jueves, 28 de noviembre de 2024

Viajando al centro del Imperio

 

Vilas ha escrito un libro difícilmente clasificable. No es un libro de viajes en sentido estricto, no es desde luego un manual para uso del turista, no es un conjunto de opiniones personales, no es un recorrido por la historia de los lugares que visita ni por sus monumentos más significativos. No, no es nada de eso, pero, al mismo tiempo, hay algo de cada uno de esos aspectos que aparece en algún momento en el libro.

Vilas es un enamorado de ese país (obviamente, esa América del título no es otro que los Estados Unidos de América), en la medida, además, en que, como manifiesta muy al principio, tiene un cierto rechazo o, si se quiere, una cierta desafección a su país de nacimiento, algo en lo que coincido plenamente y firmo el fragmento tan duro que le dedica. Una situación que le lleva a afirmar lo siguiente:

“No se trata de cambiar de país, sino de descansar de todos los países, de todas las naciones. Y hacerlo por envejecimiento propio, no por inquina ni por ideología ni por rigores intelectuales, sino por agotamiento”. (p. 28)

En el libro recoge momentos de sus visitas entre los años 2104 y 2019 en los primeros capítulos y lo cierra con las más recientes de 2022 y 2023. En ellas estuvo desde Iowa hasta Nueva Orleans o desde Nueva York hasta Misuri, pasando por Las Vegas o Houston; más de veinte lugares entre los que están la gran mayoría de los más significativos del país.

Tiene Vilas especial fijación por los hoteles, que menciona a menudo y por los restaurantes, que también menciona (esta sería la parte más “turística” de la que hablaba antes), pero a lo que dedica más espacio es a personajes y/o temas que tengan que ver con el lugar que visita. Así, hay largos párrafos dedicados a: Los Simpson, Bob Dylan, la cultura pop, Neruda, los hermanos Dalton, Lou Reed, la Coca-Cola, Prince, David Bowie y un largo etcétera. Si a eso le añadimos algunas reflexiones personales más o menos profundas, tenemos ya el contenido de un libro que ofrece buenos e interesantes momentos junto a otros bastante intrascendentes. Un libro que me parece muy irregular y que, además, se cierra con un total cambio de estilo al tratar sus dos viajes más recientes en lo que emplea un peculiar sentido del humor.

En fin, un libro que se deja leer, pero que aporta poco para el conocimiento de ese país y, eso sí, bastante para el conocimiento de su autor que, me temo, es algo que no me interesa especialmente.

Hay una reseña muy favorable y elogiosa de Edurne Portela en lamarea.com

 

Manuel Vilas, América.

 

 

 

lunes, 25 de noviembre de 2024

Una visión de la conquista de América

 

Desde que en 2015 leí su libro sobre Buffalo Bill, no he dejado de leer ninguno de los que ha venido publicando la editorial Tusquets. Todos me han parecido muy recomendables porque al interés de los diferentes y muy variados temas que tratan se une la magnífica escritura del autor y, algo importante para mí, el hecho de que es capaz de contar historias relevantes en menos de 200 páginas.

Este que ahora comento se sale de esa tónica ya que tiene 367 páginas. El libro es muy anterior, fue publicado en 2009, al resto de los traducidos hasta ahora y me parece un libro bastante irregular y algo confuso y aburrido a veces, aunque tiene también una magnífica escritura que compensa algunos de sus defectos,

El libro se centra en los años 30 del siglo XVI y en la conquista del imperio inca por parte de Francisco Pizarro y varios de sus hermanos (Hernando sobre todo), así como de Diego de Almagro. Tiene muy buen inicio y también un gran final, pero hay muchas páginas en medio que, como decía antes, resultan algo confusas tanto espacial como cronológicamente.

Vuillard es un magnífico narrador que utiliza además un lenguaje muy literario que hace que el lector disfrute de la mera lectura, pero yo estoy acostumbrado a obtener algo más de sus libros y, desde luego, a no aburrirme nunca.

