viernes, 28 de septiembre de 2018

Un tanto defraudado




Vaya por delante el agradecimiento a la editorial Errata Naturae que está poniendo a nuestro alcance autores tan interesantes como Edna O’Brien, Luciano Bianciardi o Brigitte Reimann. Sin embargo, en el caso de Frank tengo alguna duda. No he leído el anterior libro que publicó la editorial, Karl y Anna, pero reconozco que este me ha defraudado un tanto.
Se trata, en palabras de la traductora en una nota a pie de página, de una “biografía ficcionalizada”. Además, de la biografía de un hombre que tuvo según escribe Armin Strohmeyr en el Epílogo:

“Una vida “novelística” de punta a cabo, pues, una vida que supo igualar lustre y miseria, gloria y persecución, dudas sobre uno mismo e inflada vanidad. Desde esa perspectiva, el término “novela” resulta realmente lógico para A la izquierda, donde el corazón.” (p. 308)

Efectivamente, partiendo de su ciudad natal y de su situación de extrema pobreza, comenzará un periplo que le llevará primero a Múnich, más tarde a Berlín y luego tras la llegada de los nazis al poder, al exilio durante diecisiete años en Suiza, París y Estados Unidos desde donde regresará en 1951. Durante ese tiempo tuvo tres relaciones amorosas y se convirtió en un  escritor relativamente famoso y con buenos ingresos.
Todo esto lo cuenta Frank creando un alter ego, Michael Vierkant,  que le permite por un lado, utilizar algunos personajes no reales, y por otro, algún título de libro que tampoco existió. De ahí ese carácter de novela y no de mera autobiografía.
Una vida tan intensa y en una época tan conflictiva y dramática tendría que ser apasionante y, sin embargo, ahí está lo que a mí me ha defraudado del libro, su falta de emoción y de tensión. Puede que tenga que ver con la siguiente declaración de principios que hace al referirse a su protagonista:

 “Se esforzó (…) por construir cada frase del modo más claro y sencillo posible, de manera que el lector pudiese comprender sin esfuerzo lo que leía. Siguió una norma fundamental: el trabajo ha de hacerlo el escritor, no el lector.” (p. 285)

Claridad que siempre se agradece, pero que no es óbice para que, al mismo tiempo, la historia se cuente con más intensidad y pasión.
Aunque se lo compara en la contraportada con Stefan Zweig en lo que a sensibilidad se refiere, creo que hay bastante diferencia entre ambos.
Este libro de Frank se lee con facilidad y resulta entretenido, pero no aporta nada al conocimiento de la época ni, me atrevería a decir, al del propio autor.

Leonhard Frank, A la izquierda, donde el corazón. Traducción Esther Cruz Santaella.

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