viernes, 12 de abril de 2019

“Gracias a todos”: Nuevas citas XIV


Hace ya siete años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se tercia, tal y como hice en el libro.



Libros

Y seguro que un buen puñado de escritores de libros habían abrigado los mismos pensamientos que él ahora. En las páginas de algunos libros uno encontraba una especie de refugio del embrollo cotidiano. Quizás mientras escribían, aquellos hombres se sentían como él ahora, ilusionados, transportados.
Sherwood Anderson, Muchos matrimonios


La entrada en su vida de un libro nuevo, que determinaba un período de su existencia, se parecía al  encuentro con alguien destinado a ser un amigo. 
Nadiezhda Mandelstam, Contra toda esperanza


Además, carecía por completo de espíritu coleccionista. No buscaba ni las ediciones raras ni la “información completa” de un problema. Le gustaba vivir entre libros con los que mantenía una relación personal, por decirlo así, con los cuales conversaba.
Nadiezhda Mandelstam, Contra toda esperanza



He aprendido mucho de los libros, ciertamente, pero, no los estimo por lo que he aprendido, que es muchísimo, sino por encima de todo por cómo me han acompañado a lo largo de los años, configurándome y, quisiera pensar, que afinándome.

Estoy convencido de que un libro es capaz de modificar a su lector por el simple hecho de haberlo leído; que puede cambiar, en el lector, algo importante, de manera que se podría decir que no es la misma persona antes que después de haberlo leído.
Jaume Vallcorba, conferencia en la Universidad Pompeu Fabra, Babelia, 29.8.2014



El libro ofrece un mundo; la pantalla fluidifica el mundo; leer un libro es seguir un camino; la lectura en la pantalla es un deporte de deslizamiento. El libro despliega un tiempo en el que le está prohibido al presente penetrar; la pantalla multifunción levanta la prohibición y el presente se hace con el poder bajo el nombre tan triunfal como engañoso de “tiempo real”.
Alain Finkielkraut, La identidad desdichada



Enciendo la lámpara. Mi pequeña luz leal. Cuán nítidamente delimita esta estrecha parcela de escritorio y página en la que siempre he hallado el más intenso placer, esta tienda de campaña iluminada en donde me acurruco lleno de felicidad para huir del mundo.
John Banville, El intocable



“Los libros son mejor compañía que los humanos, ahora mismo, y he tenido que pasar sin ellos durante mucho tiempo”.
Stefan Zweig citado en
George Prochmik, El exilio imposible. Stefan Zweig en el fin del mundo



El anhelo que sentía por su presencia (se refiere a Zweig y los libros) reflejaba la forma que tenía de considerar los libros como objeto sensual, que se podía tocar y acariciar, y como vehículo de sublimación: eran entidades físicas que mediaban entre este mundo y otro superior.
George Prochmik, El exilio imposible. Stefan Zweig en el fin del mundo



“Mi biblioteca es mi reino y en ella trato de que mi gobierno sea absoluto” Los libros le cuentan sus puntos de vista, y él responde con los suyos. Expresan sus pensamientos y le inspiran otros. No molestan cuando él guarda silencio; sólo hablan cuando él les pregunta. Éste es su reino. Ellos están a su servicio.
(…)
De joven, dice, “leía para la ostentación”, para hacer gala de conocimientos y alardear de ellos; más adelante, para ser un poco más sabio, y ahora simplemente, por placer, nunca por el beneficio. Si un libro le aburre, toma otro. Si un libro le resulta demasiado difícil, “no me muerdo las uñas por las dificultades que encuentro en un libro. Después de uno o dos intentos, renuncio, pues mi cabeza actúa sólo al primer impulso. Si no comprendo un punto a primera vista, es inútil repetir los esfuerzos, sólo consiguen hacerlo más oscuro”. Las comillas son citas de Montaigne en
Stefan Zweig, Montaigne



De hecho mientras tuviera buenos libros prefería vivir en sus mundos que en la fealdad de su propio mundo real.
Edward Bunker, Little Boy Blue



Coger un libro y perderme en el texto en los momentos difíciles ha sido siempre mi modo de buscar alivio, consuelo o, al menos, respiro. Cuando los asuntos amorosos se torcían, echaba mano de un libro. Como consuelo después de un fracaso en el trabajo teatral o con textos cuyo final se me resistía, siempre he tenido los libros. Como linimento, pero más aún como instrumentos para desviar los pensamientos hacia otro lugar. Para hacer acopio de fuerzas.
Henning Mankell, Arenas movedizas



La conclusión es sencilla: si uno respeta la mera idea de los libros, de lo que éstos representan en la vida, si uno cree en el papel y en la letra, no puede quemar ni una sola página de ningún libro. Aunque se esté muriendo de frío. Aunque él también esté intentando escribir algo. No puede hacerlo. Eso es pedir demasiado.
William Saroyan, El joven audaz sobre el trapecio volante



No se puede interrogar a un libro, porque no sabe contestar. Se entienda o no, se sigue leyendo y, finalmente, uno cree haber entendido por el mero hecho de haber leído. Al terminar un libro, muchas veces, no se ha razonado nada, pero uno tiene la sensación de que sí.
Carlos Fernández Liria, En defensa del populismo


Un buen libro – y no hay muchos porque, evidentemente, la literatura también está sujeta a las seducciones y los obstáculos de los medios de comunicación- individualiza y extrae al lector individual de las masas. Le da oportunidad de sentir cómo contenidos espirituales, recuerdos y posibilidades existenciales son capaces de emerger de su interior, de lugares desconocidos que solo son suyos. Los frutos distintivos de su personalidad. El resultado de sus sutilezas más íntimas. Y en la cultura de masas de la vida cotidiana, en la contaminación generalizada de nuestras conciencias, es muy difícil que estos contenidos espirituales emerjan de lo más profundo del alma y cobren vida.
David Grossman, Escribir en la oscuridad