La visión que ofrece de esos conquistadores no es precisamente la que se ha vendido en España durante mucho tiempo que, por cierto, ahora está volviendo con fuerza. Vuillard reconoce su esfuerzo, describe las penalidades de todo tipo por las que tuvieron que pasar y, al mismo tiempo, el impulso constante que les llevó hacia adelante a pesar de ellas, claro que la compensación, el oro, también era un buen acicate.

Un par de fragmentos como ejemplo de esa visión:

“Los conquistadores en materia de derechos, eran evidentemente muy bastos. Un espadazo era suficiente para romper un acuerdo. Los notarios no abundaban tanto como los asesinos, y los pupitres eran menos sólidos que las láminas de acero. La sangre borraba la tinta. La evidencia de una ganancia difuminaba las promesas”. (p. 199)

“Contra los indígenas todo estaba permitido. Sodomía, violación de  mujeres, de niños, canibalismo, poligamia.

(…)

Pizarro violó a una esposa del Inca que tenía prisionera. Después de haberla violado, la quemaron”. (p. 347 y 348)

Un fallo del libro en mi opinión es que no se mencionan las fuentes que ha utilizado para un texto que trata de sucesos históricos. En algún momento sí hace alusión a un par de cronistas, pero me parece insuficiente para un libro tan voluminoso en el que hay descripciones muy concretas como, por ejemplo, la batalla de Las Salinas entre las tropas de Pizarro y de Almagro por el dominio de Cuzco.

En definitiva, un libro interesante y muy bien escrito aunque para mí está por debajo del resto de los traducidos hasta ahora. Creo que puede ser significativo el hecho de que se haya priorizado la publicación de los otros antes que la de este.

 

 

Éric Vuillard, Conquistadores. Traducción Félix Terrones.

 

 

 

sábado, 16 de noviembre de 2024

Curioso reportaje

 

Leila Guerriero es una habitual en las páginas de este blog en los últimos años. Procuro leer todos los libros que publica, dos de ellos como editora, ya que se trata de una de las grandes periodistas en lengua castellana de la actualidad. Creo que ya está a la altura de su maestro, reconocido por ella misma, Martín Caparrós quien, por supuesto, es otra presencia habitual en el blog.

En este caso se trata de un reportaje sobre la presencia de Capote en los primeros años sesenta del pasado siglo en la Costa Brava, en Palamós más en concreto, donde escribió una parte de su famosa A sangre fría. Guerriero se embarca en esta historia tras la escritura de La llamada, una obra que le costó tiempo y esfuerzo psicológico. Lo comento porque, de alguna manera, se trataba de hace un reportaje menos emocional, más sencillo.

El libro tiene apenas 132 páginas en la colección de bolsillo de la editorial Anagrama. Es decir, se trata de un texto breve.

El libro se inicia con las primeras pesquisas de la autora a la búsqueda de los lugares por los que pasó Capote para lo que se entrevista con diferentes habitantes del lugar que o bien vivían en la época o recuerdan que alguien les contó alguna cosa. Estos inicios son interesantes y se ve la forma de trabajo de Guerriero, pero el problema es que todo este trabajo ocupa demasiado espacio en el libro. De hecho, la propia autora llega a decir, creo que con gran acierto, lo siguiente:

“¿Qué importa si compraba diarios en la Cervantes, si iba a buscar pasteles a la Samso o a Collboni? Compraba diarios, compraba pasteles, da igual dónde lo hiciera. Nada de esto explica cómo era Capote mientras estuvo aquí. A lo mejor me empeño en seguir pistas de una estupidez escalofriante por una deformación profesional: la necesidad de enmendar alguna cosa. O por comprobar hasta dónde ha llegado el daño. Los periodistas vivimos de la memoria ajena.”. (p. 101-102)

Lo que pasa es que ese empeño se lo traslada al lector y por ahí el texto pierde interés y se hace algo reiterativo. Sin embargo, en la parte final recobra el interés pues se centra en cómo terminó el libro Capote y en alguno de sus escritos posteriores; todo esto resulta muy útil para conocer la personalidad del escritor.

