Dicen en la presentación que se trata de
una “obra de difícil clasificación, aunque más próxima a la novela histórica
que al ensayo”. Yo creo que, efectivamente, se trata de una novela pero no sé
por qué hay que catalogarla de histórica. En todo caso, eso sí, es una obra
compleja.
Escrita entre 1946 y1947, recoge una
serie de escenas engarzadas por la existencia de un protagonista, especie de
trasunto del autor, que va a Roma a dirigir un periódico de partido. Las
escenas abarcan multitud de temas y lugares de la ciudad. Así, desde la pobreza
en un barrio marginal con gran presencia de las ratas, a la crítica de la
burocracia en la administración, pasando por largos monólogos en los que expone
la situación política en esos momentos con la dimisión del presidente del
gobierno. Al lado de este tipo de situaciones hay otras en las que, por ejemplo, aparece un personaje hablando positivamente de los campos de concentración o
una vieja borracha con una bolsa repleta de dinero y acompañada por un joven; escenas
que surgen de los paseos del protagonista, Carlo, por la ciudad.
La técnica narrativa es muy diferente
según el aspecto que trate, y así nos encontramos con esos largos monólogos
para explicar temas complicados, pero unas páginas después aparecerán descripciones
muy detalladas de los lugares por los que circula, trabaja o vive el protagonista
y siempre también un gran detallismo en la descripción física de los personajes
que van apareciendo.
La lectura resulta desde apasionante a
un poco tediosa según el momento en que nos encontremos. A mí me costó bastante
entrar en la novela, sin embargo la he disfrutado mucho aunque creo que
se trata de un texto un tanto difícil por carecer de una historia y de una
línea argumental clara.
Al principio me recordaba un poco el
carácter discursivo de la obra de Javier Marías.
Una cosa que me ha llamado poderosamente
la atención es la permanente repetición de términos como obscuro, obscuridad,
obscurecer que al escribirlos así el traductor, hace que te fijes más.
Obviamente no los he contado, pero son decenas y decenas las veces en que se
repiten, incluso hay algún momento en que en cuatro líneas aparecen tres veces.
Seguramente se tratará de un recurso estilístico y de una forma de reflejar un
ambiente.
Recomendable como también lo es su Cristo se paró en Eboli de la que guardo
un gran recuerdo aunque hace ya muchos años que la leí y vi la película.
Carlo Levi, El reloj
No hay comentarios:
Publicar un comentario