jueves, 10 de febrero de 2011

Andamio

Estos días me estoy acordando bastante de mi etapa de profesor. Solía hablar a los alumnos, sobre todo a los de tercero de ESO, del interés que podía tener para ellos una asignatura como la Geografía pues tratábamos temas que les iban a afectar mucho en el futuro como: los problemas de la población y los de las pensiones de jubilación, el gran aumento en el consumo de energía y el deterioro del medioambiente, las enormes desigualdades existentes en el mundo, etc.
A raíz del pacto social firmado el otro día me doy cuenta de que, desgraciadamente, yo tenía razón y se avecinan tiempos complicados en esos temas. Seguramente casi ninguno se acordará de lo que hablábamos en clase, pero con que haya alguno ya me doy por satisfecho.
Otro fenómeno que me está recordando aquella etapa es el encuentro con exalumnos en la calle o en facebook. En el primer caso, resulta muy gratificante ver cómo se acercan a saludar y a recordar alguna vieja historia así como a ponernos al día de nuestras respectivas situaciones. Noto su afecto como espero que ellos noten al mío. Igualmente en facebook aparecen alumnos que tuve hace un montón a años pidiendo ser amigos.
La profesión de docente es muy gratificante mientras la desarrollas por el permanente contacto humano que implica, estoy viendo cómo también lo es después de abandonarla. No es una profesión que tenga hoy un gran reconocimiento social, pero sí lo tiene, y grande, a este nivel más individual.
La decisión que tomé a principios de los ochenta de abandonar el trabajo como economista para dedicarme a la enseñanza es una de las más sabias y mejores que he tomado en mi vida.



El rey me ha hecho caso. Ha debido de leer mi blog o se lo han contado. No hace mucho me metía con la foto que aparecía a su lado mientras, por televisión, felicitaba las navidades a sus súbditos, foto en la que aparecía juntos a los miembros de la selección nacional de fútbol ganadora del mundial. Me quejaba y le sugería que podía haber puesto otra con Vargas Llosa ganador del “mundial” de literatura.
Ahora ha otorgado a Del Bosque y a Vargas Llosa el título de marqueses.
Cosas de la monarquía. Quizás sea útil para este tipo de reconocimientos oficiales. Por mí como si… (cualquier grosería vale aquí).


Comprar. Tirar. Comprar. La obsolescencia programada. La sociedad de consumo. Espléndido documental sobre el tema con unas imágenes muy buenas, unos casos a veces desconocidos y unas entrevistas magníficas. Ha sido muy trabajado, se nota. Aquí obsolescencia habría que tomarla en el sentido de preparar los productos para una duración técnica determinada, una vez pasada la cual se estropea y hay que tirarlos (las imágenes de un vertedero en África con restos llegados de Europa son de lo mejor y más impactante del documental).
Capitalismo puro y duro.
Ahora cuento yo, “una persona concienciada”, mi caso. Puse hace un año un piso a la venta por un valor más de tres veces superior a lo que me había costado hace 12 años. “Está a precios de mercado”, me dice el vendedor. En estos 12 años mi sueldo, aunque no lo he calculado, habrá subido como mucho el 100% más o menos como el nivel de precios. Por lo tanto, qué soy sino un especulador más, alguien que quiere hacer negocio. “Para que lo hagan otros si lo vendo barato, ya lo hago yo”, me digo en voz baja, muy baja.
En fin, es lo que hay.







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