A la tercera va la vencida y este sí que es el
último libro de Kerr. Digo esto porque los dos anteriores aparecieron en el
blog como su última novela y, evidentemente, no era así. Estamos ante un libro
póstumo y es muy posible que no estuviera totalmente terminado o al menos esta
es la sensación que me ha quedado tras la lectura global y en el caso de
algunas escenas.
Siendo el último en el que el protagonista es Bernie
Gunther resulta curioso que sea una especie de precuela ya que la historia se
desarrolla en 1928, es decir, bastante antes de la época en la que sucedía
cualquiera de los anteriores.
Vemos aquí a Gunther entrando en la sección de la
policía criminal dejando su puesto en antivicio. En este nuevo trabajo tiene
que enfrentarse a una serie de asesinatos de prostitutas por un lado y de
antiguos combatientes por otro. Este tipo de planteamiento no ha sido nada
habitual en el conjunto de la serie, como tampoco lo es el hecho de que apenas
salgan personajes nazis más allá de algún miembro de las SA.
Lo más interesante y más conseguido a un tiempo es
la descripción del Berlín de la época. Un Berlín de cabarets y vida nocturna,
una ciudad con artistas tan peculiares como los pintores George Grosz y Otto Dix
o la guionista Thea Von Harbou, la mujer de Fritz Lang. También hay varias referencias a la Ópera de
tres peniques y, por supuesto, a Metrópolis.
Dentro de esa vida berlinesa destaca el hecho de la
cantidad de veteranos de guerra que viven como vagabundos y mendigos en sus
calles, lo que le da pie para escribir
también sobre la idea nazi de la eutanasia que había que aplicar a discapacitados
y enfermos mentales.
Esto por lo que se refiere a los temas que van
saliendo. Sobre la trama poco que decir porque nunca me ha parecido lo más
relevante en las novelas de Kerr y en este caso quizá incluso menos que en
otros. En cuanto a Bernie Gunther, es el mismo de siempre aunque lo he encontrado
algo menos cínico y desde luego mucho menos irónico, seguramente debido a que
es más joven.
En fin, no se trata de la mejor novela de la serie,
pero siempre da gusto leer a Kerr y en este caso, además, con el sentimiento de que es el último.
Philip Kerr, Metrópolis.
Traducción Eduardo Iriarte.
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