“Lo que parece haber desempeñado un papel decisivo
en la evolución de nuestros personajes es conocer un mal que viven como
extremo. Este mal adquirió la forma de un campo de concentración en el caso de
Hillesum y de Tillion, de un Estado totalitario y de un gobierno que vigilaba a
todos sus ciudadanos en el de Pasternak, Solzhenitsyn e incluso Snowden, de un
régimen que instituye la desigualdad legal entre dos partes de la población
para Mandela, Malcolm y Shulman. Es como si la asfixia asegurara la respuesta
del espíritu, como si la falta radical de humanidad preludiara el brote de su
esplendorosa manifestación, como si hubiera que ser expulsado de la vida para
llegar al centro. El dolor extremo engendra entonces la plena liberación. Del
miedo total surge el valor total.
Sin embargo, el precio de esta sublimación es
elevado. Consiste en acceder a un estadio humano que está por encima de las
vivencias personales, con su carga de resentimientos y de afectos. Un camino
que la mayoría de nosotros, aunque admire a los que se adentran en él, duda en
tomar.” (p.210)
Con estas palabras se cierra el nuevo libro de uno
de los intelectuales más interesantes de la actualidad. He leído bastantes
libros de Todorov y es quizá el autor que más me ha hecho reflexionar y
replantearme cosas. Siempre resulta enormemente sugerente porque tiene además
la virtud de tocar temas muy actuales y no dar siempre las respuestas más
fáciles.
En este caso para hablar de la moral o, mejor dicho,
de los comportamientos morales. Para ello ha escogido ocho ejemplos de personas
que han dado ejemplo con su comportamiento de resistencia al poder sea cual sea
la forma de este. Sus nombres aparecen en la cita con la que abro este
comentario.
De todos ellos a mí me han interesado tres
especialmente. La francesa G.Tillion porque he leído muchas referencias a
su persona en diferentes libros, pero no
sabía bien por qué era tan mencionada; el escritor ruso B.Pasternak tan famoso
por su Doctor Zhivago, pero del que
desconocía la historia de su a veces ambivalente comportamiento y también porque es otra buena muestra de lo
que supuso el estalinismo y, finalmente, ese N.Mandela que cuanto más se conoce
más se admira.
De los ocho se pueden extraer enseñanzas y eso es
precisamente lo que hace Todorov con su habitual maestría. Queda eso sí la
sensación final de que se trata de seres tan excepcionales que juegan en otra
división y de ahí el riesgo de dejarlos en el pedestal y nosotros, simples
mortales, seguir con nuestras rutinas y egoísmos cotidianos. No obstante,
siempre es útil mirarnos en esos espejos aunque nuestra imagen aparezca
bastante deformada.
“En el mundo de los valores hemos pasado del
espejismo comunista al desierto capitalista.” (p.21) Y así nos va.
Son solo algo más de 200 páginas, pero no se
necesita más para decir lo fundamental. Otro buen libro de este francés nacido
en Bulgaria o búlgaro residente en Francia.
Una interesante entrevista en elcultural.com
Tzevetan Todorov,
Insumisos
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