En fin, no es uno de los grandes reportajes de la autora, pero se lee con gusto como siempre por lo bien que está escrito.

 

Leila Guerriero, La dificultad del fantasma. Truman Capote en la costa Brava.

 

lunes, 11 de noviembre de 2024

Releyendo

 

Pensaba que era mi primera relectura y buscando mi comentario anterior en el blog veo que se trata de la segunda. De alguna manera esto quiere decir que el tema me interesa y me retrotrae a los viajes, desgraciadamente abandonados hace ya tiempo, a la Argentina donde tantas horas pasé escuchando y discutiendo sobre temas que se tratan en el libro. A esta relectura he llegado sobre todo por lo que sobre el tema escribe Caparrós en sus memorias comentadas hace unos días en este blog.

Como sigo pensando lo mismo sobre el texto de Caparrós, reproduzco a continuación el comentario que hice en mayo de 2016.

Hace unos días volví a ver, creo que por cuarta vez, el documental Cazadores de utopías sobre la historia de los Montoneros y también vi por vez primera  el documental y docudrama Norma Arrostito, la Gaby. Es decir que estaba muy motivado con el tema, algo que me pasa de tanto en tanto, y recordé que había leído hace tiempo un libro de Caparrós en el que hacía una crítica bastante fuerte, y por momentos demoledora, de aquellos años. He vuelto a leerlo.

En el documental mencionado tiene Caparrós una breve intervención, pues en su día fue dirigente del movimiento de estudiantes de secundaria, lo que indica que, de alguna manera, es alguien medianamente representativo de la época. Además, es coautor de una monumental obra documental, La Voluntad, sobre los movimientos y los sucesos de los setenta.

El título de este libro parece tomado del inicio de una instancia oficial, pero a mí se me ocurre que también se podría asimilar a ese dicho tan castellano de que “cada palo que aguante su vela”.

Desde luego se trata de un texto comprometido al máximo, sin miedo a la polémica que seguro que se suscitó en su país en 2008 que es cuando se publicó,  que critica a tirios y troyanos ya sea su generación, la Iglesia, los militares o la sociedad argentina en su conjunto. Escribe sobre la tortura, la violencia, la inseguridad, la venganza (su ausencia), la caída, el sacrificio, los “mártires”, y un largo etcétera. Es una crítica que tiene muchos elementos de autocrítica, pero que en mi opinión, hay que ser argentino y tener una determinada edad para poder comentar, compartir o discutir. Yo tengo algunas opiniones formadas en mis muchas conversaciones a lo largo de los diferentes viajes que he hecho al país, pero no creo que sea este el lugar ni el momento de darlas.

El libro es verdaderamente muy sugerente. Está muy bien escrito, con un lenguaje muy adaptado a los diferentes contextos, con un acertado uso de la 1ª y la 3ª persona, con una mínima trama casi policiaca que simplemente le sirve de pretexto para introducir algunos temas y salir un poco del carácter casi ensayístico que tienen la mayor parte de los capítulos del libro.

A continuación dejo una serie de fragmentos ilustrativos de alguna de las cosas que acabo de comentar:

“Somos una manga de poetas, una banda de fracasados charlatanes. Nunca supimos hacer nada pero lo hemos dicho con tanta aplicación –y a veces, incluso, con alguna elegancia. De eso que no falte: nadie sabe revolcarse en la derrota con la elegancia de nosotros los argentinos.” (p. 18)

“_ Mirá, muy en  síntesis, te diría que es una generación que entregó todo, que dejó por el camino a su mejor gente pero ahora por fin puede hacer algo de lo que se propuso.” (p.21) (Esto lo dice un personaje que es ministro del gobierno peronista y antiguo militante montonero)

