Aunque parezca que sobre Auschwitz está todo
escrito, siempre se le puede dar otra vuelta de tuerca. Eso es lo que hace
Sorel en este difícilmente clasificable libro. El protagonista, K, es un
miembro de la orquesta del campo y nos irá narrando en primera persona a lo
largo de cinco capítulos, secuencias las llama el autor, los diferentes
componentes y momentos que forman y suceden en un campo de exterminio. Desde la
llegada a la estación y la consiguiente separación, hasta los trabajos diarios
de los que sobreviven y la espantosa muerte a la que son sometidos los que no. Lo
hacen.
Un texto lleno de horrores que, además, Sorel no
intenta ocultar,, sino todo lo contrario, como cuando escribe en la página 205
a propósito de los hornos: “(…) el fuego incendia con su fulgor la estancia,
enrojece nuestros rostros pronto ennegrecidos, las llamas bailan y cantan en su
jerga pidiendo devorar más cuerpos, cuando arrojamos éstos a su interior
precipitan su vigorosa danza con cimbreantes movimientos, ensanchándose,
crepitando conforme cruje la piel de la leña humana, sobre todo la de los más
jóvenes y tiernos, la carne se va carbonizando y al fin la piel estalla, la
grasa forma hileras en las paredes de los recintos, son las cabezas las que más
tardan en consumirse,…”
Como se ve se trata de un libro cuya lectura no es
apta para cualquier tipo de lector. Cuesta respirar a veces durante su lectura
incluso para quienes, como es mi caso, han leído mucho sobre el tema, Párrafos
extensos, sin puntos ni puntos aparte, solo separados por comas, con un afán en
ocasiones expresionista, describiendo el horror.
Sorel se ha basado en una bibliografía que da al
final y que recoge lo fundamental que hay sobre el Holocausto en general y
Auschwitz en particular. De hecho hay frases que aunque no las entrecomille son
típicas de Levi o Améry. También da varias citas textuales de diferentes
autores sobre todo en el primer capítulo que, por cierto, es el que me parece
más flojo ya que da la sensación de estar un tanto forzado (esa extraña
relación con una mujer, Kyoko, que recogerá el manuscrito) y puesto ahí para
justificar el nacimiento del texto.
La principal aportación de libro es conseguir dar una
visión de todos los aspectos de la vida en el campo que no es fácil encontrar
tan completa en los escritos hechos por los supervivientes. También es muy
sugerente desde el punto de vista de su escritura y composición.
Especialmente interesantes me han parecido las
páginas que dedica a la figura de los
sonderkommandos y los debates que introduce en un par de momentos entre diferentes posiciones que mantienen algunos presos.
Recomendable lectura aunque, como advertía antes, no
para todo el mundo.
Andrés Sorel, Último
tango en Auschwitz
No hay comentarios:
Publicar un comentario