Hace ahora tres años publicaba una
entrada en el blog con la primera novela que la editorial Errata Naturae editaba de esta escritora rusa. Me causó una honda
impresión por su tema, la represión estalinista, y lo bien escrita que estaba.
La que hoy comento tiene mucho de ambas características.
Una traductora obtiene el privilegio de
la Unión de Escritores para pasar unos días descansando en una casa en el campo
donde podrá dedicarse a traducir huyendo del ruido y las molestias de la casa
comunal en la que vive con su hija. Estamos en 1949 y la protagonista perdió a
su marido en 1938 ejecutado por el estado. (Exactamente lo mismo le pasó a la autora de la novela). El tiempo que
pasa en esa residencia lo relata en primera persona casi en forma de diario.
Durante su estancia entablará relación
con varios personajes: un periodista, un director de cine, un poeta judío, un
escritor de novelas de aventuras y otro de novelas de ciencia ficción, etc.,
pero sobre todo con Bilibin que resultará haber sido también represaliado
aunque haya logrado sobrevivir.
Nina Sergeievna, que así se llama la
protagonista, da largos paseos por el campo nevado que son de los mejores
momentos de la novela por el lirismo que destilan. Luego se suele recluir en su
habitación donde además de traducir reflexiona sobre la desaparición de su
marido. Ya que:
“Después de haberlo asesinado, habían
seguido mintiéndome durante largos años.
“No hay argumentos fundados para la
revisión de su caso”. “Cuando cumpla su pena, él mismo la escribirá”. “No hemos
recibido la notificación de su muerte”. Y la última vez hace dos años: “quizá
esté vivo o quizá esté muerto, ¿cómo voy yo a saberlo?” “No somos una oficina de
Registro Civil, ciudadana. No nos informan de las defunciones. Diríjase al
Registro Civil”. (p. 98)
No es esta la única crítica al régimen que
aparece. De vez en cuando se oye de fondo la radio con unos textos que reflejan
muy bien cuál era la realidad de la época y de la ideología que la dominaba (en
esos momentos una fuerte crítica del cosmopolitismo con componentes
antisemitas). En este sentido es muy interesante la discusión que mantendrá
casi al final con el mencionado Bilibin.
Novela muy bien escrita en la que logra
una gran ambientación de lo que podía ser una residencia de ese tipo y en la
que aparecen, aunque sea brevemente, tipos originales y representativos de la intelligentsia de la época.
Como me viene pasando con las últimas
lecturas de escritores rusos sea Evgenia Ginzburg, Varlam Shalámov o la propia
Chukóvskaia, en todos me llama la atención el inmenso papel de la poesía en ese
mundo y la cantidad de poemas que cualquiera de ellos es capaz de reproducir y
la cantidad de poetas que pueden nombrar. Desde una realidad como la española es bastante
sorprendente.
Lidia Chukóvskaia, Inmersión. Un sendero en la nieve. Traducción Marta Rebón.
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