“Es humillante –y triste y fastidioso_ pensar que “los tiempos felices de mi vida” sucedieron cuando estaba embarcado en un error tremendo.” (p.92)

“Nuestro Espantoso Error fue Sobrestimar al Gran Pueblo Argentino Salud.” (p.140)

“Nuestra pretensión era patética: entregamos todo para salvar a millones de personas que no tenían el menor interés en que las salváramos.” (p.142)

“A los tibios, a los que nunca hicieron nada, a la gran masa estúpida, les resulta más fácil recordar una matanza, la maldad de los malos, el famoso genocidio, que pensar las complejidades de un enfrentamiento por el poder de definir el modelo social. Y a nosotros, a mediano plazo, empezó a convenirnos porque nos convirtió de equivocados en víctimas, de derrotados en víctimas – y no hay papel más generoso que el de víctimas, (…)” (p.177) (Esta me parece una de las frases más duras del libro, y seguramente de las que más polvareda levantaron en su día.)

“Los que murieron no fueron los mejores –ni los peores. Tuvieron menos suerte. Yo llegué unos pocos minutos después que la patota. ¿Habría sido mejor –yo, digo, mejor persona, mejor hombre- si hubiese llegado media hora antes y me hubiesen secuestrado, torturado, matado como a vos (se refiere a su esposa desaparecida), si te mataron, y a todos los demás? (p263)

Creo que con lo visto no hace falta recomendarlo explícitamente.

Dejo dos enlaces: la excelente reseña que se publicó en 2008 en Página 12 y que tiene por lo tanto el valor de estar hecha donde sucedió todo,  y la del escritor español David Pérez Vega. En ambas se explica muy bien el contenido del libro y en la primera se discuten algunas posiciones de Caparrós.


Martín Caparrós, A quien corresponda

 

domingo, 10 de noviembre de 2024

Gran periodismo

 

Este es el tercer libro que comento de este gran periodista estadounidense que une en sus trabajos la investigación exhaustiva a una enorme facilidad narrativa. En este libro de 471 páginas en formato grande dedica más de 50, con letra muy pequeña, a las notas en las que explica con gran minuciosidad de dónde salen las informaciones que aparecen en el texto principal.

El libro trata de las migraciones ilegales desde China a los Estados Unidos y está centrado en un par de casos que se produjeron en los primeros años noventa del siglo pasado. Keefe lo publicó en 2009 aunque se ha traducido después de hacerlo con otros trabajos suyos posteriores.

Estas migraciones las organizan “cabezas de serpiente” que es como se llaman los dirigentes de las organizaciones que se dedican a este tráfico ilegal de personas. En concreto, la principal protagonista de libro es la llamada “Hermana Ping” que desde su pequeño bazar en Chinatwon organizaba multitud de transportes. El que ocupa la mayor parte del texto es uno que partiendo de Tailandia iba hasta Mombasa en Kenya para terminar en las playas de Nueva York. Las condiciones del viaje de las más de trescientas personas eran realmente lamentables: Hacinados en las bodegas, sin baños ni retretes, con apenas alimentos, con un vaso de agua al día, etc. Y todo ello después de haber pagado una buena cantidad de dinero a los organizadores, un dinero por el que se quedaban endeudados por años.

Además de este viaje, Keefe muestra cómo funcionaban estas organizaciones de una forma bastante similar a la mafia. También los problemas con los que se encontraban los migrantes tras ser detenidos e intentar lograr asilo ya que muchos alegaban que huían de su país porque, ante la política del hijo único, les obligaban a abortar o les esterilizaban. Tras ser detenidos muchos pasaron varios años en la cárcel y Keefe muestra también las peripecias posteriores a su excarcelación.

Como decía al principio, el autor es un gran narrador y es capaz de emplear de forma muy acertada tanto el suspense como la tensión y la acción y, al mismo tiempo, de introducir agudas reflexiones sobre el significado de las migraciones y algunos aspectos de la política de su país para enfrentarse a ellas.

