Con este volumen se termina el ciclo que Shalámov
dedicó a su experiencia en los campos de Kolimá. Hay otro libro, el que hará el
VI de la serie, pero en él se recogen artículos y reflexiones del autor y aún
no ha sido traducido al castellano.
Como en el blog ya he comentado varios de los
volúmenes es poco lo que me queda por decir. Este último me ha gustado menos
que los anteriores o, para ser más exacto, me ha impactado menos. Parece lógico
pues gran parte de lo que cuenta ya resulta muy conocido habiendo leído los
otros. Aparecen nuevos personajes con sus historias pero tampoco aquí hay
grandes novedades. La mayoría están escritos entre 1972 y 1973 y se refieren a
la época en la que el autor hizo los cursos de practicante y ejerció dicha
profesión en Kolimá.
A pesar de lo dicho, hay un par de relatos que
aportan novedades sobre algún aspecto de la vida en el campo: Noches atenienses, que tiene un inicio
ciertamente curioso sobre los deseos del hombre que constituyen su máxima
felicidad, y El ajedrez del doctor Kuzmenko que también resulta muy original.
Solo me queda recomendar vivamente la lectura de
cualquiera de los volúmenes de esta gran serie sobre los campos del estalinismo
que tiene, además de un gran valor testimonial, un gran valor literario.
Transcribo como muestra del estilo del autor y la
dureza de la vida en los campos un texto de los inicios del libro:
“(…) di con la afortunada campaña oficial contra la
disentería. Yo, un antiguo diarreico, adquirí entonces todas las credenciales
para que me hospitalizaran. Me sentía orgulloso de poder plantar mi trasero
ante cualquier médico y, lo más importante, ante cualquier no médico, un
trasero que escupiría un pedacito de la salvadora mucosidad, que mostraría al
mundo la esmeralda gris-verdosa con vetas sangrientas: la piedra preciosa del
disentérico”. (P.13)
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