Otra pequeña gran novela. A lo largo de 125 páginas
asistimos al monólogo de la protagonista, solo interrumpido dos veces por dos
brevísimos monólogos de sus hijos, sobre la relación con su marido. Este ha
tenido un grave accidente, ha pasado
tiempo en el hospital y luego se recupera en casa con los cuidados de su mujer.
También ha tenido una amante.
El tema principal del monólogo es el deseo y la
esperanza de esa mujer de recuperar a su marido física y amorosamente.
En palabras de la protagonista:
“Y sé que en ese momento, o en realidad mucho antes,
no sonreía solo porque me sintiera aliviada, al ver que seguía vivo, sino
también porque pensaba que vivir, en cuanto volviera a casa, quería decir vivir
conmigo”
Hay momentos para el recuerdo de lo pasado que no
siempre resulta ser ni mucho menos grato, y para los deseos en el futuro; hay
celos, obsesiones, desesperaciones, ilusiones, imaginaciones, miedos,…En fin,
vida en el más profundo sentido del término, contada con gran sensibilidad y
sin que en ningún momento chirríen las cosas que se leen.
Tiene además esta obra otro aspecto que a mí me ha
parecido muy original y es que su protagonista masculino es un barrendero y
cuando la mujer se tiene que poner a trabajar tras el accidente, lo hace
limpiando casas.
Obviamente, el tema y la forma recuerdan muchísimo
esas grandísimas Cinco horas con Mario
de Delibes aunque aquí el marido no está muerto y el número de páginas es muy
inferior.
Muy recomendable. De este autor leí hace poco Hombres que es de los libros que más me
han gustado últimamente. Creo que estamos ante un escritor diferente por sus temas y su forma de tratarlos; algo parecido a lo que pasa con su compatriota E. Carrére.
Dejo un enlace con otra breve reseña
del libro.
Laurent Mauvignier, Aprender a terminar
No hay comentarios:
Publicar un comentario