“La demonización de la clase trabajadora es un modo
implacablemente racional de justificar un sistema irracional. Demonízala,
ignora sus preocupaciones y racionaliza una distribución enormemente desigual
de la riqueza y el poder como justo reflejo de la valía y capacidades
personales. Pero esta demonización tiene un fin aún más pernicioso. Se aplica
una doctrina de responsabilidad personal a toda la gama de problemas sociales
que afectan a ciertas comunidades de clase trabajadora, ya sea la pobreza, el
paro o la delincuencia. En la Gran Bretaña rota, las víctimas solo pueden
culparse a sí mismas.” (p.222)
Creo que en esta extensa cita queda muy bien
reflejada y resumida la principal idea que recorre este magnífico libro de
análisis, denuncia y combate.
Si en El
Establishment arremete contra la clase dirigente británica por apropiarse
de todo el poder, en este su primer libro la crítica va dirigida también sobre
ese mismo grupo pero desde otra perspectiva: la ridiculización y marginación de
un grupo, los llamados chavs, proveniente de una clase obrera previamente
derrotada.
A explicar esa derrota dedica los capítulos
centrales del libro en los que analiza tanto la época de M.Thatcher y sus
políticas privatizadoras e individualizadoras, como la de lo que él llama el
neolaborismo de T. Blair hasta llegar al actual gobierno de D.Cameron. En ellos
pasa revista a lo que ha sucedido con la vivienda, la educación, la
desindustrialización, etc., hasta convertir zonas del país en verdaderos
desiertos de trabajo en los que mucha gente malvive gracias a las ayudas
sociales que, por otra parte, están en pleno retroceso. Estos capítulos me han
parecido lo mejor del libro porque aunque trata temas que son más conocidos, lo
hace de una manera tan clara y directa que merece mucho la pena la insistencia.
Los capítulos 1º y 4º los dedica a tratar de forma
más específica el tema de los chavs como tales. En concreto en el cuarto
muestra, a través de textos tanto de medios escritos como audiovisuales, la
ridiculización e incluso el odio de clase que se manifiesta hacia los así
definidos y catalogados. Es un verdadero muestrario de barbaridades que
manifiestan las enormes diferencias de clase y el clasismo, tanto de la clase
alta como sobre todo de la media, existente en la sociedad británica. Evidentemente,
en España también hay clasismo y tanto los epítetos de “choni” como el de
“poligonero” se pueden acercar al concepto del de chav, pero yo no aprecio aquí
ese desprecio tan exacerbado.
En los otros capítulos profundiza en algunos de los
temas: la educación, la inmigración la caracterización actual de la clase
obrera, etc., pero a veces incurre en excesivas repeticiones de una misma idea
aunque no por ello dejan de ser interesantes.
Desde un punto de vista más personal me gustaría
hacer unos comentarios.
En primer lugar, leer un libro como este ayuda a
comprender el porqué el mejor y casi único cine social que se hace en Europa es
el británico.
En segundo lugar, ver lo que ha sucedido con el
sindicalismo y sus efectos en Gran Bretaña me ha hecho reflexionar sobre mi
postura tan antisindical fruto de experiencias pasadas. Claro que precisamente
hoy se me hace más difícil al ver a Fernández Toxo y a Méndez con la patronal
estudiando la mejor forma de que haya estabilidad política.
Finalmente, y la más importante, dice Owen en la
página 21:
“Todos somos prisioneros de nuestra clase, pero eso
no significa que tengamos que ser prisioneros de nuestros prejuicios de clase.”
Y tengo que reconocer que ahí ha puesto el dedo en
la llaga. Mientras leía el libro me he preguntado en varias ocasiones cuáles
eran mis prejuicios de clase y cuál sería la mejor manera de eliminarlos. Y en
eso estoy.
Un gran libro magníficamente escrito. Citando en los
momentos precisos y adecuados tanto de la prensa como de las entrevistas
realizadas por el autor a un conjunto de personas de variada procedencia tanto
ideológica como social. Un texto comprometido como comprometido está Jones en
la política tanto británica como europea.
Solo una pega: en la conclusión y, como suele pasar en
este tipo de libros, a la hora de plantear alternativas resulta poco claro y
concreto.
Sobre la traducción solo comentar que, siendo
bastante buena, incurre en el error de usar el billón en el sentido anglosajón
con lo que algunas cantidades resultan muy desorbitadas.
Un libro no solo recomendable, sino indispensable.
Una buena reseña de Patricia Tubella en El País.
Owen Jones, Chavs:
La demonización de la clase obrera
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