Por todo ello, se trata de un libro muy interesante que mantiene la atención del lector de forma permanente y, eso sí, algo difícil de seguir en algunos momentos por la cantidad de personajes con nombres complicados (como ayuda se ofrecen casi cuatro páginas con los nombres de todos los que aparecen en el texto).


Patrick Radden Keefe, Cabeza de serpiente. Una epopeya oscura en Chinatown. Traducción Eduardo Iriarte.

 

 

 

 

 

jueves, 7 de noviembre de 2024

Gran decepción

 

“Una novela preciosa”, J. Irving. “Fascinante”, J. Banville. “Amena y elegante”, J. Barnes. Estas expresiones, de tres escritores que conozco y he leído, están en la contraportada y fueron las que en su día me llevaron a comprar este libro de un autor que no conocía.

De Salter se habían traducido ya varias novelas con muy buenas críticas (algunas las reproduce la editorial en la solapa), pero llevaba veinte años sin publicar hasta la que ahora comento. De hecho la publicó en 2013 con casi ochenta años.

Tras todo esto tengo que decir que la novela ha sido un fiasco total. Varias veces he estado a punto de abandonarla, pero han sido precisamente los términos que utilizan escritores que me merecen respeto y cierta confianza los que me han llevado a leerla hasta el final sin que apenas haya mejorado mi opinión.

Seguramente ha sido un buen escritor - la novela no está mal escrita en varios momentos aunque sí deja bastante que desear en otros-, pero lo fundamental es que su contenido es difícilmente describible a partir de una historia que se desarrolla de una forma errática y sin que el lector sepa  hacia dónde quiere dirigirla el autor. Es una pena porque el protagonista, que empieza la novela participando en una batalla en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, se dedica luego a la edición de libros en una editorial de Nueva York, pero no se habla prácticamente de ese tema, lo que hubiera sido interesante, y sí de sus relaciones con diferentes mujeres a lo largo de cuarenta años sin que terminemos de saber muy bien por qué se acaban algunas de ellas. Además, hay de repente un capítulo en el que aparecen editores de Inglaterra, Alemania y Suecia sin que venga a cuento u otro en el que hay una fiesta en Virginia en la casa de una rica familia que tampoco.

En fin, no merece la pena insistir. No me ha gustado nada y siento haber dedicado tanto tiempo a sus 379 páginas. Eso sí, reconozco a la editorial el mérito de vender tan bien el libro. No es la primera vez que me pasa algo así, pero tampoco es algo muy habitual.

 

James Salter, Todo lo que hay. Traducción Eduardo Jordá

miércoles, 6 de noviembre de 2024

ANDAMIO

 

En unos momentos como los actuales lo mejor es ver series y películas y alejarse lo más posible de las noticias.

Tres películas muy diferentes, pero muy interesantes las tres. De las series destacar, una vez más, la española.

 

Películas

 

20 días en Mariúpol. Producción ucraniana. Es un documental que recoge el inicio de la guerra en esa ciudad entre finales de febrero y principios de marzo de 2022. Es muy dura de ver, quizá demasiado. En algún momento he tenido que cerrar los ojos. De todas formas, como documento es  realmente magnífico y por eso ha tenido bastantes premios. Ojalá se pudiera haber hecho algo así en Gaza. Muestra la guerra en toda su crudeza en lo que afecta sobre todo a los civiles.

Movistar +

 

Joan Baez: I am a Noise. Documental de producción estadounidense sobre la vida de la gran cantautora y activista. Hay una gran cantidad de imágenes de archivo que, a gente de mi edad, traerán multitud de recuerdos. Para colmo yo no solo escuchaba las canciones de Baez sino que, además, formaba parte de un grupo que cantaba folk americano. El documental tiene momentos muy emotivos y también descubre a una persona con graves problemas psicológicos y con una vida menos plácida que lo que yo creía. Hay bastantes conversaciones con la actual Baez y alguna breve intervención de otras personas de su círculo. Muy recomendable sobre todo para gente de mi edad que vivió la época grande de la autora.

