Habla Daniel Ruiz, discípulo y colaborador del
autor, en el Prólogo de:
“(…) la irresistible verborrea de Rubiales…” (p.11)
Y es que, efectivamente, es algo que se aprecia desde las primeras líneas de un
libro que si tuviese 150 páginas en lugar de las 356 que tiene, hasta podría
recomendarse por algunas cosas que ahora comentaré.
El libro es una verdadera diatriba contra todos los
políticos y casi todos los periodistas desde una óptica “libertaria”, concepto
que, aunque no lo aclare el autor, usa en el sentido que se le da en Estados
Unidos. Todo lo que hacen los primeros es el terreno para que haya un gobierno
mundial de los poderosos, y los segundos colaboran en ello al no realizar la
verdadera función de la prensa que es la crítica del poder.
Algunos fragmentos donde aparecen estas ideas son:
“La gran invasión de Europa por oleadas de
refugiados que se produjo en septiembre de 2015. (…) Son muchos los estudiosos
y analistas que creen que aquella fue una operación diseñada por el poder
mundial para acelerar la islamización de Europa y su rápida descristianización,
dos traumas que justificarán en su momento la irrupción necesaria del gobierno
mundial “salvador”” (p. 286)
“El apocalipsis del Estado único ya se acerca a
saltos.” (p. 261)
“La destrucción de las naciones para que los
poderosos puedan controlar el mundo es el gran objetivo de los que están
mandando desde el principio de los tiempos.” (p. 61-62)
“Muchos creen
que los grandes culpables de la ruina de la democracia y de la injusticia en
nuestro mundo son los políticos, pero es probable que los periodistas, al
traicionar a los ciudadanos y a la verdad, sean más culpables todavía.” (p
166-167)
Además de esta idea que recorre todo el libro y que
se repite incansablemente, Rubiales tiene aciertos en muchas de las críticas
concretas que hace tanto a políticos como a medios. Así, por ejemplo:
“Los medios se han transformado en el arma más
poderosa del siglo y el instrumento clave para generar consenso. Sin su
participación no habrían sido posibles cambios como las privatizaciones, el
acoso y derribo a los sindicatos, la pérdida de derechos, la bajada de
impuestos a los más ricos, los descensos en el poder adquisitivo de los
salarios, los recortes en servicios fundamentales, el endeudamiento de los
gobiernos, el avance imparable de la corrupción y los paquetes legislativos que
han permitido que los poderosos puedan acumular poder y riqueza sin obstáculos.”
(p 172)
Al mismo tiempo es capaz de plantear ideas tan fuera
de tono y de realidad como la siguiente sobre la enseñanza:
“Ese enfrentamiento que conlleva destrucción, es de
una especial importancia en la enseñanza, donde se procura enseñar a los estudiantes,
desde niños, que la única autoridad estable y confiable es el Estado, para lo
cual enfrentan a los alumnos con los profesores, a los profesores con los
padres, a los padres con los hijos y a todos contra toda autoridad que no sea
la del poder estatal. De ese modo se destruye todo, desde el orden hasta la
seguridad, la certeza y los valores, creándose un vacío que solo puede ocupar
el Estado.” (p 226)
Tampoco esta otra sobre la elite española tiene
desperdicio:
“La virtud no es precisamente uno de los rasgos
dominante del grupo, sorprendentemente minado por la corrupción, el abuso de
poder, el consumo de drogas, el sexo, en sus modalidades más exóticas y
extremas, y otras muchas perversiones.” (p. 78-79)
Eso sí, menos mal que hay gente vigilante como el
propio autor ya que sin complejos ni falsa modestia afirma:
“Este libro proporciona la lente que el mundo
necesita para ver el monstruo que se aproxima.” (p. 302)
Creo que con estas citas se ve claramente por dónde
va el libro y su autor que, por otra parte, es un escritor bastante prolífico
ya que este es el tercer libro sobre el mismo tema.
No entraré en la crítica sobre los elementos
ideológicos del libro porque, como decía antes, junto a algunos aciertos se
aprecia una verdadera paranoia y un odio al Estado a pesar de que en el fondo se
le está pidiendo que cumpla muchas funciones. Sin embargo, sí hay algunas cosas
que se pueden comentar en forma crítica. Así: páginas y páginas echando pestes
de políticos y periodistas sin dar nombre de ninguno, y en las escasas
ocasiones que hace referencia a un medio, en los comentarios de sobremesa que
hacemos en mi casa sobre el tema somos más profundos; repite constantemente las
mismas ideas y hasta los mismos ejemplos, algunos los he visto hasta cuatro
veces; destila verdadero odio al nacionalismo catalán del que afirma: “Los
independentistas ocultan su alma nazi, que les llevó a cometer fechorías como
el adoctrinamiento de niños y jóvenes en las escuelas, el acoso a los que se
sentían españoles, la tergiversación de la Historia y el más siniestro fomento
del odio antiespañol y …” (p. 33); finalmente, el apocalipsis que pronostica y
las teorías conspirativas que menciona hacen que no se le pueda tomar demasiado
en serio, desde luego no tanto como él se toma a sí mismo.
Francisco Rubiales Moreno, Hienas y buitres. Periodismo y relaciones pervertidas con el poder.
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