jueves, 8 de junio de 2017

La mujer en la RDA



“No he buscado el dramatismo externo ni la sintonía personal. Cualquier vida me parece lo suficientemente interesante para ser comunicada a otros. No he aspirado a una muestra representativa. Lo decisivo para mí era si una mujer tenía ganas o el valor de contar cosas de sí misma. Me interesa cómo viven su historia las mujeres, cómo se imaginan sus historias.” (p. 18)

Estas palabras de la autora en la Nota preliminar dan una buena idea del contenido del libro que, aunque fue publicado originalmente en 1977, aún se puede leer hoy obteniendo informaciones y observaciones interesantes.
Wander utiliza la misma técnica de entrevistas que ha utilizado la premio Nobel Svetlana Alesiévich. En concreto, entrevista a diecinueve mujeres de casi todas las edades (falta alguna representante de los cincuenta y sesenta años) y de variadas profesiones y estado civil. No se sabe qué les plantea, pero las entrevistadas hablan de todos los temas si bien hay algunos recurrentes como: sus relaciones con los hombres (incluyendo las físicas), sus aspiraciones profesionales, su historia (en las que tiene más de cuarenta años), su vida familiar con padres, maridos o hijos, etc.
El conjunto ofrece una visión bastante amplia de la situación de la mujer en esos años en la República Democrática Alemana.
Dejo a continuación tres fragmentos de tres mujeres bien diferentes como ejemplo de lo que se puede encontrar en el libro:

“Significa claramente que no soy una mujer emancipada. Yo no quiero tener idénticos derechos, yo quiero disfrutar de mis privilegios como mujer. (…) No, un hombre tiene que asumir algunas cosas, tiene que aceptar de entrada que él es el más fuerte. Y también tiene que ser un punto mejor, ser un punto más inteligente. Y yo soy la hiedra que le crece alrededor. Soy totalmente anticuada, ¿verdad? Eso me gusta. (p. 207-208) (Treinta y siete años, casada, ama de casa)

“Dice: hasta la vista, sé que los niños están en buenas manos contigo. Así que yo, que no soy militante del partido, he de hacer de los niños buenos socialistas, ¿verdad? Porque al divorciarnos me regaló las Obras completas de Marx.” (p. 233) (Cuarenta y un años, asistente de escena, separada)

“Las cosas que hoy nos resultan evidentes eran para nosotros un lujo, tener pan todos los días, poder comprarse zapatos, ser tratada como una persona. Por este motivo sólo puede ser mi orden social. Tengo una relación muy sana, inconmovible con nuestro Estado.” (p. 286) (Cuarenta y siete años, directora de cuadros, casada)

Es un libro que se lee con mucho interés aunque no todas las historias tengan el mismo atractivo. Eso sí, para alguien como yo resulta difícil poder establecer comparaciones con la situación en nuestro país por dos razones: primero, por ser hombre y, por lo tanto, no conocer en profundidad lo que pensaban las mujeres por esos años y, segundo, porque es España la situación era muy diferente al estar saliendo de una larga dictadura de derechas.
Hay una buena reseña de Carmen Morán en elpais.com.


Maxie Wander, Buenos días, guapa. Epílogo de Christa Wolf. Traducción Ibon Zubiaur

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