jueves, 14 de diciembre de 2017

Buen descubrimiento



No hace ni un mes que hacía la entrada en el blog comentando el segundo libro publicado por esta nueva editorial. Ahora lo hago con el primero.
Al igual que el anterior, se trata de un autor del que hasta ahora no se había traducido nada en nuestro país y, por lo leído, parece que es una pena. La novela la escribió Meckert en 1937, cuando tenía apenas veintiséis años, aunque no se publicó en Francia hasta 1941. Está escrita como si se tratase de una confesión, o incluso de una autojustificación, en la que Félix, el protagonista, relata en primera persona el proceso de conocimiento, enamoramiento y matrimonio con  Paulette, su mujer y coprotagonista de la historia, así como, y esta es la parte más interesante y mejor expresada de la obra, los posteriores conflictos con malos tratos incluidos.
En la primera parte asistimos a las relaciones con diferentes miembros de la familia de ella que no aportan demasiado a la historia más allá de ir conociendo a los dos protagonistas. En este sentido es interesante la visión que tiene Félix de la que será su mujer: “Paulette era una verdadera joya. Cocinera, costurera, nada perezosa, profundamente enamorada y nada tonta, tanto mejor.” (p. 99).
También conocemos el trabajo de Félix y, de alguna manera, ciertas condiciones de la clase obrera de esos momentos (por ejemplo, los problemas con la vivienda). En este sentido, es interesante la asistencia de ambos a una manifestación y posterior fiesta de los comunistas que llevan al narrador a decir:

“Era la primera vez que Paulette asistía a una manifestación. Se quedó fascinada. No había risas sardónicas, ni mandíbulas crispadas ni ojos de rabia, esos fantasmas que imaginan los burgueses.” (p. 132)

“Estimular el entusiasmo, excitarse, en eso consistían los mítines, aquellas ferias de la política. Te dejabas la garganta y los pulmones, y te levantaba un poco el ánimo. Era un intermedio, el debido reposo. Era incluso, puestos a decir, una válvula de escape. Evacuabas el vapor, eso era todo.” (p. 133)

Sin embargo, poco a poco y sin que sepamos muy bien el porqué, la relación empieza a deteriorarse y se inician los malos tratos. Esta parte de la obra está magníficamente contada y es una de las pocas veces que he visto este tema tratado en una novela. Además, Meckert utiliza un lenguaje muy adecuado en cada uno de los momentos y, desde luego, en los de máxima crudeza.
En la reseña hecha en el blog lectoravergonzado.blogspot.com se afirma con bastante acierto:

El pensamiento de Félix, ese soliloquio que mantiene consigo mismo, está conformado por oraciones sonoras que parecen golpes. Cada frase es un choque contra el mundo, contra sí mismo. Esa batalla constante que mantiene es la que hace que el lector no pueda permanecer impune, y aunque sabe que las acciones que comete no pueden ser justificadas, siente cierta compasión por él. Extraña sensación."
Una espléndida novela, de esas que se recuerdan por sus personajes y su historia.

Jean Meckert, Los golpes. Traducción Javier Bassas Vila.

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