Hace unos años un gran
escritor británico, Martin Amis, escribió Koba
el Temible, su particular ajuste de cuentas con Stalin. Ahora, otro
escritor británico de la misma generación aprovecha la historia del músico
Dmitri Shostakóvich para criticar ese régimen y para algo más, pues como se
afirma en la contraportada del libro: “En esta breve novela, tan hermosa como
terrible, Julian Barnes reconstruye la vida del músico –los recuerdos de su
infancia y su convulsa vida íntima, las relaciones con sus esposas, sus amantes
y su hija-, pero sobre todo aborda las dolorosas decisiones que tuvo que tomar
en unos momentos históricos sombríos, e indaga en el miedo y la culpa, en la
dificultad de comportarse con honestidad en tiempos de barbarie, y en la
difícil supervivencia del arte en esos años aciagos.”
En tres capítulos aborda
sucesivamente tres aspectos de esa vida y sus repercusiones íntimas: el miedo,
la cobardía y la culpa.
Que el miedo estaba
justificado, sobre todo en el caso de personalidades relevantes, lo resume muy
bien Barnes en este fragmento:
“En aquella época había dos
frases –una era una pregunta y la otra una afirmación- que hacía sudar a la
gente y cagarse en los pantalones a hombres fuertes. La pregunta era: “¿Lo sabe
Stalin?” La afirmación, aún más alarmante, era: “Stalin lo sabe”.” (p.136)
La cobardía y la culpa
quedan también reflejadas muy bien en este otro fragmento:
“Ni siquiera se trataba de
que le faltase el valor de comprar y tragarse las pastillas. Era más bien que
ahora, en aquella tesitura, carecía incluso del respeto a sí mismo que exigía
el suicidio.” (p.171)
Una novela muy interesante y
muy bien escrita, pero que a mí no ha terminado de llegarme seguramente por el
momento en el que la he leído y, también en parte, porque creo que está escrita
con demasiado alejamiento y me atrevería a decir que con cierta frialdad.
Después de haber leído bastantes textos, sobre todo memorias, sobre la época
estalinista, este de Barnes, siendo excelente y mostrando algunas historias muy
interesantes, me ha dejado un poco frío.
Creo que tendré que darle
pronto otra oportunidad porque el autor, el tema y el músico protagonista lo
merecen.
Julian Barnes, El ruido del tiempo
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