Hace muy pocos días, a raíz de la entrada en la que
comentaba el libro El Director,
insistía en algo recurrente: mi interés por todo lo que tenga que ver con el
periodismo, sobre todo si se trata de las experiencias personales de los
protagonistas.
Tortosa ha titulado bien el libro, sin embargo creo
que el subtítulo es un tanto engañoso porque el libro realmente es una
autobiografía profesional, una descripción de su paso por diferentes medios a
lo largo de su dilatada carrera de cuarenta años. Sin ánimo de ser exhaustivo
este paso incluye: el Grupo Zeta, Pueblo, Antena tres Radio, TVE (Informe Semanal, Quién sabe dónde)),
Cambio 16, Canal Sur, Antena 3 televisión (La
sonrisa del pelícano), CNN+( doce años y, por lo tanto, la etapa más
duradera), UGT, Público y La Tuerka. Es decir, prensa escrita, radio y
televisión. Así pues, el autor tiene una gran experiencia en todo tipo de
medios, públicos y privados, de Madrid y de Andalucía, en puestos importantes y
como simple reportero. En fin, sabe de lo que habla y sabe contarlo.
Ahora bien, al libro yo le encuentro un problema
importante. Hasta casi la mitad del texto no aparecen reflexiones sobre
aspectos relevantes de la profesión y se limita a la enumeración, demasiado
prolija y detallista en nombres, de su paso por los medios y de la gente que va
conociendo. Como soy de la misma generación del autor, esta lectura me ha
traído muchos recuerdos de periodistas muchos de ellos ya desaparecidos y de
programas que oía o veía en su momento, pero no creo que tengan mayor interés
para gente más joven.
Otra cosa es cuando se centra en los temas de la
profesión como pueden ser: el trabajo de los reporteros, la crítica del
periodismo “declarativo” o del de “convocatoria”, el fotoperiodismo, las
corresponsalías o el uso de las jergas, por mencionar los que me han parecido
más trabajados.
También tienen bastante interés las críticas que va haciendo
a lo largo de todo el libro. Así, a personas concretas como, entre otros:
Manuel Melero (director Canal Sur), Enric Sopena (campaña referéndum OTAN en
TVE), Francisco Rosell (director de El
Mundo en 2017 quien, por cierto, también recibe una acerada crítica en el
libro El Director) o Gaspar Zarrías
(el gran conseguidor del PSOE andaluz).
En otro orden de cosas también critica: a las asociaciones profesionales
de periodistas, a periodistas a los que les gusta ser gestores, a las
televisiones autonómicas o a la UGT de Andalucía.
Finalmente, las conspiraciones permanentes como
expresa en el siguiente fragmento:
“Daba igual donde trabajaras, en el mundo de la
información se perdían muchas horas en las luchas por el poder. ¿Para qué ibas
a despilfarrarlo persiguiendo historias si podías invertirlo en conspirar? En
periodismo, trabajar y vivir al margen de las conspiraciones no es que sea
complicado: es un milagro. Siempre hay cuchillos volando por los pasillos…, hasta
que encuentran una espalda donde clavarse.” (p. 147)
(Este aspecto me recuerda mucho lo que cuenta David
Jiménez en el mencionado libro El
Director en el que se cuenta más de una conspiración.)
Al trabajo de periodista le dedica mucho espacio y
resulta bastante interesante lo que cuenta porque, además, está basado en su
propia experiencia. Podría poner varios ejemplos de cosas que me han llamado la
atención, pero me limitaré a reproducir uno que me parece especialmente
curioso:
“Que no era posible conseguir salida al satélite
desde más cerca, te explicaba el operador. “No te preocupes –te decían desde
Madrid-, que te leemos lo que acaba de llegarnos por agencia y lo cuentas.” Y
tú, con el pinganillo puesto, sin poder salirte del cuadro para que el
realizador no se pusiera de los nervios, tomabas nota de lo que Efe o Europa
Press decían acerca de lo que estaba pasando a quinientos metros de donde te
encontrabas.” (p. 225)
En resumidas cuentas, un libro con temas y momentos
bastante interesantes sobre todo para quienes estimen esta profesión, pero
también un libro que ofrece demasiados nombres y detalles que se podrían haber
ahorrado, o tratado de forma más resumida, con lo que la lectura hubiera sido
más fluida. En todo caso, un libro recomendable.
No quiero terminar sin dejar constancia de una
declaración que suele ser habitual en los periodistas, y que si fuese cierta en
todos los casos que he leído o escuchado a lo largo de los años, no habría
ninguna influencia del poder en ningún medio. (Con esto no quiero decir, obviamente, que ponga en duda la de Tortosa).
“(…) nunca recibí una sola presión del gobierno
durante los doce años que estuve al frente de aquella corresponsalía.“ (se refiere a cuando fue delegado de CNN+ en
Andalucía) (p. 264)
Juan Tortosa, Periodistas. El arte de molestar al poder.
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