No es nada extraño que este libro haya
sido prácticamente un best seller
como también lo ha sido recientemente la tetralogía de Elena Ferrante. Ambas
escritoras comparten una buena escritura con un gran interés de lo que cuentan.
Este libro de Schrobsdorff es una
novela en la que prima lo biográfico e incluso lo autobiográfico. Está dividida
en tres partes muy diferentes. En la primera, la más extensa, la autora ofrece
un magnífico retrato de la Alemania, sobre todo de Berlín, de los años veinte y principios de los
treinta a través de la vida y aventuras de su madre y de sus amistades. Es un
reflejo de la vida, y también algo de las ideas, de la clase media tanto
alemana como judío-alemana, si es que es correcto hablar así. En la segunda, la
madre, al ser hija de padres judíos
emigra, realmente huye, a Bulgaria para lo que hará un matrimonio de
conveniencia. Esta parte del libro es en mi opinión la más emocionante y en la
que la madre muestra más y mejor sus verdaderos sentimientos. Finalmente, en la
tercera parte, la autora reproduce un conjunto de cartas, de 1947 a 1949, de la
correspondencia de su madre principalmente con Bettina, la hermana de la autora
que también proporcionan momentos muy emotivos.
Reproduzco a continuación algunos
fragmentos en los que la autora caracteriza a su madre que me darán pie para
hacer algunos comentarios:
“Nadie podía escapar a la pequeña y compacta
Else, ese dechado de gozo vital, esa fuente de ternura y calidez, esa llama de
inteligencia diáfana y lúcida.” (p. 160)
“Lo cierto es que no hubiera podido
dar con una situación más complicada: una judía que convivía bajo el mismo
techo con su marido, la amante de éste, un amante suyo y dos hijos de padres
diferentes. ¡Pero qué importaba eso! A fin de cuentas, él no la amaba y nunca
había pensado en una relación seria.” (p. 143) (Se refiere a Erich, segundo marido de la madre y padre de la autora.)
“- Y tú, mamá, ¿qué persona fuiste en
tu juventud?
-Una que hoy desearía no haber sido. Y debes tener cuidado que no te
pase lo mismo.” (p. 532) (Conversación de
Angelika con su madre.)
“Los alemanes son incorregibles. No se
han desprendido de su arrogancia, no han comprendido ni aprendido nada. Y si
algo los conmociona no es lo que hicieron sino lo que ahora les están haciendo
a ellos. No pueden soportar ser los derrotados y vencidos, despotrican y
provocan y, por lo visto, no son, en absoluto, conscientes de que si se ven en esa
situación ha sido por su propia culpa.” (p. 562) (Carta de Else a su hija Bettina en marzo de 1948.)
Como se ve claramente, se trata de un
personaje muy peculiar y que, efectivamente, no debía de ser como otras madres.
La situación que aparece en el segundo fragmente creo que solo podía producirse
en ese Berlín de los años veinte con la libertad de todo tipo que, por lo que
se puede leer tanto en muchas novelas como en los libros de historia, allí
había. Resulta especialmente interesante esa especie de arrepentimiento que se
recoge en la conversación de Angelika con su madre y que seguramente tiene que
ver con lo que pasará con sus hijos así como con lo vivido en el exilio
búlgaro.
Al mismo tiempo, Schrobsdorff deja
bien reflejado cómo esa clase media no dio importancia al surgimiento de
Hitler. En este sentido el último fragmento, que reproduce un texto real de la
madre, es significativo del cambio operado en la protagonista.
Un libro muy completo en el que hay biografía, autobiografía, recuerdos,
reproducción de variada correspondencia y todo ello magníficamente contado y
novelado. Hay también un espléndido retrato de personajes empezando por Else,
la madre (con tres hijos de tres hombres diferentes); siguiendo por ese
hermano, Peter, que al final adquirirá
un protagonismo dramático; la autora que aparece tanto en primera persona como
en tercera y que tiene la valentía de reproducir cartas de su madre en las que
no sale precisamente bien parada; los diferentes amores de la madre entre los
que destaca el llamado por ella Bueno, ese Erich Schrobsdorff que tanto les
ayudó en los momentos difíciles cuando ya estaba separado de Else y tenía su
propia mujer; y, por supuesto, las amigas de la madre entre las que destaca,
sobre todo en los años berlineses, Eugenie von Liebig, un personaje muy
novelesco.
En cuanto a los temas que trata,
además de los ya mencionados hay que destacar las diferentes reacciones tanto
de la autora como de los tres hijos ante el tema de ser judío.
Algo que se echa en falta, pero que se
entiende al tratarse de una novela, es la publicación de alguna de las
fotografías de las que habla en el libro. El lector se queda con las ganas de
conocer cómo eran varios de los protagonistas.
En fin, un libro totalmente
recomendable del que existen dos buenas reseñas: la de Andrés Trapiello en
elpais,com y la del blog devoradoradelibros.com
Angelika Schrobsdorff, Tú no eres como las otras madres.
Traducción Richard Gross.
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