martes, 3 de julio de 2018

Un buen escritor flamenco


De un tiempo a esta parte es cada vez más frecuente encontrarse con libros que novelan aspectos de la realidad o, como en este caso, la biografía de algún personaje. A Hertmans le entregó su abuelo antes de morir unos cuadernos en los que contaba su vida. Al pricipio decide no leerlos, pero cuando al fin lo hace pasados muchos años, lo que encuentra le motiva para escribir este libro que como dice la editorial en la contraportada: “Lo que el lector tiene entre las manos son unas memorias que se leen como una novela, o, si se prefiere, una novela que reconstruye una vida real”.
El libro se divide en tres partes muy diferentes. En la primera, la más extensa, el autor cuenta los primeros años de la vida de su abuelo y de sus antepasados. La profesión de pintor de frescos del padre del abuelo le da pie para hablar mucho de arte (de hecho Hertmans fue profesor de la Academia de Bellas Artes de Gante). Además de hablar del Gante de su abuelo habla también del propio del autor lo que resulta muy interesante.
La segunda parte está escrita en primera persona y consiste en la reproducción muy bien editada  de las memorias del abuelo durante la Primera Guerra Mundial. Aunque he leído ya varios libros con ese tema y desde una perspectiva parecida, no dejan de impresionarme las cosas que se cuentan. Además, Hertmans ha hecho una gran labor y las descripciones son magníficas y no se oculta lo más desagradable dejando escenas de gran crudeza. Lo más sorprendente –pero esto me suele pasar con muchos libros de memorias-, es que el abuelo las escribe con setenta años y sin embargo son enormemente precisas en los detalles tanto de los hechos como de los lugares.
En la tercera parte se vuelve a la tercera persona y se cuentan aspectos de la vida posterior. En este sentido llama mucho la atención su segundo matrimonio con la hermana mayor de su primera esposa tras la muerte de esta y algunos detalles que se dan de esta relación. Muy interesante resulta lo que escribe sobre la faceta de pintor del abuelo y también las fotos de alguno de sus cuadros.
He contado bastante del contenido del libro, algo que no suelo hacer habitualmente, porque es una de las claves de su interés. También hay que decir que está magníficamente escrito por quien parece ser uno de los grandes escritores belgas de la actualidad. Además el libro ha obtenido numerosos galardones.
Hertmans es un escritor de Flandes que escribe en flamenco. Me ha llamado la atención la siguiente descripción que hace el abuelo de la situación de los soldados, por soldados y por flamencos.

“Cuanto mayor era el sacrificio humano, más insoportable resultaba el desdén de los oficiales francófonos, las vejaciones públicas y el trato discriminatorio a los soldados flamencos. (…)
Mientras nosotros pasábamos días enteros al aire libre con gruesos gorros de montaña y botas destrozadas envueltas en trapos de franela, frotándonos los brazos y apretándonos unos contra otros para no morir de frío y que no se nos cayeran los dedos por congelación, los oficiales charlaban cómodamente sentados en granjas con buenas chimeneas.” (p. 279)

No sé si como he leído en algún comentario este libro se convertirá en un clásico, pero sí que es desde luego de lectura muy recomendable aunque en la primera parte hay algunos momentos en los que me ha costado avanzar.

Stefan Hertmans, Guerra y trementina. Traducción Gonzalo Fernández

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