Aunque fue el primer libro que publicó, es el cuarto
que leo de Saroyan y me alegro porque de haber empezado por este seguramente no
habría seguido con el mismo interés el resto de su obra.
Este conjunto de más de veinte relatos es bastante
desigual y da la impresión de que el autor está buscando su propio estilo y sus
temas. Publicado en 1934 cuando el autor tenía apenas 26 años, algunos relatos
parecen escritos varios años antes y, por lo tanto, por un Saroyan muy joven y
en pleno proceso de aprendizaje de la escritura.
La paternidad, la dignidad, la rebeldía, el
pacifismo o las dificultades que tiene ser un adolescente, son alguno de los
temas de los textos que tienen como protagonistas a personajes de variado origen
aunque en su inmensa mayoría inmigrantes
o hijos de inmigrantes armenios, polacos, alemanes, eslavos, judíos, etc. Esta
es una diferencia con otros libros posteriores en los que sus protagonistas
suelen ser armenios o descendientes de armenios como era el propio Saroyan,
aunque eso sí tienen el carácter bastante autobiográfico que tendrán sus
relatos posteriores.
Para un comentario detallado y muy favorable dejo el
enlace con el de Javier Aparicio en El País.
Por mi parte, recomendaría comenzar con otros libros
de este interesante escritor.
Un comentario aparte sin mayor trascendencia. Aunque la editorial no lo avise, la traducción debe de ser bastante antigua ya que se usan términos como substancia, substituta o harmonía en desuso hace ya tiempo, y lo más curioso es que aparezca el nombre de la correctora de pruebas algo poco habitual por otra parte. Como digo, no tiene mayor importancia pero es raro en una editorial tan cuidadosa en sus ediciones.
Un comentario aparte sin mayor trascendencia. Aunque la editorial no lo avise, la traducción debe de ser bastante antigua ya que se usan términos como substancia, substituta o harmonía en desuso hace ya tiempo, y lo más curioso es que aparezca el nombre de la correctora de pruebas algo poco habitual por otra parte. Como digo, no tiene mayor importancia pero es raro en una editorial tan cuidadosa en sus ediciones.
William Saroyan, El
joven audaz sobre el trapecio volante
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