Cada libro tiene una huella dactilar que lo convierte en único, y más cuando se cruza con lectores que arrostran su propia huella para crecer juntos. Me apasiona sentir la doma, cómo ese texto escrito por otro se transforma en el proceso de hacerlo mío. Si miro la estantería veo mi vida, todas las domas. Si escojo un ejemplar al azar, lo abro y lo huelo, me huelo a mí mismo en algún momento del camino.
Ramón Lobo, Todos náufragos



Tampoco está lejos de esa idea de Kafka que, en una carta que nunca se citará demasiado, escribía: “Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?”; y concluía, famosamente: “Un libro tiene que ser un hecho que rompa el mar de hielo que llevamos dentro.”
Javier Cercas, El punto ciego



En su gran salón, mi mirada se sintió atraída de inmediato por la biblioteca de obra que cubría por entero una de las paredes. Nunca había visto tantos libros juntos. Del suelo al techo.
-¿Ha leído usted todos esos libros? -le pregunté.
-Sí. Algunos incluso varias veces. Ellos son los grandes amores de mi vida. Me hacen reír, llorar, dudar, reflexionar. Me permiten evadirme. Me han cambiado, han hecho de mí otra persona.
-¿Un libro puede cambiarnos?
-Por supuesto, ¡un  libro puede cambiarte! E incluso cambiar tu vida. Como un flechazo. Y nunca se sabe cuándo tendrá lugar ese encuentro. No hay que fiarse de los libros, son genios dormidos.
Gaël Faye, Pequeño país



Pero para mí un libro es más importante que una consigna de un partido político, un suero, una teoría sobre la evolución o el motor de un avión.
Es obvio que no todos los libros son importantes. De hecho, la mayoría no lo son. Pero el hecho de que haya tantos que no lo sean no cambia que un libro no pueda ser tan importante como cualquier otra cosa. Así que nadie tiene por qué avergonzarse de tener conversaciones sobre libros, en vez de hablar sobre gas tóxico que extermina a la gente, o sobre vacunas que pueden salvarlos de la muerte.
Wyndham Lewis, Estallidos y bombardeos

Sé que no disfrutaba con los libros, en los que podía haber encontrado lo que todos encontramos cuando no tenemos fe: el testimonio de que existe un modo alternativo de pensar en la vida, un modo diferente de aquellos que nos asignan de forma natural en el nacimiento. La búsqueda de alternativas imaginativas de pensamiento (…)
Richard Ford, Entre ellos



Había leído libros toda su vida, y si de algo sabía, sabía de libros. Dividía los libros en calientes y fríos. Le gustaban los libros calientes. Los libros calientes eran raros hoy en día. A ella no le importaba mucho la terminología. Seguro que yo sabía a qué se refería cuando decía calientes.
Dubravka Ugresic, El Museo de la Rendición Incondicional



La atención mediática, cuyo principal objetivo es dar voz y cuerpo a la estrella del momento, ha acostumbrado a los lectores a la idea de que es más importante el productor de obras que las obras mismas. Como si dijéramos: te leo porque me gustas tú, confío en ti, eres mi pequeño dios.
Elena Ferrante, La frantumaglia

Además, los libros auténticos solo se escriben para ser leídos. El activismo promocional de los autores tiende, en cambio, y cada vez más, a borrar las obras y la necesidad de leerlas.
Elena Ferrante, La frantumaglia


-        No imaginaba que tenías tantos libros _ le dijo la señora María.
-        Ya ve que sí.
-        ¿Y tienes tiempo para leerlos todos?
-        Imposible.
-        Entonces, ¿por qué compras tantos?
-        Porque me obsesiona comprarlos. Además, a más libros tengas, más vives, aunque no los leas todos.
La señora María asintió riendo:
-         Ya veo. Tienes –añadió- una bonita afición. El libro es el mejor amigo del hombre, pero no debes abusar leyendo los más difíciles para no perjudicar tu salud. La literatura complicada perjudica gravemente la salud…
Mohamed Chukri, La jaima



En el último concepto, Lectura, ya decía que había hecho una separación con el de Libros a pesar de que, lógicamente, no siempre es fácil diferenciar entre ambos. Lo mismo pasará con el que vendrá a continuación, Literatura.

Muy bien la idea de refugio de Anderson. A mí me pasa.
Comparto lo expresado en Mandelstam: amistad, relación personal, conversación.
 Cuatro Ensayos sobre la Mujer de Carlos Castilla del Pino y Dios es gratuito pero no superfluo de José Mª González Ruiz son dos buenos ejemplos de libros que me han cambiado, así que, de acuerdo con Vallcorba. Faye insiste en esta acertada idea.
Buena recreación de ambiente por Banville, pero no comparto la idea de solo huir. Muchas veces se lee para todo lo contrario.
Stefan Zweig y Montaigne, dos monstruos que aportan grandes verdades.
¡Cuántas veces me ha pasado, sobre todo últimamente, lo que dice Fernández Liria! Pero sigo intentándolo.
“Si miro la estantería veo mi vida” (Lobo). Por eso no quiero deshacerme de los libros a pesar del agobio que a veces producen.
Curiosa la distinción de Ugresic entre libros calientes y fríos aunque no siempre sea fácil catalogarlos.
Magnífico diálogo el de Chukri, y es verdad que a veces perjudica la salud, eso sí, la mental, al menos en mi caso.










1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con casi todas las citas y con tus comentarios y creo que mi opinión ya la resumí en la entrada anterior.

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