Cada visita que hago a Madrid me da ocasión y motivo para algún comentario. Hasta ahora se centraban en aspectos más políticos o informativos (Telemadrid es un filón), pero en este caso me he fijado en otro tipo de cosas.
Puedo decir que, como vengo observando desde hace tiempo, el deterioro de los servicios es constante y cada vez más preocupante. Algunos ejemplos del pasado fin de semana:
- El taxi que cogimos en el aeropuerto nos dio un “pequeño” paseo por los alrededores de Madrid, seguramente por oírnos hablar en catalán al subir y pensar que éramos turistas.
- Al entrar a desayunar en un bar en el que éramos los únicos clientes, el camarero estaba teniendo una animada conversación telefónica que, por supuesto, no abandonó al vernos.
- Al reclamar en el hotel, de cuatro estrellas para más información, un par de vasos pues los que había no los habían repuesto, ni corto ni perezoso un camarero nos subió ocho (más chulo que un ídem).
- Las esperas larguísimas para coger un autobús que, creo, no se justifican porque sea agosto ya que había más gente de la habitual hace años (la crisis se nota).
- Ahora una que también es de un servicio pero en este caso público. La gran novedad de Barajas es la existencia del control de seguridad específico para pasajeros VIP, léase clase business, que cuenta incluso con sillones al lado de las mesas en las que se puede dejar la bandeja para retirar las cosas. Al mismo tiempo y quizás precisamente por ello, las colas en el control más cercano de la terminal 2 eran inmensas. Un gasto más que razonable para facilitar la vida a aquellos que más contribuyen con sus impuestos a nuestro bienestar.
En fin, como se ve, los viajes a Madrid siempre son productivos. Además, para los que tenemos la próstata un poco averiada, tienen la emoción de entrar en los servicios del aeropuerto de Palma (de Mallorca) en la zona de recogida de maletas y comprobar cómo pasan los meses y los años y el hedor sigue siendo igual de insoportable. He llegado a pensar que es intencionado pues así al turista todo lo que vea y huela luego en la isla le parecerá maravilloso.
Puedo decir que, como vengo observando desde hace tiempo, el deterioro de los servicios es constante y cada vez más preocupante. Algunos ejemplos del pasado fin de semana:
- El taxi que cogimos en el aeropuerto nos dio un “pequeño” paseo por los alrededores de Madrid, seguramente por oírnos hablar en catalán al subir y pensar que éramos turistas.
- Al entrar a desayunar en un bar en el que éramos los únicos clientes, el camarero estaba teniendo una animada conversación telefónica que, por supuesto, no abandonó al vernos.
- Al reclamar en el hotel, de cuatro estrellas para más información, un par de vasos pues los que había no los habían repuesto, ni corto ni perezoso un camarero nos subió ocho (más chulo que un ídem).
- Las esperas larguísimas para coger un autobús que, creo, no se justifican porque sea agosto ya que había más gente de la habitual hace años (la crisis se nota).
- Ahora una que también es de un servicio pero en este caso público. La gran novedad de Barajas es la existencia del control de seguridad específico para pasajeros VIP, léase clase business, que cuenta incluso con sillones al lado de las mesas en las que se puede dejar la bandeja para retirar las cosas. Al mismo tiempo y quizás precisamente por ello, las colas en el control más cercano de la terminal 2 eran inmensas. Un gasto más que razonable para facilitar la vida a aquellos que más contribuyen con sus impuestos a nuestro bienestar.
En fin, como se ve, los viajes a Madrid siempre son productivos. Además, para los que tenemos la próstata un poco averiada, tienen la emoción de entrar en los servicios del aeropuerto de Palma (de Mallorca) en la zona de recogida de maletas y comprobar cómo pasan los meses y los años y el hedor sigue siendo igual de insoportable. He llegado a pensar que es intencionado pues así al turista todo lo que vea y huela luego en la isla le parecerá maravilloso.
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