“Me da la sensación de que
el mal alcanzó tal grado de existencia durante los años de la guerra que a
aquellos que no lo vivieron les resulta difícil creerlo, o incluso enfrentarse
a ello.” (p.90)
Seguramente esta idea
expresada por Postel-inay explique que después de tantos años, setenta en
concreto, de sucedidos los hechos que se cuentan en el libro, se muestre
dispuesta a contarlos.
Son pocos los libros
publicados que recogen testimonios de mujeres en los campos de concentración.
Precisamente hace poco publiqué una entrada en el blog comentando Una mujer en Birkenau de la polaca
Seweryna Szmaglewska y en su día leí el clásico Prisionera de Stalin y Hitler de Margarete Buber-Neumann. Esta
escasez de visiones femeninas explica y justifica que se publique el que ahora
comento.
Anise fue detenida poco
después de iniciar sus actividades en la Resistencia francesa y tras pasar por
varias prisiones terminó en el campo de concentración de Ravensbrück. Este
periplo es lo que, con la colaboración de la escritora Laura Adler, nos cuenta
de forma muy resumida, poco más de 100 páginas, en estos recuerdos.
Lógicamente están muy lejos
en interés e intensidad con lo narrado en los otros textos citados, pero
también es útil conocer la experiencia de una joven francesa, 21 años en el
momento de la detención, sobre todo en el campo de concentración que es, por
otra parte, lo que constituye el objeto central del libro.
Marta Medina hace un
comentario muy completo en elconfidencial.com.
Anise Postel-Vinay con Laura
Adler, Vivir
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