Hace ya siete años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la
mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo
he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea
publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se
tercia, tal y como hice en el libro.
Libros
Y seguro que un buen
puñado de escritores de libros habían abrigado los mismos pensamientos que él
ahora. En las páginas de algunos libros uno encontraba una especie de refugio
del embrollo cotidiano. Quizás mientras escribían, aquellos hombres se sentían
como él ahora, ilusionados, transportados.
Sherwood Anderson, Muchos matrimonios
La
entrada en su vida de un libro nuevo, que determinaba un período de su
existencia, se parecía al encuentro con
alguien destinado a ser un amigo.
Nadiezhda Mandelstam, Contra toda esperanza
Nadiezhda Mandelstam, Contra toda esperanza
Además,
carecía por completo de espíritu coleccionista. No buscaba ni las ediciones
raras ni la “información completa” de un problema. Le gustaba vivir entre
libros con los que mantenía una relación personal, por decirlo así, con los
cuales conversaba.
Nadiezhda
Mandelstam, Contra toda esperanza
He aprendido mucho de los libros, ciertamente, pero,
no los estimo por lo que he aprendido, que es muchísimo, sino por encima de
todo por cómo me han acompañado a lo largo de los años, configurándome y,
quisiera pensar, que afinándome.
Estoy convencido de que un libro es capaz de
modificar a su lector por el simple hecho de haberlo leído; que puede cambiar,
en el lector, algo importante, de manera que se podría decir que no es la misma
persona antes que después de haberlo leído.
Jaume Vallcorba, conferencia en la Universidad
Pompeu Fabra, Babelia, 29.8.2014
El libro
ofrece un mundo; la pantalla fluidifica el mundo; leer un libro es seguir un
camino; la lectura en la pantalla es un deporte de deslizamiento. El libro
despliega un tiempo en el que le está prohibido al presente penetrar; la
pantalla multifunción levanta la prohibición y el presente se hace con el poder
bajo el nombre tan triunfal como engañoso de “tiempo real”.
Alain
Finkielkraut, La identidad desdichada
Enciendo
la lámpara. Mi pequeña luz leal. Cuán nítidamente delimita esta estrecha
parcela de escritorio y página en la que siempre he hallado el más intenso
placer, esta tienda de campaña iluminada en donde me acurruco lleno de
felicidad para huir del mundo.
John Banville,
El intocable
“Los
libros son mejor compañía que los humanos, ahora mismo, y he tenido que pasar
sin ellos durante mucho tiempo”.
Stefan
Zweig citado en
George
Prochmik, El exilio imposible. Stefan
Zweig en el fin del mundo
El anhelo
que sentía por su presencia (se refiere a
Zweig y los libros) reflejaba la forma que tenía de considerar los libros
como objeto sensual, que se podía tocar y acariciar, y como vehículo de
sublimación: eran entidades físicas que mediaban entre este mundo y otro superior.
George
Prochmik, El exilio imposible. Stefan
Zweig en el fin del mundo
“Mi
biblioteca es mi reino y en ella trato de que mi gobierno sea absoluto” Los
libros le cuentan sus puntos de vista, y él responde con los suyos. Expresan
sus pensamientos y le inspiran otros. No molestan cuando él guarda silencio;
sólo hablan cuando él les pregunta. Éste es su reino. Ellos están a su
servicio.
(…)
De joven,
dice, “leía para la ostentación”, para hacer gala de conocimientos y alardear
de ellos; más adelante, para ser un poco más sabio, y ahora simplemente, por
placer, nunca por el beneficio. Si un libro le aburre, toma otro. Si un libro
le resulta demasiado difícil, “no me muerdo las uñas por las dificultades que
encuentro en un libro. Después de uno o dos intentos, renuncio, pues mi cabeza
actúa sólo al primer impulso. Si no comprendo un punto a primera vista, es
inútil repetir los esfuerzos, sólo consiguen hacerlo más oscuro”. Las comillas
son citas de Montaigne en
Stefan
Zweig, Montaigne
De hecho
mientras tuviera buenos libros prefería vivir en sus mundos que en la fealdad
de su propio mundo real.
