martes, 12 de diciembre de 2017

Ravel visto por Echenoz



Apenas han pasado tres semanas desde que hacía la entrada en el blog con el comentario de Correr, la primera novela que leía de Echenoz y ya avisaba de que no sería la última. Efectivamente, aquí tenemos la segunda y tendría que repetir muchas de las cosas que decía en el comentario anterior. Parece que el autor ha hecho una especie de trilogía sobre personajes peculiares de los que cuenta cosas de diferentes momentos de sus vidas sin que sean una biografía ni nada que se le parezca. En este caso se trata del músico francés que ha pasado  a la historia por su famoso Bolero, una pieza tan repetitiva como atrayente. Recuerdo haber visto hace muchísimos años al ballet de Maurice Bejart en un montaje sobre esta pieza que dejaba con la boca abierta.
Tomo de la reseña de Francesc Bon en unlibroaldia.blogspot.com la magnífica síntesis que hace de la caracterización que el Echenoz hace del músico:

“Formidable recreación, donde se nos muestra al músico en sus diversas vertientes, todas ellas que cuadran mucho con el concepto de excentricidad tan atribuido a los genios: caprichoso, despótico y a veces desconsiderado con cierta corte de aduladores que encajaba hasta los peores desprecios como parte del paquete. Narcisista, obsesionado hasta lo enfermizo por su vestimenta y su calzado, fumador empedernido de Gauloises, evanescente, de aspecto frágil pero elegante, de salud precaria y largo historial de enfermedades desde la juventud.” 

El libro recoge los diez últimos años de la vida de Ravel con un largo viaje a los Estados Unidos para ofrecer varios conciertos. Hay cosas que son reales y otras más o menos inventadas por el autor y, en todo caso, una estupenda recreación literaria. Hay quien, como JoséAntonio González Fuentes en ojosdepapel.com, le critica una cierta superficialidad: 

“Estamos ante un despliegue efectivo y plausible de piel, pero se echa de menos la carne que debería haber debajo, la sangre roja que debería recorrer todo el artefacto. Es una narración muy de nuestra época. Mucho aparataje externo empleado en voz baja y engañosamente lacónico. Es un fuego de artificio que presume con falsa modestia de su carencia de colores.” 

Puede que sea así, pero yo tengo que reconocer que disfruto mucho con lecturas como esta que me atrapan y que, por su escasa extensión, puedo leer de un tirón.

Jean Echenoz, Ravel. Traducción Javier Albiñana.

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