jueves, 31 de enero de 2019

Otro original escritor francés





Hace ya tiempo que vengo insistiendo en el blog, a partir de la lectura de diferentes autores franceses, que es en ese país en el que se está produciendo la literatura más original y novedosa. Aunque ya los he nombrado en otras ocasiones, repetiré los nombres de algunos de estos escritores: Carrère, Echenoz, Deville o Vuillard. Ahora tengo que añadir a esta lista, en la que no están todos los que son, el nombre de Reinhardt, autor que hasta el momento desconocía a pesar de que ya se han traducido varios de sus libros.
Y tengo que añadirlo por, como dice el crítico Jérome Garcin, la “forma binaria totalmente inédita” en que está escrita la novela. Partiendo del hecho real del cáncer padecido por la mujer del autor, y de que esta le pidió que terminase la novela que estaba escribiendo de la que, además, tenía que leerle lo escrito cada día, Reindhart construye otra novela en la que la protagonista tiene también cáncer y su marido, en este caso un músico de renombre, tiene que seguir componiendo una sinfonía.
A través de esta doble perspectiva, en la que a veces se repiten frases y momentos, “Éric Reinhardt sondea sus miedos íntimos y explica lo que sucede en una pareja cuando golpea la enfermedad. Una sinceridad radical.” (Françoise Dargent, Le Figaro, reproducido por la editorial en la solapa).
La historia le da pie para multitud de reflexiones sobre el amor, la sexualidad, la amistad o la muerte, pero sobre todo para contar dos historias de  amor que superan los momentos más delicados y duros. Porque es una novela en la que se habla principalmente de amor, de un amor del que el autor dice:

“Así habían imaginado siempre su pareja, y es así, en mi opinión, como puede entenderse también el amor, como una alianza, una aventura, una suma de deseos y de ambiciones, de energía, de fuerza, para hacer frente juntos a todo aquello, duro y escarpado, intimidatorio, que la vida pueda ponernos en contra, pero también para gozar juntos de lo placentero del camino (porque el camino puede ser hermoso),  para ser finalmente lo más felices posible. Decidir ser dos mejor que estar solo, fundirse y ser más fuerte y más inteligente, más jovial, más decidido, más paciente, más reflexivo, más resistente, más ingenioso, más perspìcaz por el camino de la vida por el hecho de ser dos, por haber elegido recorrer entre los dos el mismo camino sin prescindir de los propios sueños y de miras diferenciadas, es una forma más, creo, de concebir el amor, quizá también la más hermosa, quizá incluso la única en realidad.” (p. 91)
(Se está refiriendo a la pareja formada por Nicolas y Mathilde, los protagonistas de la novela que escribe).

Me he permitido esta larga cita porque creo que en ella se resume gran parte del espíritu, y del sentido,  que atraviesa todo el libro. Un libro, por cierto, que me resulta difícil comentar porque solo se disfruta si uno es capaz de meterse en la historia y de aceptar que el autor, de vez en cuando, se entremeta con cosas como: “Este diálogo (…) lo escribí en el verano de 2008 en la terraza de Nemours todavía hoy lo recuerdo con exactitud…” (p. 119)
Un libro que rezuma romanticismo y sensibilidad, que está magníficamente escrito y que tiene unos grandes protagonistas, tanto los reales como los imaginados, pero también un libro que puede desagradar a algunos lectores.
Desde luego, lo que está claro es que habrá que leer algo más de Éric Reinhardt.

Éric Reinhardt, El dormitorio conyugal. Traducción María Teresa Gallego  Urrutia y Amaya García Gallego.

martes, 29 de enero de 2019

La última novela de un grande




Esta fue la última novela que publicó Steinbeck a quien le concedieron al año siguiente, 1962, el premio Nobel de Literatura. No creo que en esa concesión influyera decisivamente esta novela porque creo que no es, precisamente, de las mejores de un autor que escribió bastante y muy bien. Sus libros de los años treinta a cincuenta sí que me parecen merecedores de semejante galardón.
Describe el autor en esta novela la situación a la que se enfrenta el protagonista, Ethan, un dependiente de una tienda de alimentación en un pueblo de la costa este en dos momentos diferentes: En la semana santa y en los días en torno al 4 de julio. Ethan pertenece a una familia de piratas y balleneros  que fue propietaria de la mayor parte del pueblo, pero que lo ha perdido todo y de ahí su actual trabajo que, eso sí, él lleva con cierta dignidad. No ocurre lo mismo con su mujer y su hija a las que les gustaría vivir de forma más holgada. Aquí está el tema principal de la novela: el dinero y todos los males que trae consigo. Porque, efectivamente, Steinbeck dedica el principal esfuerzo en demostrar ese carácter dañino y al mismo tiempo a mostrar la importancia que el dinero tiene en una sociedad como la estadounidense.
Los siguientes fragmentos son un buen ejemplo del tratamiento que se da al tema.