Edward
Bunker, Little Boy Blue
Coger un libro y perderme en el texto en los
momentos difíciles ha sido siempre mi modo de buscar alivio, consuelo o, al
menos, respiro. Cuando los asuntos amorosos se torcían, echaba mano de un
libro. Como consuelo después de un fracaso en el trabajo teatral o con textos
cuyo final se me resistía, siempre he tenido los libros. Como linimento, pero
más aún como instrumentos para desviar los pensamientos hacia otro lugar. Para
hacer acopio de fuerzas.
Henning Mankell, Arenas
movedizas
La conclusión es sencilla: si uno respeta la mera
idea de los libros, de lo que éstos representan en la vida, si uno cree en el
papel y en la letra, no puede quemar ni una sola página de ningún libro. Aunque
se esté muriendo de frío. Aunque él también esté intentando escribir algo. No
puede hacerlo. Eso es pedir demasiado.
William Saroyan, El
joven audaz sobre el trapecio volante
No se puede interrogar a un libro, porque no sabe
contestar. Se entienda o no, se sigue leyendo y, finalmente, uno cree haber
entendido por el mero hecho de haber leído. Al terminar un libro, muchas veces,
no se ha razonado nada, pero uno tiene la sensación de que sí.
Carlos Fernández Liria, En defensa del populismo
Un buen libro – y no hay muchos porque,
evidentemente, la literatura también está sujeta a las seducciones y los
obstáculos de los medios de comunicación- individualiza y extrae al lector
individual de las masas. Le da oportunidad de sentir cómo contenidos
espirituales, recuerdos y posibilidades existenciales son capaces de emerger de
su interior, de lugares desconocidos que solo son suyos. Los frutos distintivos
de su personalidad. El resultado de sus sutilezas más íntimas. Y en la cultura
de masas de la vida cotidiana, en la contaminación generalizada de nuestras
conciencias, es muy difícil que estos contenidos espirituales emerjan de lo más
profundo del alma y cobren vida.
David Grossman, Escribir
en la oscuridad
Cada libro tiene una huella dactilar que lo
convierte en único, y más cuando se cruza con lectores que arrostran su propia
huella para crecer juntos. Me apasiona sentir la doma, cómo ese texto escrito
por otro se transforma en el proceso de hacerlo mío. Si miro la estantería veo
mi vida, todas las domas. Si escojo un ejemplar al azar, lo abro y lo huelo, me
huelo a mí mismo en algún momento del camino.
Ramón Lobo, Todos
náufragos
Tampoco está lejos
de esa idea de Kafka que, en una carta que nunca se citará demasiado, escribía:
“Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué
leerlo?”; y concluía, famosamente: “Un libro tiene que ser un hecho que rompa
el mar de hielo que llevamos dentro.”
Javier Cercas, El punto ciego
En su gran salón, mi mirada se sintió atraída de
inmediato por la biblioteca de obra que cubría por entero una de las paredes.
Nunca había visto tantos libros juntos. Del suelo al techo.
-¿Ha leído usted todos esos libros? -le pregunté.
-Sí. Algunos incluso varias veces. Ellos son los
grandes amores de mi vida. Me hacen reír, llorar, dudar, reflexionar. Me
permiten evadirme. Me han cambiado, han hecho de mí otra persona.
-¿Un libro puede cambiarnos?
-Por supuesto, ¡un
libro puede cambiarte! E incluso cambiar tu vida. Como un flechazo. Y
nunca se sabe cuándo tendrá lugar ese encuentro. No hay que fiarse de los
libros, son genios dormidos.
Gaël Faye, Pequeño
país
Pero para mí un
libro es más importante que una consigna de un partido político, un suero,
una teoría sobre la evolución o el motor de un avión.
