Hace mucho tiempo que tengo esta novela entre los
libros pendientes; de hecho, compré todos los que encontré de Achebe hace tres
o cuatro años a partir de lo que me gustó el primero que leí. (En el blog está
lo que comenté de los tres anteriores). Sin embargo, este se quedó ahí durante
este tiempo quizá por haberme saturado un poco de las historias del autor.
A diferencia de lo que recuerdo de los anteriores,
aquí Achebe habla menos de política y más del funcionamiento de la realidad
rural de su zona de origen, el norte de la actual Nigeria. En algunos pasajes
casi se podría considerar un libro antropológico por la cantidad de
informaciones que aparecen sobre ritos, ceremonias, concepciones religiosas,
etc. Esto constituye una de las partes más interesantes de un libro que como
novela no me ha gustado demasiado.
Es cierto que está muy bien narrado y que tiene un
original personaje protagonista, Ezeulu, un sacerdote de Ulu cuyo orgullo y
testarudez da lugar a los momentos más brillantes de la novela, pero a mí me ha
parecido que está desarrollada de forma muy desigual, pues junto a capítulos de
gran interés (informativo o dramático) hay otros que se leen un poco por
encima.
En todo caso, dejo este fragmento del prólogo de
Marta Sofía López: “Con una maestría admirable, Achebe consigue así en esta
novela crear personajes altamente individualizados y al mismo tiempo
arquetípicos, engarzar la intrahistoria de la sociedad tradicional igbo en el
marco de la narrativa histórica occidental, transformar acontecimientos aparentemente
anecdóticos y particulares en elementos significativos dentro de la constante
reflexión sobre el ejercicio ético del poder que abarca toda su obra.”
Para quien no hay leído nada del autor es más
recomendable empezar por alguna de sus otras novelas.
Chinua Achebe, La
flecha de Dios
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