martes, 14 de marzo de 2017

Memorias de un revolucionario



Dos fragmentos para situar al personaje:

Dice Carlos García Velasco en el Prólogo: “Toller forma parte de esa generación centroeuropea, judía, laica y librepensadora, forjada en el cosmopolitismo y en un sentido de la universalidad superadora del provincianismo que caracteriza las conciencias nacionales.” (p. 9)

Y el propio Toller casi al final del libro hace esta declaración:

“La frase: “Estoy orgulloso de ser alemán”, o esta otra: “Estoy orgulloso de ser judío”, me suenan a la misma insensatez que si alguien dijera: “Estoy orgulloso de tener los ojos castaños””. (p. 279)

Estas memorias fueron publicadas en 1933, es decir, cuando el autor contaba apenas cuarenta aunque evidentemente de vida muy intensa. Dedica unos capítulos al principio a su infancia y juventud para pasar enseguida a su experiencia bélica como voluntario y dedicar luego el bloque fundamental del libro a su participación en la Revolución alemana de 1918-1919.
De la primera parte me ha llamado poderosamente la atención su  estancia en Francia como estudiante en la que dedicó el tiempo, según cuenta él mismo, al juego y a la búsqueda del dinero fácil. Y llama más aún la atención porque inmediatamente después se alista voluntario  en el ejército alemán. En esta parte escribe unos interesantes fragmentos sobre la guerra y sus culpables.
Así, poco a poco va tomando conciencia:

“Pronunciamos el voto solemne de que a esta Europa había que roturarla de nuevo desde sus cimientos. Declaramos que nuestros padres nos habían traicionado y que la juventud del frente, dura y falta de sentimentalismo, iniciará las labores de limpieza, pues ¿quién sino ella tenía derecho a hacerlo? Lo que se nos niega lo conseguiremos por la fuerza.
¡No tiene sentido –exclamo- el que hagáis acusaciones! ¡Actualmente solo hay un camino, hemos de convertirnos en rebeldes! (p. 120)

Fruto de ello será su participación en la Revolución que se produjo en Alemania tras la guerra. En el caso de Toller lo hará en Munich donde ocupará importantes cargos tanto civiles como militares a pesar de su edad. Este periodo forma el núcleo de las memorias y es, lógicamente, el más interesante aunque no siempre sea fácil de seguir por tratarse de acontecimientos que se suceden de forma muy acelerada y a veces  aparentemente contradictoria. El verdadero interés radica en dos aspectos: por un lado, el hecho de que lo cuenta un destacado protagonista que, por otro lado, demuestra capacidad para el análisis, ausencia de sectarismo y buen espíritu crítico como se comprueba en los dos fragmentos siguientes:

“Cada cual cree que la República Soviética ha sido creada para dar cumplimiento  a sus deseos particulares. A una mujer le gustaría casarse inmediatamente. Hasta el momento había encontrado dificultades para hacerlo, puesto que le faltaban los necesarios papeles, pero la República Soviética ha de rescatar su felicidad. Un hombre pretende que la patrona de su casa le perdone el pago del alquiler. Se ha formado un partido de ciudadanos revolucionarios que exige la detención de todos sus enemigos personales, antiguos compañeros en el juego de bolos y contertulios en el club.” (p. 171)

“La República Soviética no se sostiene. La insuficiencia de los dirigentes, la resistencia del Partido Comunista, la defección de los socialistas de derechas, la desorganización administrativa, la creciente escasez de víveres, la confusión de los soldados, todas esas circunstancias necesariamente han de provocar la caída y proporcionar fuerza e ímpetu a la contrarrevolución en vías de organizarse.” (p. 178)

Un libro recomendable por el tema y por la magnífica escritura. Toller escribió varias obras de teatro durante su estancia en la cárcel por su participación en el movimiento revolucionario; también escribió poesía y algún ensayo.
Hay una buena reseña de Carolina León en criticoestado.es.


Ernst Toller, Una juventud en Alemania. Traducción Pablo Solozábal.








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