“Un completo recorrido por la
geografía, la historia y las narrativas de la España interior, de la mano de un
excelente prosista que sabe ser al mismo tiempo divulgativo, crítico y
emocional.” Jorge Carrión, The New York
Times en español (en la contraportada).
Esta frase es un buen resumen del
contenido y el sentido de este magnífico libro. El autor lo ha dividido en tres
partes claramente diferenciadas. En la primera explica lo que él denomina El Gran Trauma, esto es, el vaciamiento
que se produjo desde los años cincuenta del siglo pasado de la España interior.
Para ello emplea multitud de datos estadísticos muy interesantes. En la
segunda, la más extensa y la que forma el verdadero núcleo del libro, bajo el
epígrafe de Los mitos de la España vacía
hace un recorrido por lugares de esa España de la mano principalmente de la
literatura y también algo del cine. En la tercera, El orgullo, habla de algunos cambios que se están produciendo
actualmente por su generación, a la que denomina como viejóvenes
En este recorrido nos vamos a
encontrar con cosas tan distintas como: las películas Surcos y Amanece que no es
poco o el documental Tierra sin pan que Buñuel hizo sobre Las
Hurdes; con escritores como Llamazares, Muñoz Molina o Bécquer; con programas de televisión como Un país en la mochila de Labordeta; con
crímenes como los de Fago o Puerto Urraco; y también con La Institución Libre
de Enseñanza y el carlismo. Ahora bien, si algo recorre gran parte del libro es
El Quijote.
Como se ve, se trata de un viaje
fundamentalmente literario aunque Del Molino también haya recorrido por trabajo
o placer gran parte de esa España interior.
Tengo que decir que aparte del interés
que tiene el libro en sí mismo, a mí me ha resultado especialmente entrañable
en algunos momentos. Nací en una ciudad y soy fundamentalmente un urbanita,
pero en la segunda mitad de los cincuenta y principios de los sesenta pasaba
los tres meses de vacaciones en un pueblo de Toledo con la familia materna.
Allí hacía la mayor parte de los trabajos agrícolas y, desde entonces, siempre
he sentido un gran respeto y, sobre todo, un gran afecto por todo lo
relacionado con el mundo rural. Por eso este libro me parece no solo
interesante y emocionante sino también muy necesario ante el abandono que sufre
ese mundo desde hace tiempo.
Algo de esto refleja muy bien el autor
en el siguiente fragmento situado al final del libro:
“(…) caminamos por la España vacía
como si estuviera en llamas o hubiera ardido hace poco. Esas cenizas y esos
cascotes contienen siglos de desprecio y odio. Han sido tratados con asco,
altivez o sorna, y quienes no lo han hecho así, como los institucionistas, han
alentado la idea de redención. Todos, ya hablasen desde el desprecio, ya desde
la admiración, la contemplaban como un lugar extraño en el sentido extranjero.
Algo que no les pertenecía. El imaginario de la España vacía ha sido construido
desde fuera, con metáforas condescendientes y crueles como las de las Hurdes o
con anales vergonzosos de la crónica negra y criminal. Su paisaje se ha
caracterizado siglo tras siglo por el mal de Maritornes. Ha sido lugar de
destierro y ha sufrido dictadores que la han destruido con grandes violencias
mientras vindicaban y celebraban su dignidad en los discursos. Nunca ha sido
dueña de sus propias palabras. Siempre ha estado contada por otros.” (p.251)
Libro absolutamente recomendable. Hay
dos buenas y muy personales reseñas: Antonio Muñoz Molina en elpais.com y AndrésBarba en elcultural.com.
Sergio del Molino, La España vacía. Viaje por un país que nunca
fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario