Releo después de muchísimos
años, el libro se publicó en 1989, este sugerente, interesante y por momentos
apasionante estudio de Marvin Harris. Este antropólogo ya apareció en el blog
en la serie de mis autores favoritos. En su día leí la mayor parte de sus
libros traducidos porque, además de lo ya
apuntado sobre sus virtudes, resultan muy entretenidos y ofrecen
interpretaciones curiosas y originales sobre muchos aspectos de la vida.
En este caso, tal y como se
deduce de su título, el autor se centra en uno de sus temas preferidos: de
dónde vienen muchos de los “extraños” comportamientos que existen sobre la
comida, por qué hay determinados tabúes y, al contrario, por qué lo que es un
tabú en un lugar es objeto de consumo masivo en otro.
Resumiendo mucho y
recogiendo lo que en su día dijo el sociólogo Enrique Gil Calvo:
“Como siempre, Harris,
defiende su funcionalismo ecológico en abierta controversia polémica con las
interpretaciones idealistas: no comemos aquello que pensamos que es bueno, sino
que pensamos que es bueno aquello que nos vemos obligados a comer.” (El País, 25 de junio de 1989)
Ahí está un poco la clave de
sus interpretaciones, en un funcionalismo ecológico que completa con la
relación coste-beneficios y la teoría de la caza/recolección óptima.
Con estos presupuestos
analiza el ansia de carne en algunas sociedades (tomando la estadounidense como
ejemplo); el rechazo de la vaca, el
cerdo o el caballo, en otras; las causas de la presencia de la leche (por cierto
muy minoritaria a nivel mundial) o de su
ausencia en la alimentación; los “bichitos” que se comen en unos lugares y
producen asco en otros; y hasta la antropofagia. Para cada caso encuentra
diferentes motivos plenamente racionales y justificados, es decir, al margen de
cualquier influencia religiosa o, mejor dicho, pensando que lo que ha hecho la
religión en muchos casos es la justificación de los comportamientos previos.
No olvida Harris tampoco el
factor humano como cuando hablando del tema de las vacas en la India afirma:
“Naturalmente, desde el
punto de vista de la ganadería moderna, sería mucho más eficaz alimentar
adecuadamente a un menor número de vacas y librarse de los ejemplares subalimentados.
Pero también hay otro punto de vista: librarse de las vacas excedentes e
inútiles equivale a librarse de los campesinos excedentes e inútiles. Disponer
al menos de una vaca por demacrada que esté, da al campesino pobre un punto de
apoyo adicional sobre sus tierras, salvándole posiblemente de las garras de los
prestamistas y de verse obligado de unirse al éxodo de las familias sin tierra
que no tienen otro lugar donde ir excepto las calles de Calcuta.” (p. 65-66)
Asimismo, se muestra muy
crítico con ciertos idealistas (y en el fondo con nuestra sociedad):
“Son incapaces de comprender
(se refiere a estudiosos que encuentran
abominable la noción de antropofagia) que el verdadero enigma es que
nosotros, que vivimos en una sociedad que perfecciona constantemente el arte de
producir cadáveres en masa en los campos de batalla, pensemos que a los hombres
se les puede matar pero no comer.” (p.257)
Un libro como decía antes
muy interesante y que sintetiza y completa lo que ya había escrito en otros
trabajos anteriores. Aunque cualquier texto de Harris es muy recomendable, creo
que en este se encuentran los suficientes elementos de análisis para que
resulte quizá el más recomendable, al menos de los que yo he leído.
Marvin Harris, Bueno para comer
No hay comentarios:
Publicar un comentario