente:

“-Dime, Emiot, amigo, ¿qué escribiremos cuando salgamos de aquí? Todos los cánones de literatura humanista resultaron ser falsos. ¿Cómo podremos presentar el amor al prójimo en nuestros poemas? Todo sonará excesivamente dulce, artificial, mentirosos. Mira, a mí me gusta Tchaikovski, pero cuando, estando ya en libertad, oiga su Danza de los pequeños cisnes, recordaré  esta melodía ejecutada por nuestra orquesta del campo, de los cansados presos, el muchacho judío que tocaba el violín y dos virtuosos del acordeón…” (p. 192)

El libro se completa, como decía antes, con un Prólogo interesante aunque demasiado extenso y prolijo en algunos aspectos y con un útil Epílogo, ambos escritos por el traductor. A pesar de las muchas páginas que contienen he echado en falta un par de cosas: por un lado, la fecha y el lugar de la publicación del libro algo interesante pues en varias ocasiones el autor cambia los nombres de protagonistas para evitarles problemas, y, por otro lado, el original  del libro parece estar escrito en alemán algo un tanto  raro por el origen y trayectoria de Emiot.
En definitiva, un texto que puede resultar interesante sobre todo a quien se enfrente por primera vez a este tema.



Israel Emiot, Un escritor judío en Siberia

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