Hace unos días leí Humo de Iván Turguéniev, libro escrito en ¡1867!, del que he extraído las siguientes frases que me ayudan a entender, y al mismo tiempo corroborar, mi rusofobia. Algo parecido me pasa con Polonia, pero ese es otro cantar.
"(…) pero si se reúnen diez rusos enseguida surge el problema –como he tenido ocasión de comprobar hoy mismo- de la significación y el porvenir de Rusia, y eso de una forma general, remontándose a los huevos de Leda, sin ningún fundamento y sin ningún resultado… Mastican y vuelven a masticar esa infausta cuestión, como hacen los niños con un pedazo de goma, sin extraer ni jugo ni sentido".
"El gobierno nos ha liberado de la dependencia de la servidumbre y es algo que tenemos que agradecerle; pero las costumbres de la esclavitud están tan arraigadas en nosotros que no podemos desembarazarnos de ellas así, de pronto".
"(…) A eso hay que añadir que somos un pueblo débil, no es difícil dominarnos. Ése es el modo en que el señor Gubariov se ha convertido en amo; ha golpeado una y otra vez sobre el mismo punto hasta que ha terminado por horadarlo. La gente ve a un hombre que tiene un alto concepto de su propia persona, que cree en sí mismo y, sobre todo, que da órdenes; por consiguiente, tiene razón y hay que obedecerlo".
"(…) Tal es el caso de los eslavófilos, a los que pertenece el señor Gubariov: una gente de lo más estupenda, con esa misma mezcla de desesperación y fogosidad, pero también ellos viven sólo pensando en el porvenir. Todo llegará, todo llegará. Pero en realidad nada llega y durante diez siglos Rusia no ha creado nada propio, ni en la administración, ni en la justicia, ni en la ciencia, ni en el arte, ni siquiera en los oficios manuales… "
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