Lo
que no es Podemos
Noto desde hace tiempo una gran preocupación en los
medios y entre muchos comentaristas por definir a Podemos. (No incluyo aquí a
los partidos políticos de, en el lenguaje de Podemos, La Casta ya que estos
simplemente utilizan los calificativos para descalificar.). Seguramente esta
preocupación surge por las dificultades que tienen para entender el fenómeno
del surgimiento con tal fuerza de alguien que cuestiona tantas cosas hasta
ahora perfectamente establecidas e inamovibles. Por ello, se han empleado
expresiones muy diversas para calificar.
Voy a intentar analizar algunas de ellas para ver
qué hay de verdad.
Es un grupo antisistema.
Es una de las más queridas por determinados medios de la derecha más extrema,
aquella que, precisamente, estaría más encantada con un cierto cambio de
sistema. Es relativamente fácil ver que nada más alejado de la realidad que
considerar a Podemos como antisistema. A veces hablan de cambio de régimen en
referencia al creado por la constitución de 1978, pero incluso cuando hablan de
capitalismo, no lo hacen planteando su sustitución inmediata. Además, se
presentan a las elecciones, plantean reformas que por profundas que sean, no
implican un cambio radical. Hasta ahora se había empleado esa expresión de
antisistema para los grupos violentos principalmente opuestos a la
globalización, o para determinados grupos de “okupas”. Aplicárselo a Podemos es
o no entender nada del fenómeno o, en el peor de los casos, utilizarlo
meramente como elemento denigrador.
En más de una ocasión he escuchado y leído de alguno
de sus portavoces que el programa de Podemos son los Derechos Humanos. Lo que
no parece muy antisistema.
Es cierto que en Podemos puede haber, y habrá,
personas e incluso algún grupo antisistema, lo mismo que, por ejemplo, en el PP
hay personas parafascistas y no por ello se califica así al partido.
Es un grupo de izquierda
radical. Evidentemente, una vez más,
se utiliza como arma arrojadiza y, en este caso, se hace en multitud de
ocasiones. Una partido o grupo de izquierda radical plantearía cosas como:
hacer la Revolución (así con mayúsculas) y no simples reformas, no se
presentaría a las elecciones, en su programa estarían entre las primeras
medidas a tomar la nacionalización de la banca y los monopolios, considerarían
a su grupo como la vanguardia del proletariado y en su funcionamiento interno
tendría un carácter muy centralizado, etc. Como se puede apreciar nada que ver
con las medidas que se plantean en Podemos ni, mucho menos, con el
funcionamiento actual y el que se está discutiendo de cara al futuro en
Podemos.
Claro que hay medidas bastante radicales en
comparación con las que en este momento plantean otros grupos como puedan ser:
la revisión y auditoría de la deuda, la salida de la OTAN o varias de las
propuestas económicas, pero hay mucha diferencia entre eso y lo que pueda
plantear la verdadera izquierda radical.
Evidentemente, como en el caso anterior, hay
personas y grupos de la izquierda radical dentro de Podemos, como hay gente de
la extrema derecha dentro del PP y no por eso se le califica así.
Es un grupo
marxista. No se oye demasiado esta calificación porque no es tan
descalificadora como las anteriores y las que luego comentaré. Varios de sus
portavoces conocidos vienen de esa tradición y sus lecturas van en esa
dirección (Perry Anderson, David Harvey, Gramsci,…). Ahora bien, son muchos los
intelectuales de distintas especialidades que se reconocen deudores de muchos
aspectos de la tradición marxista en la medida en que tiene elementos que
ayudan a la comprensión de la realidad, sin embargo, no quiere decir que hagan
suyo ni todo el aparato teórico ni, sobre todo, algunas de las consecuencia
prácticas que se derivan. No deja de ser significativo en este sentido que en
Podemos en lugar de hablar de “clase” se hable de “gente”(creo que este tipo de
cosas es una de las que más han provocado el rechazo de alguien como Willy
Toledo).
Recoger aportaciones del marxismo, sí; seguir de
forma dogmática ese pensamiento, no.
Es un grupo bolivariano.