“¿Acaso alguna de las grandes fortunas que tanto admiramos se ha amasado sin crueldad? No se me ocurre ninguna que esté libre de eso.” (p. 141)

“- Dices cosas horrorosas, inclusive a los niños.
-Y ellos a mí. Anoche mismo, Ellen me dijo: “Papá, ¿ cuándo seremos ricos?” Pero no le dije lo que sé: “Seremos ricos muy pronto, y tú, que tan mal administras la pobreza, igual de mal has de administrar la abundancia” Y es muy  cierto. En la pobreza, es una envidiosa. En la abundancia bien podría ser una esnob. El dinero no cambia la enfermedad, sino que solo modifica los síntomas.” (p. 154) (Conversación con la esposa).

“- No creo que un pellizco de dinero eche nada a perder. No es una cantidad desmesurada; solo lo suficiente. –No le contesté-. ¿No opinas lo mismo?
-Oh, hija de príncipe – le dije-, no hay tal cosa. Nunca es suficiente. Solo rigen dos medidas: o no tener nada o no tener lo suficiente.” (p.171) (Conversación con la hija).

En torno al 4 de julio y, claro, no está elegida la fecha de  forma casual, todo esto tendrá repercusión.
Como decía, este el tema que atraviesa todo el libro, pero a mí lo que más me ha gustado es la magnífica descripción de la vida cotidiana tanto de la familia como de los habitantes de una pequeña localidad de costa. Steinbeck tiene además la gran virtud de hacer unos diálogos muy verosímiles y muy bien construidos. También hay un buen conjunto de personajes secundarios que tienen importancia en los cambios que se producirán.
Sin embargo,  a pesar de todo lo dicho, ha habido momentos en que la novela me ha resultado un tanto tediosa y por eso quizá es la que menos me ha gustado de las que he leído del autor, siendo obviamente una buena novela.
Hay dos reseñas interesantes que cuentan bastantes más cosas de la historia y los personajes: la de José Antonio Gurpegui en elcultural.com y la de Francisco Solano en el país,com. Ambas, por cierto, son de 2002 que es cuando se publicó el libro por primera vez en castellano.


John Steinbeck, El inverno de mi desazón. Traducción Miguel Martínez-Lage.

lunes, 28 de enero de 2019

La movida en entredicho




Desde hace un tiempo se está haciendo una crítica de los años de la Transición por parte de historiadores, politólogos, sociólogos, periodistas e incluso  políticos. Algunos critican lo que se hizo y el cómo se hizo, pero la mayoría critican, y con toda la razón, la mitificación posterior del fenómeno. Se habló de “acontecimiento mundial” o de “ejemplo para muchos países”; hubo políticos que habían participado en ella que se dedicaron a dar conferencias o a ser consejeros cuando las transiciones en los países del este. Creo que hoy ya va quedando claro que no fue para tanto y que hay bastantes, no sé si demasiadas, sombras en aquel proceso.
Con el fenómeno de la movida madrileña está pasando tres cuartos de lo mismo. Madrid era “el centro cultural y musical del mundo”, el lugar donde la gente más se divertía y donde la creatividad estaba en cada rincón de algunos barrios. Pues bien, libros como este de Lenore bajan un poco los humos de tanto agasajo tal y como se puede apreciar en los siguientes fragmentos:

“Ahora que tenemos perspectiva histórica, no parece que haya mucha distancia entre los valores de la clase alta franquista y la de los triunfadores de los ochenta. Basta comparar la cosmovisión de Alaska con la de la típica señora del barrio de Salamanca: las dos devoran el ¡Hola!, detestan el comunismo, adoran a Raphael, defienden el horror vacui y derrochan condescendencia con la gente pobre. Quizá el mayor desencuentro es que Olvido Gara prefiere tintes de pelo más atrevidos.” (p. 24)

