No es desde luego el mejor libro de la autora pero sí el más personal. De hecho parece prácticamente una autobiografía. Consta de cuatro partes de las que la cuarta es, para mí, la más floja y la que te lleva a pensar lo diferente que era la escritura hace ochenta años. A pesar de lo acostumbrado que estoy a la forma de contar y hacer diálogos de los escritores del primer tercio del siglo XX, en este caso me han resultado chocantes algunas expresiones y algunas reacciones, sobre todo del protagonista masculino.
Sigue la publicación de la obra de Némirovsky tras el gran éxito de su Suite francesa y se está demostrando que, a pesar de morir joven, dejó una obra bastante completa y de alta calidad. Unos me han gustado más y otros algo menos, pero de todos he sacado buenos momentos de buena literatura. Parece cumplirse aquello de que es bueno tener una mala vida para contar buenas historias.
Iréne Némirovsky, El vino de la soledad
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