No he leído nada de John Banville, el escritor que
utiliza este seudónimo de Benjamin Black para sus obras de tipo policiaco. Mi
mujer es seguidora de su obra, pero empezaron a traducirlo cuando yo me había
desentendido de la novela escrita por anglosajones y, por lo tanto, me resulta
totalmente desconocido.
Esta que ahora comento es la primera novela de una
serie que tiene como protagonista al doctor Quirke, médico forense que, además,
en esta primera entrega es también el protagonista de parte de los sucesos que
constituyen la historia.
Ya es una interesante novedad el hecho de tener a un
forense como actor principal, pero es que, además, la historia tiene muchos
elementos interesantes desde el punto de vista familiar y social. Se desarrolla
en los años cincuenta en Dublín y en Boston; aparece la Iglesia católica detrás
de algunos hechos de dudosa moralidad; hay varias sorpresas muy bien
dosificadas a lo largo de la novela y está muy bien escrita.
En definitiva, se trata de un buen entretenimiento y
de una interesante aportación a un mundo tan difícil como es el de la novela
negra o policiaca o de suspense que está tan de moda últimamente sobre todo con
la eclosión de los autores nórdicos.
Seguro que aparecerán en el blog otros episodios de esta serie.
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