Estuve a punto de abandonar la lectura del libro
apenas leídas las primeras cuarenta páginas. No lo hice porque leí la
completísima reseña en el blog devoradoradelibros.com, un blog con el que suelo
coincidir bastante y donde además de afirmar que era el mejor libro que había
leído en 2016 dice también:
“El lector también debería afrontar su
lectura con esta idea de acumulación: de entrada, limitarse a disfrutar de su
excelente prosa, empaparse del universo reimanniano, entrar en el mundo de
Franziska; las piezas de la «historia», si se puede considerar que narra una
historia, ya empezarán a juntarse y a dotar de sentido al conjunto sin que se
dé cuenta.”
Esa idea me animó porque en lo que
había leído aún no había encontrado ningún sentido.
Por otra parte, releí el Prólogo de
Ibon Zubiaur, el traductor, y me encontré con lo siguiente:
“El 4 de noviembre de 1967 apuntaba ya
en su diario: “El argumento, opina A., aún no se entiende, no hay una intención
reconocible. Sé bien que el libro consiste en un excurso tras otro, pero no
puedo explicar por qué quiero escribirlo justo así: acumular vida, sin más, lo
cotidiano y lo casual, no-necesario.” Y
reconocía en ello “una protesta contra la trama, contra la construcción
novelística, que me parece demasiado cristalina, demasiado pura, demasiado
artificial, demasiado clara en una sociedad bien poco clara.” “(p. 10)
Y más adelante hace la siguiente
valoración:
“Nos queda la práctica totalidad del borrador,
un monumento de la literatura alemana de posguerra en su intensidad y su
libertad, la obra maestra de una escritora dotada como muy pocas que aquí se
suelta todas las riendas, se abandona, experimenta, se pierde (sí, también se
pierde), sólo para reencontrarse enseguida y remontar el vuelo con ese estilo
inimitable, pleno de vida y hallazgos, de incisividad y perspicacia, de deseo y
de piedad.” (p. 10-11)
¿Por qué esta extensa introducción con
citas tan favorables a la novela? Simplemente para justificar el título que he
puesto a esta entrada porque, sinceramente,
a mí no me ha gustado absolutamente nada. He tenido la paciencia, o la
desfachatez, de leerme sus casi setecientas páginas y solo ha habido algunos
momentos en los que he podido meterme e interesarme por la historia o historias.
Es cierto que se trata de un libro muy bien escrito (y desde luego muy bien
traducido y anotado), pero también de un libro en el que no es fácil seguir los
pasos de la autora.
Es el tercer libro que leo de Reimann
y los otros dos me habían gustado bastante, por eso lo cogí con ilusión porque,
además, me interesaba lo que se comenta en la contraportada sobre el mundo de
la extinta República Democrática Alemana, pero incluso en este aspecto la
novela me ha defraudado ya que no son muchas las referencias al contexto
aunque, eso sí, está como trasfondo de algunas de las cosas que suceden.
Dejo dos de los fragmentos más
explícitos sobre este tema:
“He aguantado quince años aquí (habla el padre que se fue a la RFA):
quince años de más…. No puedo ocultar cierta simpatía por la doctrina de este
estado, con sus grandes ideas de fraternité
y humanidad liberada, pero una cosa es proclamar ideas y otra ponerlas en
práctica. Propaganda pertinaz, una moral tosca y disciplinaria, escasez y el
criminal desprecio por el individuo y por toda expresión individual, ésa es la
parte que os ha tocado… “(p. 159)
“La revolución no es un paseo por un
jardín botánico: Ha visto fotos retocadas, leído sobre los procesos de Moscú,
Vorkutá no es para él sólo un punto geográfico junto al círculo polar de algún
mapa, ha podido saber de los campos, de los reasentamientos forzosos, de los
destinos de emigrantes, del poeta desaparecido Mandelstam (…)” (p. 613)
En fin, “seguramente una gran novela”;
incluso puede que sea la mejor escrita en la RDA, como afirma el traductor en
el Prólogo. Quizá no la he leído en las mejores condiciones físicas y anímicas,
pero hacía tiempo que un libro me interesaba tan poco y me mantenía tan alejado
de lo que me contaban.
No obstante, tanto lo que dice el traductor como el
blog que mencionaba al principio, me llevan a pensar que posiblemente es más un
problema mío que del libro.
Brigitte Reimann, Franziska Linkerhand. Traducción de Ibon Zubiaur
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