“(…) pero si algo sabemos seguro es que los contenidos culturales de la movida apenas atendían cuestiones de clase social, memoria histórica, explotación laboral, marginación y democracia económica, por citar asuntos presentes en el underground setentero español.” (p. 32-33)

“Nunca olvidaré presentarme el primer día de clase en Icade, la universidad donde cursé Derecho, para encontrar a dos compañeros tremendamente excitados descubriendo en las páginas de empleo de ABC cuánto iban a cobrar cuando se licenciasen. Los ochenta fueron una máquina de fabricar juventud conformista.” (p. 76)

 “Como he intentado explicar, la movida fue la llegada en tromba de muchos procesos pendientes ya asimilados por la sociedad occidental: la revolución sexual, Mayo del 68, la parte más lúdica de la contracultura, el arrase del arte pop y -sobre todo- la revolución individualista, elitista y consumista cocinada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, procesos diversos y a veces contradictorios pero simultáneos” (p. 178)

E incluso hace una breve excursión final a la actualidad dejando este recado:

“La alegría cultural de los ochenta estuvo bien. El triunfo de Manuela Carmena supone un avance significativo. El problema es confundir la efervescencia cultural con un cambio político, ya que muchas veces lo primero funciona como un premio de consolación para renunciar a los segundo.” (p. 141)

Como se ve, el autor no es muy complaciente con la movida aunque no ataque a algunos personajes tanto por lo que hicieron como por lo que vendieron y cómo lo hicieron.
No ha escrito Lenore un libro tan cáustico y a veces hasta desagradable como  el de José Luis Moreno-Ruiz, La movida modernosa. Una crónica de la inmovilidad política, comentado hace algo más de dos años en este blog, pero sí un texto muy crítico con la época que no fue sino la del afianzamiento del individualismo, el neoliberalismo y el consumismo como insiste el autor en varios momentos.
El libro está dividido en 10 capítulos en los que va tratando los diferentes aspectos de la época. Especialmente interesante es el que dedica al papel del PSOE en el origen y la financiación de la movida (causa un poco  de rubor alguna cosa que cuenta sobre las negociaciones de músicos para poder actuar en fiestas de municipios gobernados por los socialistas). También es muy  jugosa la narración de la presencia de Andy Warhol en Madrid y cómo tanta gente iba tras él para significarse (al final, dice el autor, lo que más le gustó de su estancia fue la repostería de la pastelería Mallorca). Hay palos, muy merecidos para Aute y Sabina por las letras de algunas de sus canciones. También demuestra el plagio de canciones de otros autores. No podían faltar, claro, Pedro Almodóvar y parte de su troupe que tampoco salen muy bien parados.
Otro aspecto muy interesante del libro es que Lenore utiliza mucho, y sobre todo muy bien, la citas de libros y artículos de gente que ha trabajado bastante el tema o que lo ha vivido directamente.
En fin, un texto que no tiene desperdicio en sus apenas 200 páginas y cuya lectura resulta además de recomendable casi obligatoria para quienes vivimos aquella época.
Hay una larga e interesante entrevista de J.M.Mariscal con Lenore en mundoobrero.es.
Una acotación personal. Decía al principio que estoy de acuerdo con la desmitificación que se está haciendo de la Transición, más teniendo en cuenta que participé en ella desde la militancia política. Curiosamente, a pesar de vivir en Madrid en la época de la movida, quizá por esa actividad política y por estar dedicado al estudio, no participé en nada de lo que he leído en el libro, es más, no conozco ni me suenan muchos de los músicos que en él aparecen. Es decir, efectivamente, la movida fue cosa de unos cuantos, aunque fuesen muchos, que eran los que iban a todos los saraos.

Víctor Lenore, Espectros de la movida. Por qué odiar los años 80.






jueves, 24 de enero de 2019

“Gracias a todos”: Nuevas citas X


Hace más de seis años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se tercia, tal y como hice en el libro.

