Anderson no es Kapuscinski ni lo pretende. El periodista polaco es alguien difícilmente imitable, además, como el propio Anderson dice en el prólogo, ambos escriben en y sobre dos momentos muy diferentes de la situación política del continente: uno durante la independencia principalmente y el otro sobre lo que está pasando en los últimos años.
El libro recoge diez crónicas escritas entre 1998 y 2012 para The New Yorker que tratan sobre países tan diferentes como Santo Tomé y Príncipe o Libia pasando por Zimbabue. Muy bien escritas, con un estilo de narración muy ágil y, al mismo tiempo, dando las informaciones precisas para llegar a saber qué está pasando lo que no resulta siempre fácil por lo complejo de muchas de las situaciones que narra (un ejemplo de esto puede ser el reportaje dedicado a Sudán escrito en julio de 2012).
De todas las crónicas se puede sacar buen provecho, pero a mí me han resultado especialmente interesantes las dedicadas a Zimbabue y Robert Mugabe y la segunda de Libia centrada en la figura de Gadhafi.
Eso sí, el terminar de leerlo queda un cierto regusto amargo por la cantidad de problemas existentes y la política y los políticos que tienen.
Del mismo autor ya había leído La caída de Bagdad, otro ejemplo de magnífico periodismo, algo que hoy, desgraciadamente, está en trance de desaparición.
Jon Lee Anderson, La herencia colonial y otras maldiciones
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