domingo, 16 de diciembre de 2018

En el mundo de los escritores



Es una de las pocas ocasiones en las que he comprado un libro a raíz de ver el tráiler de la película que se ha hecho sobre él, película que, además, no he visto. Me interesó el tema de un escritor y su relación de pareja con una mujer que parece tener también inquietudes literarias.
Dice Ignacio Martínez de Pisón en su reseña para elpais,com:

“En La esposa están también presentes muchas de las virtudes de los grandes novelistas: facilidad para la recreación de atmósferas, pulso narrativo, capacidad de observación, atención a los detalles, buenos diálogos, una prosa limpia que fluye con naturalidad... La esposa lo tiene todo para ser una gran novela, y sin embargo no llega a serlo. El problema con este libro es que tiene trampa, y que esa trampa no la descubrimos hasta el final.”

Y no puedo estar más de acuerdo con todo y especialmente con esa trampa del final que de alguna manera yo conocía por haber visto el citado tráiler y que es cierto que altera un tanto el sentido de todo el libro. Para no hacer spoiler dejaré el tema.
La novela cuenta, desde la perspectiva de la esposa como narradora, la historia de un escritor que va a recibir el premio Helsinki, algo menos famoso que el Nobel pero más dotado económicamente. Con la llegada a Finlandia se inicia y terminará tras la entrega. En medio, Wolitzer va contando con continuos saltos en el tiempo perfectamente ejecutados los principales momentos en la vida del escritor centrándose sobre todo en la que tiene en común con la narradora.
Wolitzer se muestra en parte feminista y también crítica con el mundo de los escritores, pero sin llegar a hacer demasiada sangre en ninguno de ambos temas.
Dejo un par de ejemplos de la caracterización que hace de su marido que muestran algo de ambos aspectos:

“Los niños recibían dos canales de amor distintos, uno mío, con un fluir estable y razonable, y uno de su padre si alguna vez se acordaba, si era capaz de olvidarse de sí mismo. Pasaba tanto tiempo distraído, atrapado en los detalles de su vida profesional y en todos aquellos galardones que se iban acumulando como centímetros de nieve. Los niños y yo nos limitábamos a contemplar cómo crecía su carrera.” (p. 93)

“Tenía sus opiniones, claro, las típicas de la época respecto del comunismo y de las relaciones raciales y de Dien Bien Phu, pero cuando se trataba del paisaje de la mujer, estaba tan perdido que apenas podía decir gran cosa.” (p. 128)

Seguramente, como dice Martínez de Pisón, no estamos ante una gran novela, pero sí ante un libro que se lee con atención y gusto porque la autora define muy bien a los diferentes personajes utilizando para ello pocas palabras pero muy bien escogidas; cuenta una historia que tiene su interés y, en lo que a mí respecta, da bastante protagonismo al mundo de la literatura lo que no es muy habitual.

Meg Wolitzer, La buena esposa. Traducción Enrique de Hériz.



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