Esta Primavera de café. Un libro de lecturas vienesas.reúne una gran parte de los reportajes de Roth escritos en Viena entre 1919 y 1920 junto con alguno de 1923. Se aprecia su peculiar estilo que mantuvo también en su obra literaria a la que, por ciertto, dedicaré próximamente un espacio en el blog. Se trata de una sintaxis a base de frases cotas y directas sin excesivos circunloquios y al mismo tiempo de una gran capcidad para reflejar una personalidad con pocos trazos. No es, lógicamente, de lo mejor que he leído del autor aunque varios de los artículos tienen su gracia. En muchos casos, y a pesar del glosario que acompaña a la edición, es difícil captar el sentido de lo escrito por desconocimiento de la situación y/o de los personajes.
El País. Babelia. 24/07/10
CRÍTICA: PENSAMIENTO
Crónicas vienesas de Joseph Roth
LUIS FERNANDO MORENO CLAROS 24/07/2010
El polifacético y gran escritor austrohúngaro y judío Joseph Roth (1894- 1939), cuya obra con tan buena fortuna están recuperando Acantilado y otras editoriales españolas, fue un magnífico periodista; en castellano contamos con varios volúmenes que dan cuenta de ello, por ejemplo, el imprescindible Viaje a Rusia o sus impagables Crónicas berlinesas (Minúscula). En el artículo de costumbres, así como en la descripción de tipos, ambientes y lugares, Roth fue un maestro.
Primavera de café. Un libro de lecturas vienesas . Acantilado, 2010
A este último género pertenecen los textos que recopila Primavera de café. Corría el año 1919 cuando Roth, recién licenciado de la guerra, regresaba a Viena, la ciudad que lo había acogido en 1913 y en la que inició sus primeros pasos como periodista y escritor. El diario Der Neue Tag lo contrató como reportero fijo: era el inicio de la flamante carrera periodística de Roth, cuya firma llegaría a ser muy cotizada en Austria y Alemania.
Más de cien artículos para el citado diario recreaban anécdotas y lugares de la siempre majestuosa Viena, que se despabilaba tras el aturdimiento de la tormenta bélica. Poco a poco resurgía la vida floreciente en los cafés y las tertulias, en las tiendas y locales de la metrópoli. Roth añoraba el desaparecido imperio de los Habsburgo; tras la guerra, encontraría otro mundo no mejor que el anterior: la Primera República Austriaca. Hoy, estos espléndidos artículos proporcionan la mejor visión de la vida cotidiana, de las costumbres y las gentes de aquel tiempo de desilusiones y derrumbes, pero también de un incipiente futuro.
Encontramos aquí al genial artista que fue Roth; un excelente narrador, un observador perspicaz y un periodista que atrapaba a sus lectores con las manos abiertas de la inteligencia. Ironía y frescura es lo que transmiten estos textos; magníficos en su brevedad, incisivos y cautivadores. La edición es excelente, muy bien traducida, con acertadas fotografías de época y un útil glosario.
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