Es obvio que no todos los libros son importantes. De
hecho, la mayoría no lo son. Pero el hecho de que haya tantos que no lo sean no
cambia que un libro no pueda ser tan importante como cualquier otra cosa. Así
que nadie tiene por qué avergonzarse de tener conversaciones sobre libros, en
vez de hablar sobre gas tóxico que extermina a la gente, o sobre vacunas que
pueden salvarlos de la muerte.
Wyndham Lewis, Estallidos
y bombardeos
Sé que no disfrutaba con los libros, en los que
podía haber encontrado lo que todos encontramos cuando no tenemos fe: el
testimonio de que existe un modo alternativo de pensar en la vida, un modo
diferente de aquellos que nos asignan de forma natural en el nacimiento. La búsqueda
de alternativas imaginativas de pensamiento (…)
Richard Ford, Entre
ellos
Había leído libros toda su vida, y si de algo sabía,
sabía de libros. Dividía los libros en calientes
y fríos. Le gustaban los libros calientes. Los libros calientes eran raros hoy en día. A ella
no le importaba mucho la terminología. Seguro que yo sabía a qué se refería
cuando decía calientes.
Dubravka Ugresic, El Museo de la Rendición Incondicional
La atención mediática, cuyo principal objetivo es
dar voz y cuerpo a la estrella del momento, ha acostumbrado a los lectores a la
idea de que es más importante el productor de obras que las obras mismas. Como
si dijéramos: te leo porque me gustas tú, confío en ti, eres mi pequeño dios.
Elena Ferrante, La
frantumaglia
Además, los libros auténticos solo se escriben para
ser leídos. El activismo promocional de los autores tiende, en cambio, y cada
vez más, a borrar las obras y la necesidad de leerlas.
Elena Ferrante, La
frantumaglia
-
No imaginaba que tenías tantos libros _
le dijo la señora María.
-
Ya ve que sí.
-
¿Y tienes tiempo para leerlos todos?
-
Imposible.
-
Entonces, ¿por qué compras tantos?
-
Porque me obsesiona comprarlos. Además,
a más libros tengas, más vives, aunque no los leas todos.
La señora María asintió
riendo:
-
Ya veo. Tienes –añadió- una bonita afición. El
libro es el mejor amigo del hombre, pero no debes abusar leyendo los más
difíciles para no perjudicar tu salud. La literatura complicada perjudica
gravemente la salud…
Mohamed Chukri, La jaima
En
el último concepto, Lectura, ya decía que había hecho una separación con el de
Libros a pesar de que, lógicamente, no siempre es fácil diferenciar entre
ambos. Lo mismo pasará con el que vendrá a continuación, Literatura.
Muy
bien la idea de refugio de Anderson. A mí me pasa.
Comparto
lo expresado en Mandelstam: amistad, relación personal, conversación.
Cuatro Ensayos sobre la
Mujer de Carlos Castilla del Pino y Dios
es gratuito pero no superfluo de José Mª
González Ruiz son dos buenos ejemplos de libros que me han cambiado, así que,
de acuerdo con Vallcorba. Faye insiste en esta acertada idea.
Buena
recreación de ambiente por Banville, pero no comparto la idea de solo huir.
Muchas veces se lee para todo lo contrario.
Stefan
Zweig y Montaigne, dos monstruos que aportan grandes verdades.
¡Cuántas
veces me ha pasado, sobre todo últimamente, lo que dice Fernández Liria! Pero
sigo intentándolo.
“Si
miro la estantería veo mi vida” (Lobo). Por eso no quiero deshacerme de los
libros a pesar del agobio que a veces producen.
Curiosa
la distinción de Ugresic entre libros calientes y fríos aunque no siempre sea fácil catalogarlos.
Magnífico
diálogo el de Chukri, y es verdad que a veces perjudica la salud, eso sí, la
mental, al menos en mi caso.
Estoy de acuerdo con casi todas las citas y con tus comentarios y creo que mi opinión ya la resumí en la entrada anterior.
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