Hijos

Ahora todavía te quedan esperanzas, pero algún día las dejarás atrás. Por eso se tienen hijos, para tener a alguien en el que poner tus esperanzas. Yo no tengo hijos, por eso te tengo tanto afecto.
Edward Bunker, No hay bestia tan feroz


Hijos, padres

Me necesitaba para que hiciera lo que los hijos hacen por sus padres: dar fe de que son entes con sustancia, de que no están huecos, de que no son carencias sonoras. De que importan, cuando tan pocas cosas parecen importar.
Richard Ford, Canadá

Historia

La debilidad de la historia es que es voluble y poco fiable, sujeta al vaivén de las ideologías y las modas: ¿por qué si no cambian tanto las versiones de los hechos de un siglo a otro? El mito tiene una fuerza lírica y una belleza estética de la que la historia carece.
Clara Usón, La hija del Este

Hemos convertido los libros de Historia en una ficción, y ahora hemos de recurrir a la ficción para contar la historia. No deja de ser una paradoja. Al menos, nos quedan las novelas.
Andrés Trapiello, Ayer no más
  
Cuando yo era joven e ingenuo pensaba que la historia era algo riguroso y académico. Tal como yo la entendía, la historia tenía que ver con la búsqueda de la verdad, con documentos, cronología y hechos. Estaba convencido de que el objetivo de la historia era transmitir una explicación sensata del pasado basada en la investigación metódica. También creía que comprender el pasado podía arrojar algo de luz sobre nuestro presente e incluso ayudarnos a forjar un futuro mejor.
Gilad Atzmon, La identidad errante


Los cambios de régimen y nuevos nacionalismos han creado un número inauditamente elevado de estados cuyos políticos necesitan de una tradición histórica pública o una historia nueva y útil para fines patrióticos. Esto resulta especialmente obvio en los estados recién independizados, algunos de los cuales han sido fundados y dirigidos, de hecho, por historiadores profesionales o, mejor dicho, predicadores de un mito nacional; por ejemplo, Croacia y Georgia.
Eric Hobsbwam, Un tiempo de rupturas. Sociedad y cultura en el siglo


Establecer la verdad histórica por medio de decretos y leyes parlamentarias ha sido una tentación para los políticos, pero carece de espacio legítimo en un estado constitucional.
Eric Hobsbwam, Un tiempo de rupturas. Sociedad y cultura en el siglo XX


-¿Qué estás repasando?
-Una lección sobre los asirios y los babilonios.
-¡Nos atiborran la cabeza con una información que no nos servirá de nada!
-No estoy de acuerdo contigo. Todo lo nuevo se alimenta de lo antiguo. La historia sigue siendo la historia por muy injusta que sea.
Mohamed Chukri, Tiempo de errores


A diferencia de la memoria, que se confirma y se refuerza a sí misma, la historia incita el desencanto con el mundo. (…) Pero la historia sí debe aprenderse y, periódicamente, reaprenderse. En un conocido chiste de la era soviética, un oyente llama a Radio Armenia para hacer una pregunta: “¿Es posible predecir el futuro?” Respuesta: “Sí, no hay problema. Sabemos exactamente cómo será el futuro. Nuestro problema es el pasado: que siempre está cambiando”.
Tony Judt, Posguerra


(…) la mayoría de los historiadores, incluso los buenos, saben que al investigar el pasado, hasta el más remoto de los pasados, también piensan y expresan opiniones por lo que se refiere y concierne al presente  y a sus intereses.
Eric Hobsbawm, Años interesantes. Una vida en el siglo XX


La historia está siendo revisada o inventada hoy más que nunca por personas que no desean conocer el verdadero pasado, sino sólo aquel que se acomoda a sus objetivos. La actual es la gran era de la mitología histórica. La defensa de la historia por sus profesionales es en la actualidad más urgente en la política que nunca.
Eric Hobsbawm, Años interesantes. Una vida en el siglo XX


(…) lo interesante de la historia es lo que nos enseña sobre nuestra propia época, ¿verdad? Pero de ello no oyes ni una palabra en la escuela y por eso supuso una novedad para mí desde el momento en que pude adquirir un poco de experiencia y pensar por mí misma.
Torborg Nedreaas, Nada crece a la luz de la luna


(…) la historia, esa vil mentira de los académicos donde no se encuentra ya, bajo las líneas impresas, ni una gota de la sangre vertida, donde no queda nada de la pasión, el dolor, el miedo y la violencia de los hombres.
VictorSerge, Ciudad conquistada


Hombre

No se puede educar al hombre, ni hacerlo receptivo a las ideas nobles y a la vida decente. Se arrima al sol que más calienta. Inclina la testuz cuando le hacen una demostración de fuerza, y cumple cualquiera que sea la orden. Sólo toma iniciativas cuando le permiten ser él mismo a la hora de torturar a otros.
György Spiró, Exposición de primavera


