Joaquín Estefanía es uno de esos casos de periodista
que es capaz de hacer divulgación sin por ello rebajar el nivel de lo que
divulga. También suelo leer los libros que publica porque realiza muy buenas
síntesis y estados de la cuestión al utilizar una bibliografía muy bien
seleccionada.
En este caso se trata de ver cómo está quedando la
sociedad como resultado de los efectos de la Gran Recesión, que es como se
califica en el libro a la actual crisis. Para ello el autor, a lo largo de los cuatro
grandes apartados en que divide el texto, va pasando revista desde las cifras
de la desigualdad que se está produciendo, hasta cómo está afectando a las
diferentes clases sociales así como sus respuestas.
El libro me ha parecido un tanto desigual en el
tratamiento de los diversos temas. La primera parte, en la que se ofrecen las
cifras de la desigualdad, da la impresión de haberse elaborado a partir de
artículos escritos para otros medios lo que provoca algunas reiteraciones
innecesarias. Sin embargo, en las partes tercera y cuarta está lo mejor del
libro cuando escribe sobre el neoliberalismo y el “bastardeo” de Keynes en una,
y sobre el deterioro de las clases medias, en la otra.
Estefanía no se muestra neutral, cosa que por otra
parte es habitual en sus escritos, y así, por ejemplo, escribe criticando a los
defensores del libre mercado:
“El hecho es que la intervención masiva (se refiere a la del estado rescatando los
bancos) es una demostración muy explícita de que, en el extremo, lo que se
ha denominado libre mercado no existe. Que tanto la escala de las ayudas
públicas como la velocidad de las intervenciones selectivas han sido lecciones
prácticas del manual del poder que conservan los gobiernos para modelar las
reglas del juego en beneficio de unos intereses que ellos representan. Esas
reglas cambian cuando el poder lo precisa, aun cuando en la teoría y en la
academia se defienda la doctrina contraria.” (p.204)
Sin embargo,
al mismo tiempo deja una frase de difícil interpretación como la
siguiente:
“Los abusos de la revolución conservadora, y la dejación o el gregarismo que ante ella tuvieron bastantes formaciones socialdemócratas que ignoraron las desigualdades que se iban inflando, dieron lugar a estos lodos. Primero, la indignación, y luego, la indignación organizada.” (p.119)
¿Por qué califica de lodo la indignación organizada?
No da más explicaciones.
También me llama la atención, aunque esto me pasa
con casi todos los que han escrito sobre la actual crisis, que una vez hecha la afirmación que sigue: “Este aumento de la desigualdad en el seno de
algunos países del norte es compatible con que la brecha se haya reducido entre
el norte y el sur geopolíticos. ¿Por
qué? Porque la Gran Recesión, al revés que la mayor parte de las crisis en la
historia, ha afectado mucho más al centro que a la periferia del planeta. Ésta
es otra de sus características.” (p.11), no se plantee como posible explicación
la posibilidad de que se esté produciendo una redistribución a nivel mundial en
la que los que más tenemos, el centro o el norte como prefiramos llamarlo,
estamos perdiendo para que la periferia o el sur empiecen a mejorar. Evidentemente,
si se considera que es así serían muy diferentes los análisis y las
consecuencias que se deberían sacar.
Finalmente, me gusta y estoy totalmente de acuerdo
con la cita que hace del sociólogo César
Rendueles: “Hay que dejar de pensar que intervenir en un espacio público es
escribir mensajes revolucionarios en las redes sociales.” (p.268) Creo que, desgraciadamente,
muchos lo hemos pensado en más de una ocasión y está claro que no es así.
En resumen, un ensayo de divulgación de mucha
calidad y claridad. Sugerente y, como se ve por los textos que he reflejado,
también con elementos para el debate y la reflexión.
Joaquín Estefanía, Estos años bárbaros
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