 

Inshallah a boy. Coproducción jordana con varios países tanto europeos como del Golfo. Cine en la mejor tradición del cine realista de compromiso social. En este caso, sobre el papel asignado a las mujeres. Magnífico guion y magníficas interpretaciones. Muy recomendable.

 

Series

 

The capture. Segunda temporada de esta serie británica con 6 episodios de 55 minutos. Sigue en la misma línea de uso de la tecnología que la primera, pero ahora entra de lleno con la IA y tiene un aire bastante parecido al de la serie Black Mirror. En algún momento me ha costado algo seguirla, pero me parece una serie interesante a pesar del miedo que transmite un mundo como el que se plantea.

Movistar +

 

Un escándalo muy real. Miniserie británica de 3 episodios de 55 minutos, sobre la famosa entrevista con el príncipe Andrés sobre su relación con Epstein y su posible contacto sexual con una joven de 17 años. Trata el antes, el momento de la entrevista y sus repercusiones posteriores. Bien hecha y bastante interesante sobre todo por lo que tiene de clarificador sobre el papel de la monarquía en nuestras sociedades. Ojalá en nuestro país se pudiera hacer algo mínimamente parecido.

Movistar +

 

Rapa. Segunda y tercera temporadas de esta serie española con 12 episodios en total de 55 minutos. Buenos guiones, magníficas interpretaciones y espléndidos paisajes hacen de esta serie una de las buenas series españolas de este género de los thrillers sin nada que envidiar a lo mejor que hacen británicos y nórdicos. Muy recomendable.

Movistar +

 

Ferry. La serie. Serie belga (Flandes) de 8 episodios de 45 minutos. Curiosa serie de delincuentes del mundo de la droga. Personajes bien conseguidos y un guion que se mueve entre el mundo de esa delincuencia y el del amor y la amistad. Entretenida y original dentro de lo que cabe.

Netflix.

 

Mr. & Mrs. Smith. Serie estadounidense de 8 episodios de 45 minutos. A medio camino entre el thriller, la acción y la comedia romántica (¡vaya mezcla!). Resulta entretenida y con algunos giros que están bien pensados.

Prime Video

 

Lost Boys & Fairies. Miniserie británica de 3 episodios de una hora. La adopción de un niño por parte de una pareja gay tratada con mucha sensibilidad y algunos momentos de drama. Además, tiene varios números musicales ya que uno de los miembros de la pareja trabaja como drag queen. Merece la pena.

Filmin

 

Showtrial, ¿víctima o monstruo? Miniserie británica de 5 episodios de una hora. Típica serie de asesinato, abogados y juicio. Muy entretenida gracias a un guion bastante bien construido.

 

La pareja perfecta. Miniserie estadounidense de 6 episodios de 50 minutos. Más o menos en la misma línea de White Lotus, con un buen reparto y una trama bastante simple. Fácilmente olvidable.

Netflix

lunes, 4 de noviembre de 2024

Algo más que memorias

 









Me es muy difícil comentar este libro que a lo largo de sus 655 páginas me ha provocado todo tipo de sentimientos, emociones y reflexiones.

Caparrós, aunque fue un descubrimiento bastante tardío pues hasta 2016 no había leído nada suyo, se ha convertido en uno de los autores, si no el que más, que he leído desde entonces. De hecho entró en la sección del blog de Mis autores favoritos ya en 2018. Además, es el único al que he pedido que me dedique un libro (más arriba está la dedicatoria) en la Feria del Libro de Madrid a la que suelo desplazarme cada año en lo que ya es más que nada una tradición.

De lo anterior se puede deducir que soy un seguidor fiel e incondicional, algo que ha quedado fijado más aún tras la lectura de este libro que, por otra parte, espero que no sea ni mucho menos el último.

