No es esta ni mucho menos la primera vez que leo una
novela que tiene el conflicto de la
exYugoslavia como tema o al menos como
fondo. A lo largo de los años he leído novelas de autores croatas, bosnios y
serbios, principalmente de los dos primeros, pero esta es la primera vez que
leo algo de un autor esloveno. Siempre me ha interesado ese conflicto tanto
desde el punto de vista histórico como del de la visión que han tenido sus
intelectuales y escritores.
Vojnovic es un joven autor, nació en 1980 en
Liubliana, que publicó en 2012 esta que es su segunda novela. En ella cuenta en
primera persona la historia de un joven que tiene once años en 1991 en el
momento en que su padre abandona el hogar para ir a la guerra. Su madre le dirá
posteriormente que ha muerto en combate y él poco a poco lo irá olvidando hasta
que, dieciséis años después, se entere de que podría estar vivo y salga en su
búsqueda recorriendo muchos lugares de los diferentes países en que se dividió
Yugoslavia y hablando con muchas personas que conocieron a su padre o que le
han prestado ayuda recientemente.
La novela va transitando así por los diferentes
lugares en 2007, pero también a partir de los recuerdos de Vladan, el
protagonista, asistimos a muchos momentos de los primeros años noventa.
Desfilan serbios, bosnios, eslovenos; se trata en
más de una ocasión el tema de las lenguas (de hecho, la madre del protagonista
es eslovena pero nunca la habló a su hijo en esa lengua); aparece la guerra en
distintos momentos con limpiezas étnicas incluidas y explicada a veces como
forma de saldar cuentas pendientes; pero, a pesar de tocar temas tan
pasionales, Vojnovic es capaz de hacerlo con una enorme sensibilidad y alejándose
de tomas de posición radicales, aunque no omite las críticas como, por ejemplo,
en el siguiente fragmento que refleja la opinión del protagonista ante la
recepción de bienvenida dada a un convicto de la guerra tras ocho años de
cárcel:
“En aquel instante dudé por primera vez de ser capaz
de entender qué había pasado en esas
tierra y por qué. Esa gente de la pantalla se alegraba sin vergüenza alguna de
que un criminal de guerra convicto hubiese regresado a su aldea, a su cocina,
Me resultaba imposible comprender su lógica. Lo que acababa de ver despertó en
mí las ganas de descubrir lo que esa gente no decía, lo que esa gente trataba
de esconder.” (p. 105)
En los dos momentos del tiempo en que se desarrolla
la historia y en todos los lugares que aparecen (Pula en la costa croata,
Belgrado, Liubliana, Novi Sad, pueblos y ciudades de Bosnia, etc) hay elementos
suficientes para despertar el interés del lector e incluso en algunas ocasiones
la emoción. Uno de los aspectos que más colaboran a lograrlo son los diferentes
personajes de que se sirve el autor para contarnos la historia. Son personas de
carne y hueso de las que se pueden entender sus comportamientos los compartamos
o no. Uno de ellos, Danilo, familiar de Vladan afirma:
“Y dime tú, ¿cómo se puede prohibir el deseo de
venganza a la gente que lo ha perdido todo? (p. 147) (Aquí el todo no se refiere a bienes materiales sino a toda la familia)
En definitiva, una magnífica novela. Muy bien
construida de forma que el lector sabe siempre dónde y cuándo se desarrolla a
pesar de los muchos cambios espacio-temporales que hay. Bien escrita y narrada. Un libro que se lee
con muchas ganas y con creciente interés.
Hay que agradecer también a la traductora las
interesantes notas que ha preparado para esta edición.
Hay una buena reseña de Alejandro Luque en
criticoestado.es.
Goran Vojnovic, Yugoslavia,
mi tierra. Traducción Simona Skrabec
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