Pensaba que el hombre podía considerarse hombre mientras sintiera en todo momento y con todo su cuerpo que estaba en condiciones de quitarse la vida, que estaba dispuesto a intervenir personalmente en su propia existencia. Esta conciencia es la que le proporciona a uno la voluntad de vivir.
Varlam Shalámov, Relatos de Kolimá, Vol IV, La resurrección del alerce


“El hombre es un ser que se acostumbra a todo. Creo que esa es su mejor definición.”
Fiódor Dostoievski citado en
AnneApplebaum, Gulag. Historia de los campos de concentración soviéticos


Un hombre puede vivir sin ver, un ciego también es un hombre. Pero si no te ven, entonces no eres nada.
Per OlovEnquist, El ángel caído


La definición más corta que conozco de un ser humano: el derecho a añorar dejar de existir.
Per OlovEnquist, El ángel caído


Horror

Siempre me ha espantado más la desidia del hombre ante el horror que el horror mismo.
Eduardo Halfon, Duelo


La idea de Ford creo que, se busque o no eso, es bastante acertada.
Yo también creía lo mismo que Atzmon  cuando empecé a estudiar historia. Luego he ido cambiando y hoy  creo que está muy mediatizada por la ideología. Precisamente Hobsbawm, uno de los grandes, denuncia uno de estos casos: La utilización por el nacionalismo. El chiste que cuenta Judt, otro grande, va en la misma línea.
Demasiado duro lo que dice Spiro aunque algo de eso hay desgraciadamente.
Muy interesante la idea de Shalámov.
Enquist consigue una frase muy redonda y seguramente muy cierta sobre la visibilidad.
Halfon da también una idea no muy positiva del hombre. Desde luego esa desidia ha estado demasiado presente en la historia.




miércoles, 23 de enero de 2019

Repaso teórico a la política




Este politólogo,  además de  profesor y  estudioso, tiene la particularidad de que participa en el análisis de la realidad más inmediata en varias tertulias televisivas y radiofónicas, de ahí que lo conozca  y lo escuche siempre con atención porque tiene la rara cualidad de hacer buenos comentarios y hacerlo en forma pausada para que se le pueda entender. (Antes ya había leído su intervención en el libro sobre sistemas electorales que publicó Politikon, el grupo de análisis al que pertenece).
Dice el propio autor a modo de resumen sobre el contenido:

“En este libro se han brindado algunos enfoques para el triunfo del príncipe. Ciertamente, con profundidad desigual, pero tratando de aportar alguna luz sobre muchos temas. El Estado y la democracia, su organización institucional, los partidos nuevos y viejos,  las nuevas brechas de comportamiento electoral con la llegada de la globalización, los referéndums y los adelantos electorales, el devenir de la socialdemocracia y los estados del bienestar, cómo gobernar en un sistema presidencial y en uno parlamentario o la estructura territorial del poder.” (p. 256)

Esto lo desarrolla a lo largo de diez capítulos con uno final de resumen y conclusiones.
Como él mismo advierte, el nivel de profundización es muy diferente y yo añadiría que también lo es el nivel de interés. Este depende de los conocimientos previos que tenga el lector, porque hay  algunos temas que alguien interesado por la política los conoce lo suficiente para que el texto no aporte gran cosa más allá, eso sí, de un buen resumen y sistematización. Pero, al mismo tiempo, en otros, al menos en mi caso, sí he encontrado aspectos más novedosos. Así:

-        Las diferencias entre el voto a Trump y a la extrema derecha europea, y a partir de ahí al análisis del voto de clase.
-         Los ejemplos que da al tratar el tema de elecciones y referéndums.
-        Todo el capítulo dedicado al Estado del Bienestar y el papel de las clases medias.
-        Las explicaciones sobre el presidencialismo en Sudamérica y sobre el impeachment.
Evidentemente esto no representa sino una mínima muestra del interés que puede despertar el libro. Simón, además, como estudioso de los temas, da todas las informaciones muy actualizadas y tiene la honradez intelectual suficiente para aportar en muchos casos diferentes versiones a la que él mismo defiende.

Dice Íñigo Errejón en su reseña para elpais.com;

Pablo Simón realiza en El príncipe moderno una sólida, cuidada y didáctica reivindicación de la ciencia política como herramienta para producir claridad en medio de la confusión.(…) Con un estilo inconfundiblemente anglosajón y una metodología muy propia de la política comparada…”

Y creo que ahí quedan bien reflejadas las dos grandes virtudes del libro: La claridad y la permanente comparación de las situaciones.
Un libro que resultará interesante para todo aquel que estando interesado en la política no la vea bajo el único prisma de su propia ideología. Así pues, dogmáticos  de todo tipo, abstenerse.
Hay una interesante entrevista de Carlos Barragán en elconfidencial.com.

