lunes, 16 de febrero de 2015

Se me acabó John Fante, ¡qué pena!




 
Se recogen en este libro veinte relatos, de los que trece fueron publicados en 1940  y el resto posteriormente. El protagonista de la gran mayoría es el hijo mayor de una familia de inmigrantes italianos, es decir, el mismo de gran parte de los libros de Fante. Solamente los dos últimos tienen otros protagonistas, filipinos para más señas, lo que no deja de ser original sobre todo porque tienen el español como su idioma principal.
Ha sido una verdadera gozada, un placer inmenso volver a leer a Fante y volver a encontrarme con esos personajes y con sus historias. En el último año he leído, y por lo tanto publicado comentarios en el blog,  toda la obra traducida del autor. Estos relatos han sido lo último traducido y, desde luego, merecen mucho la pena. Están todos los temas de Fante en su tratamiento de la familia inmigrante italiana y de su proceso de integración en la sociedad estadounidense. También es una novela sobre el aprendizaje de un adolescente y, más adelante, de un joven. Las relaciones con los padres -con el padre principalmente-, con la religión católica (¡qué recuerdos me ha traído el relato en el que hace de monaguillo!), con esos amigos de tan variada procedencia, con los curas,… Un auténtico retrato de la América de la segunda década del siglo pasado.
Aunque se trate de relatos, en su conjunto se pueden casi considerar una novela y prácticamente leer como tal pues apenas cambian los personajes (incluso cuando cambia el nombre del protagonista), las circunstancias y el ambiente económico-social.
Todo ello escrito con el estilo característico de Fante, con su enorme facilidad para los diálogos jugosos e ingeniosos, para las descripciones visuales, y con una sensibilidad que le convierte en un escritor diferente, especial,  por lo que no me extraña que haya verdaderos “fantianos”.
Quien conozca al autor seguro que ya ha leído el libro y para quien no lo conozca es una buena primera lectura porque se manifiesta casi todo el mundo literario del autor.
Ahora solo me queda la relectura que tampoco está nada mal.
 
John Fante, El vino de la juventud

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