El libro es, tal y como titulo la entrada, algo más que unas memorias, pero también unas memorias. Yo creo que se puede dividir en tres partes según lo que predomine en cada una de ellas. En la primera, su infancia, juventud e inicios de su escritura, Caparrós nos cuenta sobre todo su vida y los años sesenta a través de la vida de sus padres. (Interesante esa visita en 1969 a Perón en Madrid). Hay momentos que parece una novela de aventuras, como ese paso a Francia por el monte al haber perdido el pasaporte. La segunda, la más extensa, se centra principalmente en su obra tanto de ficción como periodística, sin olvidar, claro está, los aspectos de su vida más relevantes entre los que sus relaciones afectivas ocupan siempre su lugar. En el tramo final aprovecha para dejar un conjunto de reflexiones sobre temas que van desde la literatura a la vejez. Además, va alternando capítulos en los que nos cuenta cómo va su enfermedad, cómo avanza y qué sensaciones le va provocando.

Leo lo que acabo de escribir y veo que me he dejado todo, que no he sido capaz de dejar constancia de la enorme riqueza que tiene este libro por su contenido, Pero también, y esto es fundamental en este autor, hay que mencionar su escritura, una de sus señas de identidad y algo por lo que me parece que tiene tantos seguidores y que tiene que ver, al menos en parte, con lo que afirma en el siguiente fragmento:

“Pero seguía escribiendo esas contratapas muy políticas -o por lo menos me lo parecían. Aunque, a menudo, tuvieran una mirada algo distinta: mi perdición, supongo, en esta vida, ha sido la búsqueda enconada de la “mirada algo distinta”” (p. 412)

Mirada y forma de expresarla me atrevería a añadir. Para completar este aspecto reproduzco otra frase del autor: “Por supuesto, antes que nada habría querido ser un buen escritor.” (p. 618) En la solapa la editorial reproduce algunas frases de otros escritores que confirman que lo es hasta el punto de que uno, Santiago Tejedor, afirma de forma muy acertada: “Caparrós es un género”; poco más se puede decir.

Todo el libro me ha resultado interesante, pero como siempre pasa hay algunos aspectos que me han llamado más la atención. Así, su planteamiento del voto con conocimiento, el nuevo prólogo hecho para La Voluntad con las fases sobre la militancia en los setenta (por cierto, un libro que es una pena que no se haya editado en nuestro país) o la magnífica síntesis sobre Argentina que hizo en 2013 en el New York Ttimes. Por citar solo algunos.

Desde otro punto de vista, hay también algunas coincidencias curiosas con Martín (me permito esta familiaridad por la índole de las mismas). Así, Bill Evans, mi músico de jazz favorito, al que más escucho, con el que más disfruto, del que afirma: “Bill Evans no hace música: crea refugios luminosos, sombras protectoras”; Recuerdo de la muerte, el libro de Miguel Bonasso, el primero por el que conocí la represión de la dictadura argentina; Silvia Labayru, la protagonista de La llamada ese magnífico libro de la gran periodista que es Leila Guerriero; Torrelodones, donde recién iniciada mi etapa como profesor de instituto tuve la experiencia más impactante de esa etapa y, finalmente, Valsaín, ese lugar en el que descubrí casi todo lo que se puede descubrir entre los trece y los diecisiete años en esos largos veraneos de los sesenta, y al que acudo actualmente un día cada año con mi familia que también lo disfruta. Bueno, y Chamberí y “ser viejo” y la identidad y Buenos Aires y… Para terminar esta reflexión con la que no puedo estar más de acuerdo:

“Supongo que mi desazón más habitual, en estos años, tiene que ver con eso que podríamos llamar la política, la situación social, el futuro del mundo -con perdón. No consigo que no me importe, que no me interese: de hecho, hay pocas cosas que me interesen más.” (p. 606)

Un libro imprescindible para los seguidores del autor y absolutamente recomendable para cualquier lector.

Solo me queda decir: Gracias, Martín Caparrós, por tantas horas pasadas en su compañía. (Y por las que aún me quedan).

 

Martín Caparrós, Antes que nada.