Algunas reflexiones críticas sobre Podemos
En Aragón ha votado algo más del 18%
de los inscritos el posible pacto con el PSOE; en Baleares no ha llegado al 8%
los que hemos votado para aprobar los distintos pactos que se han hecho;
desconozco las cifras en Castilla la Mancha o Extremadura.
Tampoco ha tenido
demasiada difusión el contenido de los pactos como sí ha sucedido con los que
Ciudadanos ha firmado con el PSOE en Andalucía o el PP en Madrid de tal manera
que para la opinión pública parece que es este partido el que marca las
políticas que se harán en ambas comunidades o, al menos, el que pone verdaderos
límites sobre todo al tema de la corrupción.
Además, no sé si ya se están
elaborando programas de cara a las próximas elecciones generales y, desde
luego, sé mejor cuál es nuestra política con respecto a los presos de ETA o la
condena a Alfon o la crisis griega, que sobre la enseñanza, la reforma laboral
o los impuestos, por poner algún ejemplo de temas importantes.
Ayer mismo, en una concentración
convocada entre otros muchos grupos por
Podem en apoyo y solidaridad con el pueblo griego, apenas nos juntamos 150
personas cuando solo en Podem el censo de inscritos es de más de 10.000.
En resumen, escasísima movilización en
las bases de la organización. En este contexto sale la noticia de una propuesta
de selección, y “elección”, de candidatos a las generales que llama la atención
en una organización que presume de la participación, de la democracia interna y
de una cierto asamblearismo.
Estamos en un momento crucial no solo
para la organización, sino para el futuro político y social de España. Decía
Errejón en un tuit reciente que la táctica es desalojar al PP y la estrategia
acabar con el bipartidismo. Bien, se ha desalojado al PP del poder en multitud de ayuntamientos y comunidades
autónomas, pero colocando al PSOE en su lugar y dándole con ello un aliento que, seguramente, podrá
aprovechar en las generales a poco que no cometan demasiados errores en su
acción política. Es cierto que de no hacerlo así el beneficiado hubiese sido el
PP, pero me parece que no se ha explicado bien el contenido de los pactos y, en
algún caso, tengo mis dudas de que se haya actuado correctamente, (por ejemplo,
en el caso de Andalucía, al margen del poco respeto político que me merece
Susana Díaz).
En algunas actuaciones, sectores de la
prensa y comentaristas creadores de opinión no opuestos especialmente a Podemos
han achacado a la inexperiencia los errores cometidos (en otros casos no hay
que fijarse porque tienen claro desde el principio cuál es la tarea que tienen
encomendada). Estaría de acuerdo si se tratase de errores de gestión, pero no
sucede así en casos como, por ejemplo, el de Guillermo Zapata. Si pidió perdón
y se disculpó con los posibles ofendidos, la lógica que hemos estado aplicando
en nuestras críticas a otros grupos habría llevado a que dimitiera de todos los cargos. Además,
creo que ha primado la defensa de lo individual por encima del daño al
colectivo. (Que conste que estoy convencido de que Zapata no piensa como podría
deducirse por esos tuits publicados).
Finalmente, un par de comentarios
sobre la actuación pública de algunos dirigentes. Cada vez que escucho a
Errejón, sea en las tertulias de la SER o en intervenciones en televisión, me
reafirmo en nuestras posiciones y, en algunas ocasiones, las entiendo mejor.
Cuando veo a Bescansa participando en los esperpentos de los sábados en La
Sexta, además de sentirlo por ella, veo la forma como se debe participar en un
debate: ordenadamente, con respeto, sin gritos ni alteraciones, guardando el turno
de palabra y siendo duro en los contenidos, pero suave en las formas. Sin
embargo, cuando veo algunas intervenciones de Iglesias en los últimos tiempos,
no sé si achacarlas al cansancio, al exceso de responsabilidad o a que ve
demasiado Juego de tronos, el caso es
que no me gustan. Por ejemplo, respecto a los posibles pactos con IU, que por
cierto yo no quiero en absoluto, se puede decir que no, pero se tiene que hacer
de una forma más respetuosa y sin necesidad de ofender. Además, teniendo en
cuenta que el Senado se elige por un sistema mayoritario, no bastarán el tipo
de acuerdos que parece que se están empezando a configurar para evitar la
mayoría absoluta del PP en esa institución y, a lo mejor, habrá que ampliar el
espectro de los acuerdos.
En resumidas cuentas, cierta pérdida
de impulso, actuaciones que no parecen mostrar “lo nuevo” como venimos
pregonando, búsqueda de una centralidad y transversalidad que, una vez
aparecido Ciudadanos, no se sabe muy bien dónde está ni cómo llegar a ella y,
por encima de todo, una falta de preocupación y ocupación en la participación
de la gente en la toma de decisiones (que hoy mismo se confirma con el sistema
de selección de candidatos para las elecciones generales que hasta resulta un
tanto difícil de entender tal y como aparece formulada por el momento).
Aún estamos a tiempo de cambiar y
espero que no tengamos que repetir aquello de: "No es esto, no es esto”.
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