Viene precedida esta última novela de Amis de una
cierta polémica ya que sus editores habituales en Francia y Alemania se han
negado a publicarla. Al mismo tiempo, ha tenido muy buenas críticas; así, por
ejemplo, dos recogidas en la contraportada: “Un tour de force de auténtico virtuosismo verbal, y una novela
brillante, inmaculadamente incómoda, inspirada por una profunda curiosidad
moral por los seres humanos. Impresionante.” (Richard Ford) o, “Sin duda una obra maestras. Inteligente,
terrorífica y cómica. Amis aborda los grandes temas con imaginación e inteligencia.”
(Allan Massie) Ya entre nosotros, dejo dos enlaces con comentarios también muy
favorables para el libro: el de Carlos Zanón en Babelia y el de Ruth Franklin
en El Cultural.
Dicho todo lo anterior, a mí la novela ni me ha
parecido merecedora de críticas por su enfoque del tema del Holocausto (razón
por la que ha tenido esos problemas de edición), ni tampoco me ha parecido “inteligente”,
"terrorífica”, “brillante” ni “impresionante” ni, mucho menos, “cómica”. Sobre
este tema he leído mucho a lo largo del tiempo y he dejado bastante constancia
en el blog, pero es cierto que no ha sido habitual verlo tratado desde un
enfoque novelístico; de hecho, salvando relatos escritos generalmente por
protagonistas, no recuerdo ahora mismo ninguna obra de ficción como esta que
comento.
El libro es original. Los personajes desde los que
cuenta la historia están en principio bien escogidos: Golo, un sobrino de
Martin Borman, que está en el campo de concentración para construir una ampliación
dedicada a la fabricación de caucho sintético, y que se enamora de la mujer del
segundo protagonista, Paul Doll, el comandante del campo, siendo el tercero, Szmul,
miembro del Sonderkommando. Compone así Amis su texto desde estas tres voces y
siempre en primera persona.
Hasta aquí todo bien, el problema es que a mí me ha
resultado todo o muy artificial, o muy tópico, o muy aburrido. No me interesa
la historia de amor, no me interesan las vicisitudes del comandante con las
descargas de los trenes y menos aún el personaje de Szmul.
Fui un gran seguidor de Martin Amis en los noventa
cuando leía todo lo que publicaba la misma editorial que lo edita hoy,
Anagrama. Luego me cansé de sus historias y no volví a leer ningún libro suyo hasta
Koba el Temible que por cierto tampoco
me gustó, y si he leído este ha sido por el tema que trata y porque ya que
estaba por casa… (mi mujer es fiel seguidora del autor).
Hoy por hoy, en lo único en lo que coincido con Amis
es en el año de nacimiento. Y lo siento porque en su día fue de los escritores
que me leí con verdadero placer.
Martin Amis, La
Zona de Interés
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