viernes, 6 de octubre de 2017

Una España bastante olvidada



“Un completo recorrido por la geografía, la historia y las narrativas de la España interior, de la mano de un excelente prosista que sabe ser al mismo tiempo divulgativo, crítico y emocional.” Jorge Carrión, The New York Times en español (en la contraportada).

Esta frase es un buen resumen del contenido y el sentido de este magnífico libro. El autor lo ha dividido en tres partes claramente diferenciadas. En la primera explica lo que él denomina El Gran Trauma, esto es, el vaciamiento que se produjo desde los años cincuenta del siglo pasado de la España interior. Para ello emplea multitud de datos estadísticos muy interesantes. En la segunda, la más extensa y la que forma el verdadero núcleo del libro, bajo el epígrafe de Los mitos de la España vacía hace un recorrido por lugares de esa España de la mano principalmente de la literatura y también algo del cine. En la tercera, El orgullo, habla de algunos cambios que se están produciendo actualmente por su generación, a la que denomina como viejóvenes
En este recorrido nos vamos a encontrar con cosas tan distintas como: las películas Surcos y Amanece que no es poco  o el documental Tierra sin pan que Buñuel hizo sobre Las Hurdes; con escritores como Llamazares, Muñoz Molina  o Bécquer; con programas de televisión como Un país en la mochila de Labordeta; con crímenes como los de Fago o Puerto Urraco; y también con La Institución Libre de Enseñanza y el carlismo. Ahora bien, si algo recorre gran parte del libro es El Quijote.
Como se ve, se trata de un viaje fundamentalmente literario aunque Del Molino también haya recorrido por trabajo o placer gran parte de esa España interior.
Tengo que decir que aparte del interés que tiene el libro en sí mismo, a mí me ha resultado especialmente entrañable en algunos momentos. Nací en una ciudad y soy fundamentalmente un urbanita, pero en la segunda mitad de los cincuenta y principios de los sesenta pasaba los tres meses de vacaciones en un pueblo de Toledo con la familia materna. Allí hacía la mayor parte de los trabajos agrícolas y, desde entonces, siempre he sentido un gran respeto y, sobre todo, un gran afecto por todo lo relacionado con el mundo rural. Por eso este libro me parece no solo interesante y emocionante sino también muy necesario ante el abandono que sufre ese mundo desde hace tiempo.
Algo de esto refleja muy bien el autor en el siguiente fragmento situado al final del libro:

“(…) caminamos por la España vacía como si estuviera en llamas o hubiera ardido hace poco. Esas cenizas y esos cascotes contienen siglos de desprecio y odio. Han sido tratados con asco, altivez o sorna, y quienes no lo han hecho así, como los institucionistas, han alentado la idea de redención. Todos, ya hablasen desde el desprecio, ya desde la admiración, la contemplaban como un lugar extraño en el sentido extranjero. Algo que no les pertenecía. El imaginario de la España vacía ha sido construido desde fuera, con metáforas condescendientes y crueles como las de las Hurdes o con anales vergonzosos de la crónica negra y criminal. Su paisaje se ha caracterizado siglo tras siglo por el mal de Maritornes. Ha sido lugar de destierro y ha sufrido dictadores que la han destruido con grandes violencias mientras vindicaban y celebraban su dignidad en los discursos. Nunca ha sido dueña de sus propias palabras. Siempre ha estado contada por otros.” (p.251)

Libro absolutamente recomendable. Hay dos buenas y muy personales reseñas: Antonio Muñoz Molina en elpais.com y AndrésBarba en elcultural.com. 

Sergio del Molino, La España vacía. Viaje por un país que nunca fue.

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