Aunque no es habitual en mis comentarios, en este
caso me parece más apropieado reproducir el hecho por Sergio Sancor en
librosyliteratura.com:
“No he leído con anterioridad a Natalia Ginzburg.
Sus textos, sus obras, no se han cruzado en mi camino en ninguna ocasión. No es
que no conociera su existencia, sino que simplemente la casualidad o la
causalidad no han hecho que ella y yo tengamos un momento común para
conocernos. Por lo tanto, mi primer acercamiento a su obra, de la mano de Y
eso fue lo que pasó llega con la sensación de haber recibido un
puñetazo en plena cara. La dureza, la poca compasión, las obsesiones y deseos,
la brutalidad, la violencia, la falta de respiración frente a una relación, el
no existir cuando se está existiendo, los significados, significantes y errores
del amor, la vida que se cuela por el desagüe o la muerte que llega de
improviso. Todos elementos que, en esta historia de ciento diez páginas se
entremezclan creando una lectura que duele, pero imprescindible.”
Es curioso este comentario de un texto, breve por
otra parte, del que la propia autora dice en la Nota previa:
“Escribí esta historia para sentirme un poco menos
infeliz. Me equivoqué. No debemos buscar nunca un consuelo en la escritura. No
debemos perseguir un objetivo. Si hay algo seguro es que es necesario escribir
sin perseguir un objetivo.” (p. 11)
Da la sensación de que necesitaba desahogarse y
utilizó la escritura.
Yo he leído el texto tan de corrido como dice Italo
Calvino en el Prólogo. Es una historia muy potente y tremendamente bien contada
tras un inicio de esos que llaman la atención.
Lo cierto es que ahora hay que ponerse a buscar más
libros de esta escritora porque tengo la impresión de que me ofrecerá buenos
momentos.
Hay una reseña muy completa en devoradoradelibros.com
Natalia Ginzburg, Y eso fue lo que pasó. Traducción de Andrés Barba. Prólogo de Italo Calvino.
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