Pablo Simón, El príncipe moderno. Democracia, política y poder.

lunes, 21 de enero de 2019

Algo muy diferente (y radical).




Es raro que lea un libro escrito por algún autor español sobre todo desde que desapareció Rafael Chirbes; no me suelen interesar sus historias y algunos, muy celebrados por la crítica, y no daré nombres, me parecen extraordinariamente pedantes y aburridos. Sin embargo, no sé si por la significativa portada elegida para este libro, o por el hecho de haber ganado un premio con bastante prestigio, me he animado con este.
Dice la editorial en la contraportada (por cierto una de las contraportadas mejores que he leído de una editorial que suele hacerlas bastante bien): “Esta es una novela radical en sus ideas, en su forma y en su lenguaje.”
Valgan los dos fragmentos siguientes como muestra de esa radicalidad:
“(…) respeto a quien hace ruta de contenedor en contenedor buscando sustento, respeto que merece no por ser un desfavorecido (cosa que diría un alma caritativa), ni por ser víctima del capitalismo salvaje (cosa que diría un oenegeísta), ni por ser un ciudadano igual a todos en derechos y obligaciones (cosa que diría la Consejería de Familia y Bienestar Social). La razón por la que el contenedero, al igual que el hurtador y el ido del bar sin pagar, merecen respeto y admiración y deben ser modelos a seguir, es por no ser cómplices del sostenimiento de las lacras de esta ciudad que son las puñeteras tiendas y los puñeteros bares.” (p. 73)
“Como yo no solo no creo ni en el progreso ni en el esfuerzo, sino que además los combato de día y de noche; como yo en lo que creo es en la atenta escucha de las pulsiones y en su alianza con las pulsiones de los otros como motores de la vida.” (p. 181)
(Ambos corresponden a dos monólogos de Nati, una de las cuatro protagonistas del libro.)
Y sobre el lenguaje reproduzco lo que dice NadalSuau en su magnífica crítica en elcultural.com;
La escritura de Morales es demoledora, desbordante, rotando de la intimidad pringosa al estallido de furia, de allí a lo paródico cotidiano pasando por lo sarcástico institucional, para volver siempre a un lenguaje de nuevo cuño, intransferible e indomable: el de sus cuatro protagonistas que, conociendo las reglas, se las saltan en piruetas que a los demás nos dejan en ridículo.”
Hasta ahora me he limitado a reproducir porque me parecen textos muy significativos de lo que es esta original novela que si algo tiene es que, desde luego, no deja indiferente al lector; puede atraparle o desesperarle, atraerle o hacer que muestre un total rechazo hasta el punto de abandonar su lectura (algún caso he conocido).
Mi caso es de los primeros. A pesar de que me costó unas páginas ver de qué iba y conocer a las protagonistas, una vez puesto en situación tengo que decir que me parece una novela que merece mucho la pena leer por varias razones.:
Tiene cuatro originales protagonistas con grados de discapacidad intelectual que van del 40 al 70%, con edades de los 32 a los 43 años y con diverso grado de parentesco entre las cuatro (medio hermanas, primas hermanas o primas segundas), pero al mismo tiempo totalmente diferentes en sus actitudes, deseos, y hasta lenguaje (uno de los grandes aciertos de la novela es, precisamente, cómo trata esos diferentes lenguajes).
 Además, cada una de ellas participa en la novela de una forma distinta: Nati, la de más alta discapacidad pero sobrevenida cuando estaba a punto de doctorarse, lo hace a través principalmente de monólogos en los que, como en los ejemplos que he puesto antes, arremete contra todo y contra todos y hace que el lector tenga que estar permanentemente criticando o autocriticándose; Àngels, participa escribiendo su historia a través del método de lectura fácil que da título al libro lo que le sirve a Morales para contarnos de dónde vienen las cuatro; de Primi, que padece logorrea, curiosamente se recogen sus declaraciones ante la jueza que tiene que decidir sobre la posible esterilización de Marga, la cuarta protagonista que apenas tiene alguna intervención personal en algún diálogo con Nati.
 Otro recurso que utiliza la autora son las actas de las asambleas del grupo de okupación del Ateneo de Sants que me han parecido de lo mejor del libro por el humor con el que está reflejada la forma de actuar de la gente de la que, creo, está más próxima la autora. (Reconozco que me he reído con sonoras carcajadas en algunos momentos.)
Estamos ante un novela muy potente y magníficamente construida y escrita por una escritora que, a pesar de su juventud, cuenta ya con varias novelas publicadas.
Si tuviera que criticar algo del libro sería, por un lado, las excesivas páginas que dedica a describir prácticas de danza en las que me he perdido en más de una ocasión (claro, Morales es miembro de una compañía de danza contemporánea y se nota) y, por otro lado, la presencia y, sobre todo, la extensión del fancín que se intercala hacia la mitad de la novela que, aunque sé que la autora lo considera importante en la medida en que explica sus tomas de posición, creo que no aporta gran cosa y por momentos resulta difícil de entender (o al menos a mí me ha costado hacerlo).
Si tuviera que resaltar algo que a mí me haya llamado especialmente la atención, lo haría con la descripción de las relaciones sexuales que están hechas como yo nunca había leído y que me parecen realmente magníficas.
Un libro muy pero que muy recomendable  por lo novedoso y por su enorme radicalidad (se esté o no de acuerdo con sus críticas).
Además de la reseña ya mencionada hay otra bastante buena y original de Juan G.B. en unlibroaldia.blogspot.com y una interesante entrevista de Clara Morales con la autora en infolibre.com.
También hay una larga entrevista y diálogo con el público en YouTube.
Cristina Morales, Lectura fácil,


