Aslam es un escritor nacido en Paquistán, pero
trasladado a los catorce años a Inglaterra por el exilio de su padre. Khaled
Hosseini, que apareció en el blog hace poco a raíz de su libro Y las montañas hablaron, nació en
Afganistán y también se trasladó casi a la misma edad a los Estados Unidos.
Hago esta doble mención porque me ha pasado lo mismo exactamente con estos dos
autores en su último libro: un inicio espectacular en el que tanto los
personajes como los lugares y las situaciones que se crean, resultan apasionantes;
el tratamiento con una prosa muy poética, deslumbrante; la historia que se plantea,
muy interesante y, sin embargo, poco a poco, todo va decayendo hasta llegar un
momento en el que sigo leyendo, pero sin casi interés tanto por lo que me
cuenta como por el cambio en la forma de hacerlo.
Ambos autores tienen a su favor el hecho de hablar
de mundos muy desconocidos y muy exóticos. Además, desarrollan las historias en
el mundo rural aún más desconocido, pero tienden a terminar haciendo casi una
película de cine de acción. En el caso de Aslam, que además es un escritor muy
visual en su forma de contar, el capítulo final según lo leía me iba recordando
diferentes películas de Hollywood.
A pesar de lo dicho, la novela tiene aspectos
interesantes como puede ser su visión del conflicto étnico-religioso-político
en Afganistán que no es nada maniquea sino que, bien al contrario, muestra una
cierta comprensión por lo que hacen todas las partes sin cargar especialmente
las tintas en ninguna y, desde luego, como decía antes, sus primeras 200
páginas son realmente espléndidas.
En resumen, una pena este desequilibrio porque
podía haber sido una de las novelas de la temporada ya que este escritor tiene una gran sensibilidad y, como veo que pasa con los de esa zona del mundo, una gran capacidad para contar historias.
Nadeem Aslam, El
jardín del hombre ciego
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