Este es uno de los adjetivos preferidos para la descalificación. Ante el hecho
evidente y reconocido por ellos de que alguno de los principales portavoces de
Podemos hicieron labores de asesoramiento para el gobierno de Hugo Chávez, se
coge el rábano por las hojas y se afirma que pretenden reproducir aquí lo hecho
en Venezuela. Obviamente, quienes eso afirman saben perfectamente que no es así
entre otras muchas razones porque son situaciones tan inmensamente diferentes
que, en el caso de desearlo, tampoco sería posible. Aquí no se plantean ni las
misiones de alfabetización, ni las sanitarias, ni las milicias, ni la presencia
de médicos cubanos, ni…Ni tan siquiera se habla de socialismo, pero eso sería
hablar de lo que es y ahora “no toca”.
En el fondo lo que está en juego aquí es la visión
que desde determinados sectores en España tienen no solo de lo que está pasando
en Venezuela sino en gran parte de Sudamérica. Que desde hace más de diez años,
y después del domino neoliberal de los ochenta y noventa, en muchos países se
hayan conformado gobiernos de izquierdas con políticas diferentes y con algunos
éxitos, es algo que no pueden soportar quienes desde aquí siempre están dando
lecciones a “esos tercermundistas”. (Incluyo entre los “maestros” a multitud de
miembros del PSOE).
Claro que hay aspectos criticables en las medidas
que se están tomando, pero lo que se hace es una descalificación total.
Es un grupo
populista. Aquí finalmente llegamos a la favorita de todos y, desde luego,
a la más utilizada desde la llegada de Pedro Sánchez a la dirección del PSOE.
Eso sí, sin que por ningún lado se intente explicar qué se quiere dar a
entender con el uso de un término tan complejo y que ha dado lugar a grandes
debates entre intelectuales desde hace mucho.
Utilizando informaciones de un artículo de José Ignacio Torreblanca en El País, se
podrían señalar algunas cosas que caracterizarían al populismo: 1. Un liderazgo
carismático con relación directa y paternalista con el pueblo; 2. Hablar en
nombre del pueblo no reconociendo mediaciones institucionales; 3. Buscar
refundar el statu quo dominante; 4. Tener intercambio clientelar con los
seguidores.
¿Alguien que siga mínimamente las intervenciones de
cualquiera de los portavoces de Podemos ve reflejadas en sus palabras e ideas
estas características?
Plantear medidas económicas no muy realistas en la
actual situación, podría tacharse de demagógico y electoralista, pero no de
populista. Y puestos a hacer demagogia, qué decir de la anunciada “reforma”
fiscal del gobierno.
Calificar de La Casta a lo que consideran la
oligarquía político-financiera que está gobernando desde hace más de treinta
años este país puede ser discutible en términos científico y políticos, pero no
es populismo porque se pretende combatirla electoralmente, esto es, a través y
a partir de las instituciones democráticas.
Si en España ha habido o hay alguna forma de
clientelismo, habría que fijarse en los partidos que gobiernan y han gobernado.
Y lo más importante, ¿dónde está el paternalismo en
un grupo que plantea que las decisiones tiene que venir de abajo a arriba, que
se moviliza por ahora a través de asambleas, que tiene como lema, me guste más
o menos que eso no importa, “el empoderamiento de la gente”?
En fin, ni antisistema, ni izquierda radical, ni marxista,
ni bolivariano, ni populista. Sin embargo, entre sus miembros hay antisistema,
bolivarianos,…, claro, como no puede ser de otra forma en un grupo muy
heterogéneo que se está estructurando y
definiendo en estos momentos. Por ahora solo hay borradores e inicios de
debate, pero no parece que tras lo que se termine aprobando se pueda calificar
de cualquiera de las formas que he venido comentando.
Podemos preocupa y da un cierto miedo porque
moviliza a gente que estaba totalmente decepcionada y alejada del sistema tal y
como funciona en España, porque está atrayendo a otros que militaban en otras formaciones, porque
sus actuales portavoces no pueden ser descalificados por sus actuaciones
anteriores (y eso en el país del “ventilador” y del “y tú más”, desconcierta a
muchos), porque en definitiva supone una crítica total a cómo está funcionado
el país y sus élites dirigentes que está obteniendo cada vez mayor apoyo como
se muestra encuesta tras encuesta. Por todo esto, es necesario descalificarlo
utilizando para ello todos los medios que sean posibles aunque resulten tan
zafios y mentirosos como los comentados en este escrito.
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