miércoles, 16 de enero de 2019

En el Chile de Pinochet



Si no recuerdo mal es la primera novela que leo sobre la represión en el Chile de Pinochet y me resulta algo muy extraño. Evidentemente he visto muchos documentales y alguna película, pero nada de narrativa. Y digo que me parece extraño porque de Argentina, por ejemplo, sí he leído los libros de Miguel Bonasso o de Horacio Verbinsky, además, obviamente, de ver multitud de documentales y películas. No sé si se debe a la poca producción chilena sobre el tema o, lo que es más probable, a mi desconocimiento.
El caso es en cuanto vi una referencia sobre este libro acudí a encargarlo y enseguida a leerlo. Ha sido una gran experiencia tanto literaria como personal. Viví el golpe de 1973 en unas circunstancias muy especiales (estaba haciendo el servicio militar) y es quizá uno de los momentos de la historia que me ha tocado vivir que más me ha afectado. Por eso también lo ha hecho este libro que trata precisamente de eso, de la represión y la tortura en aquella época.
La autora parte de un hecho real: las confesiones que hizo en 1984 a una revista Andrés Antonio Valenzuela Morales, “el hombre que torturaba” como aparece en el libro, denunciando los hechos y su propia participación. Después huiría a Argentina primero para terminar en París. Con  este material Nona Fernández imagina diversos casos de detenciones y torturas que va entremezclando con su propia historia personal (era una niña cuando sucedieron los hechos narrados y, por ejemplo, una de sus mejores amigas era hija de un torturador).
He leído que se siente muy cercana a Emmanuel Carrère y efectivamente su estilo y su forma de narrar tiene mucho que ver con el gran escritor francés cuyos libros han aparecido muchas veces comentados y citados en este blog.
El libro recibió en 2016 el Premio Sor Juana Inés de la Cruz por un jurado que entre otras cosas dijo de él: “A medio camino entre el periodismo, la literatura y la memoria personal, Nona Fernández consigue mostrar las emociones de toda una nación con respecto a un pasado negro y acaso vergonzoso”. (Citado en la reseña de Javier Rodríguez en elpais,com).
En esa misma reseña se reproduce la siguiente opinión de la autora:
“No juzgo, pero no quiero recordar por recordar. Este libro me llenó de pena y traté a las víctimas con toda la delicadeza, pero no escribo para que el lector pase un buen rato”.
Y desde luego lo cumple porque no se pasa un buen rato leyéndolo y sí mucha pena. Además, y por lo dicho antes, se agolpan los recuerdos de una época difícil.
Evidentemente se pueden decir muchas cosas sobre el contenido concreto del libro, pero creo que lo mejor es recomendar una lectura que, aunque a ratos resulte bastante dura, refleja muy bien algo que sucedió y  que no podemos asegurar que no vuelva a repetirse.
Hay una interesante entrevista de Demian Paredes con la autora en página12.com.ar.

Nona Fernández, La dimensión desconocida.